El cáncer: ¿falta de prevención o de información?
El diagnóstico de un cáncer provoca una alteración en la calidad de vida de una persona. El cáncer ha llegado a ocupar un lugar dramáticamente notable en nuestro día a día. Entendido como tal, hace referencia al conjunto de enfermedades producidas por la expansión descontrolada de células anormales por el organismo. La división de estas células y su posterior dispersión pueden tener como resultado la aparición de un tumor, los cuales si son malignos son cancerosos. Identificar las células malignas y encontrar métodos contra ellas es vital. Los factores externos e internos que afectan en el desarrollo de la enfermedad, requieren una investigación concienzuda para controlarlo.
Los últimos avances en el conocimiento de la biología molecular del cáncer, permiten determinar que es una enfermedad que se produce por acumulación de daños genéticos en células normales, pero el poder identificar esos daños, es un proceso muy lento y complicado. Muchos casos están relacionados con factores genéticos, por lo que un control regulado y preventivo puede llegar a suponer una solución más eficaz, rápida y segura.
“Sin conocer, no se podrá curar”
Acorde a la cita de López Otín, catedrático y científico experto en temas de cáncer y enfermedades hereditarias, el avance en el conocimiento molecular nos ha permitido descubrir que existen también ciertos factores de riesgo que pueden aumentar la posibilidad de padecer cáncer, los cuales muchos de ellos se encuentran en nuestra vida cotidiana.
Según la OMS, el tabaco, el alcohol, la alimentación y la falta de actividad física, son factores de riesgo que junto con la contaminación pueden aumentar las probabilidades de padecer cáncer. El 30% de los tipos de cáncer podrían ser prácticamente eliminados.
¿Somos realmente conscientes a lo que nos exponemos día a día?
Existe una gran diversidad de factores que pueden llevarnos a padecer cáncer alguna vez en nuestra vida. Muchos de ellos están ya muy asentados en nuestro día a día e implantados en nuestra rutina alimenticia, de vida o de ocio. Por ejemplo, el humo del tabaco, ciertos tipos de alimentos como la carne, el pan chamuscado o edulcorantes.
El alcohol es uno de los factores que más riesgo tienen, y además, es uno de los que más consume la gente, aunque sea en pequeñas dosis, esporádicamente, o de forma regular y masiva. Su consumo acarrea el riesgo de poder padecer hasta seis tipos distintos de cáncer. Según las Pautas de Dieta del Gobierno Federal de Estados Unidos, la recomendación es hasta una bebida diaria para las mujeres y dos para los varones.
Aunque se dice que un vaso de vino al día reduce el riesgo de padecer cáncer, por sustancias que contiene como el resveratrol, no está científicamente probado por la ciencia que esto sea cierto.
La dieta es también un factor importante, ya que las cosas que comemos, también pueden, de alguna manera, cambiar nuestros genes y producirnos un tumor. El ya comentado alcohol, y luego alimentos que contengan edulcorantes artificiales como la sacarina, o carnes chamuscadas, que contienen químicos que se forman en la carne cuando se cocinan a altas temperaturas y que causan cáncer en animales, aunque no es definitivo que lo haga en los humanos, por poner unos ejemplos.
También destaca la forma de cocinar ciertos alimentos como la carne o el pescado. En Japón y Colombia, dos países dispares, con vistas al Pacífico como único nexo de unión, dos formas de cocinar alimentos básicos en sus respectivas dietas, se convierten en un problema de salud nacional. En el país nipón, el sushi (pescado crudo), es casa de la bacteria Helicobacter pylori, que muere al cocerse los alimentos. En Colombia, la arepa, como otros alimentos cocinados por el método de ser asados a la leña o al carbón, produce hollín, sustancia cancerígena para nosotros.
La edad es uno de los definitivos. Desde los 55 hasta los 84 es donde se concentra más del 60% de diagnósticos de cáncer, aunque hay otros como los de huesos o leucemias, que son comunes entre niños y personas menores de 20 años. El envejecimiento es un factor clave.
La luz solar, aunque es buena ya que aporta vitaminas al cuerpo que mejoran el funcionamiento y previenen el cáncer, tomar el sol mucho tiempo entre determinadas horas del día (diez de la mañana y cuatro de la tarde) es peligroso. También lo son, y en mayor medida, las cámaras de bronceado, que utilizan rayos ultravioletas, muy dañinos para nuestras células. Es importante señalar que cualquier persona puede padecer cáncer de piel, aunque sea más común entre las personas de piel clara.
El tabaco, un clásico, con más de siete mil sustancias en el humo que se expira, entre ellas, alquitranes que se usan también para asfaltar carreteras, de ellas, 250 son dañinas para nuestro cuerpo, y 69, se sabe con certeza que causan distintos tipos de tumores, como el de pulmón, laringe, boca o esófago, por nombrar algunos. No hay grado de uso del tabaco que no sea dañino. Es el responsable del 22% de las muertes por cáncer en el mundo.
Todas estas sustancias producen cáncer y están presentes en el estilo de vida de muchas personas. Curarlas, tiene un peso en la economía mundial de unos 1,16 billones de dólares, por eso, los gobiernos de muchos países comienzan ya a implementar campañas en contra de malos hábitos y a cargar con impuestos productos que lo provocan como el alcohol y el tabaco.
¿Qué implica el cáncer?
Para ilustrar de forma más tangible este reportaje, tuvimos la oportunidad de charlar con un joven que vivió en primera persona una enfermedad tan dura como la leucemia, y conoceremos de primera mano qué implica en la vida de una persona.
Se trata de Quique Macarrón, un joven madrileño de 23 años que vive en la localidad de Rivas Vaciamadrid (Madrid), estudiante de Ingeniería Mecánica y Dirección y Creación de Empresas que, al poco de zarpar a California a continuar su formación universitaria, le tocó vivir una etapa de su vida que le hizo pasar por malos momentos, pero también aprender a valorar todo desde otra perspectiva diferente.
La leucemia le puso a prueba, pero con entereza y sacrificio, Quique ganó la batalla.
El camino hacia la cura total
Muchos pensarán que esto es un negocio como otro cualquiera, y no van desencaminados, pero esto va más allá que una simple cura científica que se desarrolle en un laboratorio de Estados Unidos. Si, sería lo fácil, y lo más cómodo, ¿pero es lo más adecuado? Teniendo en cuenta el gran descubrimiento que sería, la cura no sería barata, y menos para esa parte de la población, claramente mayoritaria, que no podría permitirse nada que no proviniera del Estado, ni siquiera cuando estamos hablando de cuestiones de vida o muerte.
Es posible que en un futuro, esperemos que no muy lejano, esta cura llegará y será accesible para la población mundial, pero en estos días donde no existe, o al menos, no tenemos la constancia de que exista, se debe despertar la responsabilidad de la sociedad. Tabaco, alcohol, drogas, mala alimentación, contaminación, malos hábitos. Desde luego son muchos los potenciadores que permiten aparecer esta enfermedad en nuestro organismo y somos nosotros mismos, en un ejercicio de coherencia y compromiso, los que debemos desterrar todos esos hábitos malignos de nuestra vida cotidiana. Debemos ser más consecuentes con nuestros actos porque si no somos capaces por nosotros mismos de cambiar la situación, nadie lo hará.
Actualmente, la quimioterapia y radioterapia son las técnicas más usadas para intentar vencer al cáncer. Dos técnicas que han avanzado mucho con los años pero que no suponen un método 100% efectivo, además de producir unas secuelas al organismo muy dañinas para la incorporación a la vida cotidiana de los pacientes.
Es aquí donde nos encontramos con María, una mujer madrileña de 56 años que fue diagnosticada con cáncer de mama hace tres años, y que por fortuna, pudo superarlo con éxito. María, tuvo un periodo de recuperación próximo a los dos años con sesiones de quimioterapia y, a raíz de superarlo por completo, pudo reincorporarse al mundo laboral. Ella trabajaba como enfermera de la Unidad de Vigilancia Intensiva (U.V.I) en el Hospital madrileño Ramón y Cajal. Tras varias semanas cumpliendo con su cometido, nos relata, empezó a notar una pérdida de fuerza y de resistencia que jamás había experimentado en todos los años que llevaba trabajando como enfermera. Como consecuencia de la enfermedad, tuvo que pedir el traslado a un centro de salud donde no llevara a cabo tal ejercicio físico y mental. Ahora, María, se encuentra mucho mejor, pero reconoce que el cáncer le ha cambiado la vida.
Es innegable afirmar que esta enfermedad cambia la vida de aquel que tiene la desgracia de cruzarse con ella. Y debemos seguir remando para lograr esa cura total que elimine cualquier resquicio de este mal, que cada vez, afecta a más personas. Tener información sobre los factores de riesgo y sobre la enfermedad es básico para comenzar esta reestructuración contra el cáncer. La unidad de todos es clave para comenzar a dar la vuelta a la situación y alejar de nuestros hogares esa palabra que tanto tememos.
Para ver el testimonio, y la entrevista completa a Quique, pincha aquí.