El trabajo fantasma: las auxiliares de geriatría
«Ser gerocultores es gratificante porque te dedicas a ayudar a las personas pero tienes que estar preparado para los desprecios, el esfuerzo físico y el mal sueldo». Ella es Lucía (nombre ficticio), una de las mujeres que trabaja como auxiliar de geriatría en una de las residencias de la Comunidad de Madrid. Como ella, son muchos los que se dedican a cuidar de nuestros mayores, esos ancianos que por al envejecimiento de la población española son ahora mayoría social. El trabajo del gerocultor está en auge debido a estos hechos, pero las condiciones laborales de la profesión no se han adecuado a los tiempos que corren. Los bajos sueldos y la precariedad laboral siguen estando presentes en la vida de estos profesionales.
«Trabajo en el turno de mañana y comienzo levantando al grupo que me sea asignado. Normalmente suelen ser unas 12 o 13 personas para dos, pero depende de la planta en la que esté», nos comenta Lucía. Su día transcurre de forma ajetreada mientras ducha, asea, da de desayunar o acompaña a las terapias a los residentes hasta la hora su hora de salida. «Es un trabajo donde no paras, desde que entras hasta que sales estás trabajando. Nunca sobra el tiempo porque está todo muy ajustado. Cuando no tienes que levantar tienes que dar de desayunar, llevarles al baño o hacer cambios posturales… siempre hay algo que hacer».
La labor del gerocultor
Ser auxiliar de geriatría es un trabajo poco valorado y muy sacrificado. La importante labor de estas personas consiste en asistir en las tareas cotidianas que las personas mayores no pueden realizar por sí mismas, como levantarse de la cama, ducharse, vestirse, darles de comer e incluso cambiarlos. En algunas ocasiones asumen funciones de auxiliar sanitario como, por ejemplo, un cambio de apósitos, pero siempre estas tareas son realizadas bajo supervisión de una enfermera o enfermero.
Lucía nos comenta que alguna vez ha realizado ciertas tareas, pero como norma general solo se limita a las asignadas. «A veces ayudo a la enfermera. Si me pide que ponga una alimentación a una persona que tiene una sonda gástrica, pues lo hago. Hay cosas así que sí que hago, pero curas por ejemplo no. A veces nos piden que les demos paseos a los ancianos pero no tenemos tiempo para esas cosas. En los 10 minutos que tarda la persona en recorrer el pasillo yo ya he levantado a otra», concluye.
Los auxiliares no solo facilitan el día a día de los residentes a la hora de realizar sus tareas, sino que además encuentran un gran apoyo en su labor y compañía. Cuando se ven obligados a adaptarse a un nuevo lugar como lo es una residencia y dejan toda su vida atrás, los auxiliares les motivan, les escuchan y les mantienen entretenidos con diversas actividades.
La formación de la mayoría de los gerocultores proviene de un curso de unos cuantos meses, donde obtienen los conocimientos básicos para atender a los ancianos. Sin embargo, en ese curso no obtienen conocimientos de enfermería, lo que obliga a las residencias a tener un profesional por cada cierto número de auxiliares. En muchas ocasiones, sobre todo en los turnos de noche, los profesionales sanitarios no son suficientes para apoyar las labores de las auxiliares, y son éstas quienes asumen y terminan ejerciendo este tipo de funciones.
«El curso que yo realicé se llama Atención Sociosanitaria a Personas Dependientes en Instituciones Sociales y hoy en día es obligatorio para el personal que trabaja en residencias, centros de días o cualquier centro de discapacidad». En dicho curso Lucía nos comenta que no aprendió nada relacionado con enfermería, solo los conocimiento ligados al cuidado, higiene y movilización de la persona.
Cada residencia tiene una filosofía de trabajo que intenta seguir a la hora de mejorar la calidad de vida de sus usuarios y familiares, pero la realidad dista mucho de la idea principal. A menudo, los valores con los que atraen a residentes y que intentan cumplir, se ven apartados por las limitaciones de personal y recursos.
«Nosotras siempre vamos corriendo, si fuésemos más auxiliares seguro que las cosas se harían con más tranquilidad y pondríamos más atención. Yo no me paro a peinar muy bien a los abuelos o a elegir una ropa u otra. Vas rápido y no te puedes entretener. Iríamos más relajadas si invirtieramos 20 minutos en vez de 10 en cada persona, pero el tiempo se echa encima y no te puedes parar», nos comenta Lucía.
La ecuación deficiente
Víctor Jiménez, un enfermero con experiencia en el sector, denunciaba en eldiario.es las precarias condiciones de la profesión en las residencias, donde cada vez se encuentra menos personal. En el texto, el profesional comenta que una asistencia de calidad, a día de hoy, no se puede garantizar debido a la escasez de empleados en estos centros y que los residentes no cuentan con la atención que necesitan. «Cada vez es más frecuente que un enfermero tenga a su cargo a 34 auxiliares», afirma Jiménez.
Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan los trabajadores de las residencias está en el creciente y desproporcionado ratio trabajadores/residentes que, para Víctor, no son compatible con dar una asistencia digna y de calidad a los mayores.
Según las normativas autonómicas sobre ratios y formación del personal para las residencias privadas de mayores, la proporción de personas no dependientes deberían ser de 25 trabajadores por cada 100 pacientes, y las de personas dependientes, 35 por cada 100. Sin embargo, estos ratios establecidos distan mucho de la realidad.
Las cifras ofrecidas por la Consejería de la Comunidad de Madrid son insuficientes. Según comenta Pilar, familiar de un residente de Madrid, el cumplimiento del ratio no significa un mejor cuidado: «Si las residencias cumplen el ratio pero el personal no está distribuido correctamente, sigue sin haber suficientes empleados para dar una asistencia eficaz».
El cumplimiento del ratio se ha convertido en uno de los mayores problemas a la hora de cuidar a los ancianos, tanto para familiares como para auxiliares y enfermeros. «Somos imprescindibles. Tiene que haber enfermeros en todo momento por si surgen complicaciones. Por ejemplo, si el paciente se arranca la sonda por la noche», indicaba en su entrevista Víctor Jiménez. Por otra parte, las trabajadoras como Lucía reconocen la existencia de este problema. «Los familiares pagan mucho dinero y quieren que sus padres estén lo mejor atendidos. Nosotras hacemos lo que podemos, pero son muchos y no hay para todo».
Si el número de gerocultoras por residente no aumenta, la calidad de vida de ambos va a disminuir. Para las auxiliares, por el estrés causado al intentar ayudar y atender a los ancianos, y para ellos, por la falta de atención que necesitan en su día a día.
Las condiciones laborales
Un buen ejemplo de la situación y condiciones en la que se encuentran estas trabajadoras, porque recordemos que este sector está muy feminizado, podemos verlo en la carta de una gerocultora publicada a través del medio El Salto, donde hace una rápida pero desgarradora radiografía a lo que se supone que lleva siendo su trabajo desde hace casi 25 años. En ella, muestra que las cosas hace más de dos décadas eran muy distintas y más duras de lo que son a día de hoy, cuando se encargaban de realizar tareas que son competencia del personal sanitario (desde administrar medicación hasta poner sondas) e incluso labores de cafetería y servicio lavandería. También critica duramente no solo las actitudes de los médicos, quienes se limitan a atiborrar a los ancianos de medicamentos y buscar soluciones rápidas, en lugar de crearles hábitos de ejercicio que mejorarían su calidad de vida y su movilidad. Asimismo, critica la pasividad de todos los gobiernos que hayan pasado, a pesar de ser “del cambio”, donde no han encontrado otra respuesta o actuaciones distintas que en la época del bipartidismo.
Actualmente las deficiencias dentro del trabajo de gerocultores sigue existiendo. Lucía nos lo explica así: «Este trabajo no está ni bien valorado ni bien pagado». La auxiliar reconoce que es un trabajo muy duro tanto físico como psicológico. «No todo el mundo lo aguanta», confiesa mientras nos cuenta que algunas personas han abandonado en el primer día de trabajo. «Somos el trabajo peor pagado de la residencia, el más necesario y los que menor reconocimiento tenemos» concluye la mujer.
A pesar de la escasez de gerocultores y los esfuerzos por atender a todos los residentes, las familias siguen sin valorar su trabajo. «Hay familiares que llegan y quieren que su padre sea el primero y eso no es así», nos comenta Lucía. Si bien es cierto no siempre es el caso, en muchas ocasiones son estos mismos los que exigen a los auxiliares asistencia total para su familiar, algo que, como ya hemos comentados, no es posible con las condiciones actuales del sector.
El desprecio de los visitantes contrasta con el cariño y el amor de los residentes. «Hay algunos abuelos que en cuanto te ven, te reciben con los brazos abiertos y te dan mucho», nos comenta Lucía mientras nos cuenta varias relaciones que ha entablado con los ancianos. Los mayores son los verdaderos responsables de que el día a día en el trabajo de los auxiliares sea un poco más bonito, con sus muestras de afecto y gratitud.
Pero el cariño no siempre compensa. La precariedad entre los gerocultores es un hecho y esto en parte se debe a la invisibilización del trabajo. El cuidados de los mayores es muy necesario y por eso las residencias en España tienen un futuro asegurado debido al índice de población. Pero la sociedad sigue sin tener en cuenta a estas personas que hacen un trabajo tan necesario. Los gerocultores son los héroes de nuestros mayores y deberían ser tratados como tal.
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Realmente es muy triste ,las mega empresas de residencias de la tercera edad lucran con la necesidad de las personas mayores ,falta mayor contratación de personal,para satisfacer la gran demanda y sobre todo debería haber mayor inspección para estas residencias que no cumplen los requisitos de atención ya que tienen poco personal cualificado Las nuevas titulaciones de grado medio en atención sociosanitaria hacen que esta profesión sea reconocida y por tanto puedan cobrar un sueldo decente
Por lo general muchas residencias engañan y dicen que tienen menos residente no válidos es decir dependientes y dicen que hay más válidos para así cumplir con los ratios y el número que tiene en la licencia
Casi todos los residentes son validos y si no al cabo de tiempo esa plaza de válido entre comillas se transforma en válido
Cada vez se vive más y por tanto son más dependientes
Una profesión mal pagada y mal valorada
Una gran carga física y mental
Se hablan de las Kelys pero no de nuestra profesión
Carga mental y física horarios de lunes a Domingo festivos trabajar
El ratio nunca se cumple el que hace la ley hace la trampa se pone a usuarios dependientes como válidos y de los pocos válidos se acaban dependientes
Y ya no te digo con el turno de noche
Falta personal y decir que cada vez son los usuarios más dependientes
No se suelen valorar al personal tanto los familiares como la dirección de la residencia
Sin olvidar que sin ellas no puede funcionar las residencias