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De Madrid al vino

Botellas con la D.O. Madrid (Sierra de Gredos y San Martín) en Vinos & Compañía / Pedro Fernández

  • Hasta hace no más de 10 años, los vinos de Madrid eran unos grandes desconocidos; hoy en día, su Denominación de Origen se expande fuera de nuestras fronteras

  • La uva garnacha de zonas como Arganda o de Navalcarnero no dejan indiferente al paladar

  • La dedicación de los enólogos y bodegueros madrileños ha hecho que el vino de la comunidad eleve su nivel en el panorama nacional

  • El Albillo Real sigue vivo en la Sierra de Gredos, uno de los grandes secretos del vino español

Vinos, Madrid, San Martin de Valdeiglesias, DO

Bodegas Las Moradas de San Martín / Pedro Fernández

Alrededor de la Sierra de Gredos, rodeada de encinas, enebros, pinares y plantas aromáticas, crecen cepas en los viñedos de la bodega Las moradas de San Martín, cuyo nombre hace referencia a la última obra de Santa Teresa,«Las moradas». No todo es flora, como bromea Alejandro Carreras: «como plaga, el conejo, los corzos y los jabalís son los que, al final, más daño hacen. Porque se meten, se comen la uva y los brotes». Carreras es enólogo de una de estas bodegas madrileñas que poco a poco está reclamando para Madrid un vino especial aprovechando la materia única que provee el terreno. En las tierras arenosas y graníticas propias de la Subzona de la Denominación de Origen de Madrid se cultiva la uva garnacha. Estos terrenos otorgan carácter propio al vino de esta parte de la comunidad.

No obstante, en la el área de Gredos en San Martín de Valdeiglesias, también ha pervivido una variedad de uva blanca autóctona de España, el Albillo Real, considerada por muchos como una de los secretos mejor guardados dentro del vino español. Todos vinos aquí se cultivan de manera ecológica. «La tierra devuelve lo que le das» asevera Alejandro en referencia a esta técnica de cultivo.

Vinos, Madrid, San Martin de Valdeiglesias, DO

Bodegas Las Moradas de San Martín / Pedro Fernández

Son, a día de hoy, 45 las bodegas que comercializan el vino que llega al consumidor, repartidas todas ellas por ese el sur madrileño de este a oeste y que ofrecen un amplísimo abanico de variedades y elaboraciones que no nada tienen que envidiar a la viticultura del resto del país. Estas bodegas, conocidas como Vinos de Madrid con Denominación de Origen, empiezan a hacer ruido en el panorama nacional e internacional. Como muestra de su fructífera expansión, uno de los vinos producidos en Madrid ha traído desde Alemania la medalla de oro a un vino ecológico. No en vano, los vinos son conocidos ya en los mercados de países como Alemania, Reino Unido, Suecia, Holanda, Japón o Estados Unidos. Dividida en tres Subzonas, la Denominación de Origen Madrid lleva apenas 28 años en el panorama vinícola, aunque la producción del vino en Madrid se remonta al siglo XII.

Actualmente, la Comunidad de Madrid cultiva 16.000 hectáreas de viñedo en 58 municipios repartidos en 3 subzonas de producción localizadas al sur de la región. Estas son Arganda en el sudeste de la región, Navalcarnero, en el sur y San Martín de Valdeiglesias, al sudoeste, que dan amparo a 44 bodegas desde las que se comercializan en torno a 4 millones de botellas al año. Sin embargo, la joya de la corona madrileña en cuanto a ventas sigue siendo el Puerta de Alcalá, de Vinos Jeromín, que tiene sus bodegas en Villarejo de Salvanés. Son con diferencia las bodegas más grandes de Madrid, pero a nivel nacional no pasarían de ser de tamaño mediano.

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El carácter

Vinos, Madrid, San Martin de Valdeiglesias, DO

Barricas de roble francés en la bodega Las Moradas de San Martín/ Pedro Fernández

Madrid imprime un carácter especial a la vid, principalmente por su clima y la variedad de suelos que hay en la región. La sequedad es una de las características climáticas que otorga un sabor con personalidad al líquido dionisíaco. En zonas como San Martín «la brisa recorre el racimo y le da frescura a la planta y evita que crezcan hongos en ellas», señala Alejandro, que ve en la zona de las cercanías de Gredos una ventaja que ayuda a la maduración y a que la planta se mantenga sana durante el proceso, pero la tierra sigue siendo un factor elemental en todo el proceso de maduración de la uva.

En la subzona de Arganda «los suelos son más arcillosos» y otorgan otras cualidades al vino «que la parte de San Martín que por su características no tiene» compara Alejandro, empero la sección de los suelos de Navalcarnero comparte la característica arenosa con la región de Valdeiglesias. Por lo que, como apunta Andrés González Sellarés, propietario de Vinos y Compañía, «hay una gran variedad dentro de los vinos de la denominación», aunque «favorece en términos burocráticos», considera Alejandro, «a todos las pequeñas bodegas» y da prestigio en el extranjero, puesto que la presencia de una sola denominación de origen ensalza la figura de los vinos de la región.
La uva que predomina en la zona es la garnacha, que gusta mucho, sobre todo al público extranjero. Andrés cuenta que los vinos de la zona de Arganda o de Navalcarnero son vinos buenos y con fieles adeptos, pero no se salen de lo clásico del vino español. Sin embargo, Andrés relata que la garnacha de Madrid agrada y sorprende desde el punto de vista del gusto y por tanto, se vende con éxito tanto en su tienda como en exportaciones internacionales.

Vino y literatura

Vinos, Madrid, San Martin de Valdeiglesias, DO

Senda de Las Moradas de San Martín / Pedro Fernández

Los vinos de Madrid, tan cerca de nosotros, no son diferentes al resto de los vinos del panorama vitivinícola español y gozan de la misma calidad que cualquier vino español de alto nivel. Tanto es así, que los vinos madrileños llegaron al siglo XV con un áurea de prestigio, plasmado ya en citas literarias, como las del Arcipreste de Hita. Ya en la literatura del Siglo de Oro se posicionaba a los vinos de Madrid como los mejores del panorama nacional, e incluso en el siglo XVI se evitaba que entrase uva de fuera de la comunidad que pusiese en peligro el cultivo. Sin embargo, la preservación del producto autóctono no es de extrañar; la cepa de uva garnacha que predomina en el terreno madrileño es uno de los reclamos que ha disparado el éxito del producto.

Hoy son autores contemporáneos los que reconocen la calidad de los vinos y, así, se imprimen en las etiquetas de las botellas de Las Moradas de San Martín pequeños relatos en honor a la relación entre el vino y la literatura, la cual siempre ha estado presente ya desde tiempos de la mitología griega, como en «Las Bacanales» del dramaturgo clásico Eurípides. El escritor madrileño Lorenzo Silva es uno de los que deja su impronta en las originales botellas de la bodega. Relatos que forman uno de los atractivos estéticos de las botellas de vino y que se suma al prestigio de la calidad del vino.

Vinos, Madrid, San Martin de Valdeiglesias, DO

Senda de Las Moradas de San Martín / Pedro Fernández

Ocaso y resurgimiento del vino de Madrid

La razón por la que en las últimas décadas el vino de Madrid dejó de tener tanta importancia y reconocimiento entre los entendidos del vino se remonta a la Guerra Civil (1936-1939). El vino de Madrid fue en decadencia ya que la contienda hizo que cayese en el olvido durante varias décadas y la gente no tenía casi en cuenta al vino de la zona. «Se ha perdido más de la mitad de la tierra de cultivo en los últimos 40 años» apunta Alejandro, lo que degeneró en una pérdida del ya poco renombre que tenía el vino de Madrid.
Sin embargo, a partir de la obtención de la procedencia Denominación de Origen Madrid, el vino madrileño está en alza, y sigue así pese a su juventud en un mercado dominado por las grandes denominaciones de origen. El resurgimiento también se ha visto favorecido gracias a la dedicación de las bodegas y cooperativas que están incentivando el consumo de este vino y su calidad.
Las barricas de roble francés, y en algunas ocasiones húngaro o estadounidense, abrazan al vino de origen madrileño que se fermenta en el último procedimiento antes de ser embotellado. Sin saber dónde va a terminar, el vino procedente de la Villa Madrid se prepara para acabar en las mesas de cualquier parte del mundo.

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