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Los grafiteros causan terror en las estaciones de metro

Graffitis, metro

Imagen del metro de Barcelona que aparece en lavanguardia.com

  • La oleada de graffitis comenzó en Madrid el 31 de octubre

  • Las edades comprendidas van entre los 17 y 25 años

  • La educación es el único método para erradicar estas prácticas

Desde el pasado día 31 de octubre, toda la línea ferroviaria de Madrid sufre una oleada de actos vandálicos, protagonizados por grafiteros. Desde entonces, raro es el día que no hay una noticia sobre incidentes de este tipo en los medios. El suceso más llamativo ocurrió en la estación de las Rosas, donde fueron detenidos ocho por atracar, presuntamente, un convoy para pintarlo. Pero este no ha sido el único, también han actuado en República Argentina o en Marqués de Vadillo, incluso han llegado a parar un tren de cercanías, entre Villalba y Galapagar, para pintarlo.

Lo que se inició la noche de Halloween siendo una mera anécdota de esa noche, parece haber creado un hábito dentro de estas bandas que no sabemos cuando terminará. Lo que está claro es que la policía no se ha quedado parada, y ya ha efectuado las primeras detenciones. Este no es un fenómeno aislado de Madrid y su periferia, otras ciudades como Barcelona o Valencia, también sufren una fuerte actividad vandálica, siendo esta primera, una ciudad con grupos de grafiteros famosos en todo el país.

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Imagen de un graffiti en un vagón de metro aparecida en madridsecreto.co

Los grafiteros son un grupo pacífico y amantes del Hip-Hop, pero muy protectores con su unidad o su grupo en caso de amenazas o peligros, normalmente producidos por el grupo de corte neonazi.

Hubo una época, los años setenta del pasado siglo, y un lugar, Nueva York, en que la ciudad se convirtió en un lienzo en blanco para una generación reprimida y descontenta con su entorno social.

La manera de expresarse fue mediante firmas con spray por toda la urbe, donde cualquier lugar les valía, desde autobuses o fachadas, hasta las estaciones de metro de Manhattan.

El pionero en hacerlo fue un joven griego llamado Demetrius, cuyo apodo era Taki 183 y, a aquellas manifestaciones rebeldes que eran únicamente firmas elaboradas se les llamó graffitis. Las pinturas pasaron a convertirse en murales con grandes dibujos y un marcado afán de denuncia urbana. Con el mismo carácter reivindicativo surge el Hip-Hop y, ambos, emergen de manera destacada a nivel mundial en los años ochenta.

Pronto, cientos de jóvenes en Nueva York, especialmente aquellos atraídos por la música Rap y Hip-Hop, empezaron a firmar por toda la ciudad, tanto que las autoridades tuvieron que gastar más de 300.000 dólares en la limpieza del metro. El objetivo de estos primeros grafiteros era dejar su firma en el máximo número de sitios posibles. Ganaban fama desde este círculo, según el número de firmas y los sitios en los que lograba firmar.

En España, se desarrolló en las zonas obreras de las principales ciudades: Madrid y Barcelona. En nuestro país, las dos primeras muestras de este arte callejero se dan en Madrid (Plaza de Nuevos Ministerios) y en Barcelona (Plaza Alfonso X el Sabio).

El grafitero, en busca de nuevos espacios, cambió las paredes por los vagones de metro como podemos ver en la actualidad. Con el comienzo del Siglo XXI y el auge de Internet, se iniciaron las primeras pintadas en los vagones de metro de las ciudades más importantes del mundo.

 

El perfil del grafitero

Su perfil es muy variado, no se puede asociar a una zona determinada. Hoy en día, puede ser grafitero, tanto una persona que provenga de un barrio pobre de una ciudad, como alguien que procede de una buena zona. Antes estaba más vinculado a los barrios marginales y con protesta social. «Un chaval de entre 15 y 21 de barrio», expresa Francisco Reyes, profesor y ex grafitero al que hemos entrevistado.

Por lo general, son jóvenes los que se dedican a pintar los vagones del metro de las principales ciudades de España. Mayoritariamente, las edades de los “treneros”, como se les llama vulgarmente, están comprendidas entre los 17 y los 25 años, aunque hay algunos con 40, pero estos son los menos habituales. Es decir, es un mundo en el que no hay edad y todos pueden realizar esta práctica.

Al contrario que las antiguas generaciones, estos nuevos grafiteros son muy inconscientes, lo que acaba degenerando en que sus acciones sean cada vez más violentas. Muchos de ellos no tienen nada que perder y no les importa jugarse la vida con tal de pintar un vagón. No es la primera vez que tenemos noticias de la muerte de algunos de estos individuos arrollado por un tren, mientras estaba pintando en el metro. Además, son conscientes de que se sienten impunes ante los delitos que están cometiendo al ser menores de dieciocho años.

Se organizan en bandas, a las que se las denomina como crews. Suelen ir en grupos muy numerosos para realizar los graffitis; mientras unos pintan los vagones a toda velocidad, otros vigilan y se aseguran de que no vengan los miembros de seguridad del metro. Aunque algunos suelen ir solos a realizar los actos vandálicos, lo normal es que pinten los vagones en grupos.

En España, existen multitud de bandas “treneras”, pero, centrándonos en Madrid tenemos a RON’s que está considerada como una de las bandas más respetadas de España por la cantidad de trenes pintados. A lo largo del país, existen crews respetadas por la zona de Cataluña (FYL y TMS, entre otros), el Levante, Galicia y Castilla-La Mancha.

El objetivo de estos vándalos es conseguir el respeto de las demás bandas por medio de las fotografías y vídeos que suben a las redes sociales. La calidad y la cantidad de graffitis determinará el potencial de la crew, así hará más potente y conocida a la banda.

Según los expertos en el tema, buscan la adrenalina provocada por la sensación de peligro. Pero también buscan imitar a los antiguos grafiteros, que hacían lo mismo que ellos, pero décadas antes.  

Su modus operandi también ha cambiado respecto a los antiguos. Ahora, se citan a través de las redes sociales, al que acuden grupos muy numerosos de gente joven. Es fácil que se lleguen a reunir en torno a las treinta personas para pintar un solo tren. Para después de haber hecho el acto vandálico, subirlo a las redes sociales y presumir de ello delante del resto de bandas. Algo que les ha dado las redes sociales es anonimato, lo que dificulta su detención, aun así la policía acaba deteniéndolos.  

Consecuencias

Como es obvio estos actos vandálicos tienen sus consecuencias; tanto penales como económicas. A la hora de pintar un graffiti incumple el artículo 626 del código penal que impone multas de 3 a 9 días de trabajos comunitarios y de  2 a 6 días de localización permanente. Sin embargo, si a la hora de hacerlo, el inmueble queda prácticamente inutilizable, conllevaría a una pena de prisión de uno a tres años; además de una multa de 12 a 24 meses.

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Imagen de un graffiti en una estación de metro de Cantabria aparecida en europapress.es

Los vagones del metro siempre han sido golosos para ellos; y es por ello que La Ley de Ordenación de Transportes Terrestres impone una multa de entre 100 y 200 euros. La pena es mayor y pone en peligro a los pasajeros. Por ejemplo, un grafitero, acusado de poner en peligro la vida de los pasajeros, se enfrentó a una pena de dos años de cárcel y 2.400 euros de multa.

Sin embargo, debido a que los casos han ido en aumento, se quiere cambiar el código penal y que lo expuesto en el artículo 626 pase de castigarse de 2 a 6 días de localización permanente a una multa de 1 a 3 meses. Siempre y cuando no se superen los mil euros de daños. Si esto ocurriese, la multa sería de 6 a 24 meses.

Los primeros a los que les afecta esto son los trabajadores del metro, que, como escribe El Mundo, están cansados ya. La mayoría de agentes de seguridad aseguran que están indefensos, que tienen miedo; de hecho, hace poco, en la estación Las Rosas fueron hasta 40 grafiteros a pintar. Es por ello que el ayuntamiento ha aumentado hasta un 20% la seguridad del metro con, además, la colocación de 8.000 cámaras de seguridad.

El Estado podría tomar medidas, pero Reyes dice que «no se puede enjaular a una bestia […] no podría con los grafiteros, porque eso alimentaría más su actividad»; «con lo único que se puede combatir es con la formación», añade.

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Imagen de un vagón del metro de Madrid aparecida en larazón.es

No obstante, aunque Reyes diga que es imposible enjaular a una bestia e incluso acabar con estos comportamientos, sí que se podrían impartirse cursos para que dejen de realizar actos vandálicos o realizando campañas para concienciar a la sociedad, por ejemplo.

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