Malasaña, un nuevo modelo de barrio

Cartel pegado en un portal de Malasaña / Luis Cerezuela

• El precio de los alquileres en el barrio de Malasaña se ha disparado un 50%

• Las inmobiliarias ven con buenos ojos el nuevo tipo de comprador

Los barrios más céntricos y emblemáticos de la capital han sufrido durante los últimos años una revalorización impropia del periodo de crisis económica en el que ha estado España durante la última década. Esto es resultado de un proceso de gentrificación de los barrios, tras ponerse de moda entre las generaciones más jóvenes, lo que está llevando a estas zonas a expulsar a los inquilinos menos adinerados, cambiándolos por clases medias asentadas en un nivel socioeconómico cómodo. Como es habitual, en todo proceso de cambio hay grandes beneficiados y grandes perjudicados.

¿Qué es Gentrificación?

Para entender que está ocurriendo en algunos barrios madrileños como Malasaña o Lavapiés, hay que entender que en ellos se está produciendo un proceso de cambio denominado gentrificación. ¿Cuál es el significado de esta palabra? La respuesta es muy sencilla: es un término establecido en el año 1964 por la socióloga Ruth Glass y que quiere decir que muchos barrios que poseen unos lazos de comunidad fuertes y formados en el tiempo por ciertas personas están siendo sustituidas por otras que quizás, aporten mayor renta. En otras palabras, la zona o el barrio se revalorizan considerablemente. Según Pedro Bravo -periodista y escritor experto en la materia- es fundamental que para que funcione un barrio, éste debe ser mixto, es decir, debe tener espacio para todos.

Los barrios más de moda entre los jóvenes en sus noches de fiesta, en algunos casos, puede provocar que aumente el interés por esas zonas de las grandes compañías inmobiliarias y de propietarios independientes. Todos ellos ven la oportunidad de hacer negocio y de sacar algo más de rentabilidad a sus posesiones inmobiliarias en dichas zonas.

Esto es lo que está sucediendo en los céntricos barrios de Madrid capital como Malasaña, donde todo comenzó como una moda de jóvenes que se dedicaban a beber en los bares alternativos de la zona y está terminando en una progresión ascendente del precio del alquiler en aproximadamente un 50%. Los precios en esta zona de Madrid han evolucionado desde los 12,4 € el metro cuadrado hasta los 19€ actuales.

Piso de Malasaña en venta / Luis Cerezuela

Otras zonas como Chamberí o Tetuán -barrios típicos de Madrid- también se han sumado a esta escalada de precios que desde que la crisis dejara los precios en 2013 en mínimos de la década, no solo han recuperado su valor inicial, sino que han ido en aumento desde el año 2007.

En el otro extremo están las corporaciones que realizan inversiones moderadas en compra de inmuebles -mientras el precio de éstos se mantenía bajo- y que consiguen mayor beneficio a la hora de la recuperación. En una posición de beneficio, aunque no tanto como las entidades inmobiliarias, están aquellos propietarios que tienen una casa en la zona o una segunda residencia en la misma y que también se benefician de este aumento de los precios.

Los precios no paran de subir

Cada día está más caro vivir en Malasaña, algo que preocupa a los habitantes que más tiempo llevan viviendo en la zona. Muchos de ellos temen que algunos de sus vecinos de toda la vida se marchen del barrio. Marta es una de esas personas. Lleva 17 años viviendo en Malasaña, de los cuáles 15 años fueron como alquilada en un piso que contaba con un dormitorio y un salón por el que pagaba aproximadamente 500 euros al mes. En 2016 decidió comprarse una casa en el mismo bloque de pisos, por un valor muy por debajo del que está en la actualidad. Su principal temor se ha cumplido, y es ver a numerosos vecinos del barrio tener que abandonar su hogar debido al aumento del precio de los alquileres.

Enrique se interesó en el año 2017 por un piso en Malasaña. Estuvo mirando, pero por circunstancias laborales no llegó a instalarse en el barrio. Hace apenas un mes y medio alquiló ese piso de un dormitorio y un salón en Malasaña. Lo que en 2017 le costaba 800 euros al mes, en la actualidad le cuesta 1.200 euros. Una diferencia abismal, ya que supone un incremento del precio de un 50% respecto al 2017.

Tras ver una de las caras de la moneda, hay que ver la otra. Cualquier propietario de una vivienda quiere sacarle rentabilidad a la venta de su inmueble. Y si es en Malasaña, coincidiendo con la revalorización del barrio, será capaz de conseguir un mayor beneficio. Eso es lo que le ocurre al propietario del 4º piso de la Calle Jesús del Valle 28. Vende el inmueble por un precio que ronda los 300.000 euros y que cuenta con 3 dormitorios pequeños y un salón. Incluso estaría dispuesto a reformarlo para convertirlo en un piso de 2 dormitorios.

Los vecinos están en contra de las inmobiliarias y de la agencia Airbnb.

Todos los vecinos están de acuerdo en señalar que el principal culpable de este proceso de gentrificación es la agencia Airbnb. Su función como empresa es ofrecer millones de alojamientos por todo el mundo. Y en Malasaña han encontrado un buen negocio. Son propietarios de numerosos alojamientos y los alquilan durante días o semanas sacando un mayor beneficio que si los alquilaran al mes. La rentabilidad que pueden llegar a conseguir llevando a cabo esta estrategia es enorme.

Turistas buscando su alojamiento/Luis Cerezuela

Por poner un ejemplo, introduciendo en el buscador de Airbnb la zona de Malasaña y poniendo las fechas de entrada y salida al azar, nos encontramos con los siguientes datos: en el apartamento más barato el precio por noche es de 57 euros, siendo de 394 euros el total en caso de disfrutar del apartamento por un periodo de una semana; en el apartamento más caro la noche saldría a 99 euros, siendo el precio semanal de 688 euros. Por lo tanto, si los propietarios son capaces de alquilar su apartamento las cuatro semanas con las que cuenta un mes, la cantidad que pueden llegar a adjudicarse es de 1.576 euros al mes en el caso del apartamento más barato, y de 2.752 euros en caso del apartamento más caro. Estos números superan ampliamente la media del alquiler en esa zona que ronda aproximadamente los 1.200 euros al mes.

Todo ello provoca que aparezca un nuevo fenómeno conocido como turistificación. El efecto que tiene se puede observar en el barrio desde hace 2 o 3 años. Los vecinos ya están acostumbrados al ruido constante que hacen las maletas cada vez que pisan el empedrado de las calles. Son numerosos los turistas que cada día pasean por las calles con su equipaje, en busca de su alojamiento con el fin de disfrutar unos días del barrio de Malasaña.

El principal problema es que los pisos turistas -en ocasiones piratas- conviven en un mismo bloque junto a los vecinos que llevan años viviendo en el barrio. Esta circunstancia también ha sido denunciada. Imagínense que cada semana les aparecen vecinos nuevos a vivir durante un par de días en la casa de al lado, sin saber si son respetuosos o si simplemente vienen a disfrutar de la noche madrileña, con las respectivas consecuencias que todo ello conlleva.

Inmobiliaria en el centro de Malasaña/Natalia Mosquera

La opinión del periodista y escritor Pedro Bravo sobre este asunto es que todo negocio está bien si es legal y se respeta a las demás personas. Lo mismo piensan desde la inmobiliaria Miren. Consideran que todo es un negocio, en el que cada propietario debe velar por sus propios intereses. Ellos como agencia inmobiliaria consideran que, si un ciudadano está dispuesto a comprar un piso que se encuentra por encima de su valor, son totalmente libres de hacerlo. Para ello, deben de tener un poder adquisitivo alto ya que vivir en Malasaña cada día está más caro.

Plataforma SOS Malasaña

Los vecinos de Malasaña están hartos y decepcionados tras ver en lo que se está convirtiendo su barrio. Prueba de ello, es que han decidido revelarse. Muchos de ellos crearon a mediados de octubre de 2018 la plataforma SOS Malasaña. Un movimiento vecinal que busca recuperar la identidad del barrio. Cada vez son más los vecinos que se unen a este movimiento que tanta repercusión está teniendo por redes sociales, y que comienza a hacer acto de presencia por las calles. En los balcones de numerosos vecinos del barrio se puede observar un cartel amarillo que hace referencia a la plataforma.

Marta se unió al movimiento porque quería recuperar la esencia del barrio. Considera que ahora parece un parque de atracciones en dónde los botellones y la suciedad son predominantes. Manuela Carmena está en el punto de mira por ser -según Marta- otra de las culpables de lo que está ocurriendo. Hasta que la plataforma SOS Malasaña no comenzó a obtener cierta reputación, el ayuntamiento de Madrid no hizo nada. Gracias al auge del movimiento, la policía ya ha comenzado a multar en la Plaza del Dos de Mayo. Un sitio dónde se reúnen los jóvenes de todas las edades para consumir alcohol y otro tipo de sustancias, y que de por sí ensucian aún más la imagen del barrio.

Comercio Electricidad Sanpol / Luis Cerezuela

Desde hace 5 años, Laura posee junto a su marido una tienda de electricidad en Malasaña. Se unieron al movimiento en señal de protesta por todo lo acontecido en el barrio. Ellos como comerciantes han notado en primera persona el proceso de gentrificación. Cada vez son menos los clientes que entran a la tienda. Sus clientes más habituales -vecinos de toda la vida- han ido abandonando el barrio progresivamente huyendo de la subida del precio del alquiler. Los clientes de ahora son mayoritariamente extranjeros y tan sólo van a la tienda para llevarse algo de recuerdo. Otros comercios como bares o restaurantes si se han beneficiado de todo esto. Según Enrique están llenos a todas horas y le dan ambiente a la zona. Una opinión muy contraria a la plataforma SOS Malasaña.

La gentrificación ha llegado al mundo de la música.

Numerosos son los artistas que en sus canciones hablan sobre este proceso. Pero nadie habla de ello tan claro como Blonde Poulain. Este artista ha compuesto numerosos temas haciendo referencia a este fenómeno, el cuál conoce muy bien porque durante los últimos cinco años ha vivido en Malasaña y Lavapiés. Todas las canciones que ha compuesto tienen una doble lectura. Busca preservar en el recuerdo aquello que para él merece la pena y por desgracia ha ido desapareciendo. Destaca que la modernización del barrio no debe de ser algo negativo, siempre y cuando se preserve y se actualice de una forma responsable y respetuosa con la tradición y el comercio local.

“Bares de viejos” o “Esgrima 7” son dos de las canciones dónde se puede adivinar su opinión. El artista cree que el problema no es tanto de los jóvenes, porque en los sitios más tradicionales hay gente de todas las edades. Resalta que la gentrificación no entiende de edades, sino de clases sociales y de poder adquisitivo. Una opinión que coincide plenamente con lo que piensan desde las inmobiliarias.