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El trabajo clandestino: la pesadilla de los empresarios

El trabajo clandestino

El trabajo clandestino fomenta la competencia desleal / Variación XXI.

– Las pequeñas y medianas empresas no pueden hacer frente a una competencia desleal en precios y servicios

– La ley española no ofrece una regulación eficiente para controlar las prácticas laborales ilegales

Tras la crisis que golpeó duramente a España, trabajar a domicilio y sin declarar se ha convertido en algo normal. La respuesta más frecuente de quienes ejercen esta práctica se reduce a una breve afirmación: «No me queda más remedio, es algo temporal’’. Y, como resultado, el trabajo clandestino se ha institucionalizado en sectores laborales tan distintos como puede ser el de la estética, los tatuajes o incluso la fisioterapia. De hecho, Isabel, Marcos y José Manuel, tres empresarios que sufren las consecuencias de estas actividades, nos cuentan sus dispares historias; aunque todas con un mismo factor común: la competencia desleal ¿En qué consiste? Ejercer una serie de prácticas ilegales que suponen una ventaja sobre los competidores del mercado de manera deshonesta.

Para las pequeñas empresas, sobrevivir en un país que ha llegado al 26% de paro y a los seis millones de desempleados (datos de la EPA), se ha convertido en todo un reto. Así lo cuenta Isabel, dueña de un centro de belleza desde hace once años en el que ofrecen todo tipo de servicios de estética: Uñas, depilación o tratamientos corporales. En su caso, esta actividad suele ser viable dentro de un domicilio sin una mínima inversión, por lo que pueden permitirse trabajar por precios muy baratos. «Al final, están devaluando la profesión, que cada vez se desvirtúa más. Pero también perjudican sus propios planes de futuro ya que no pueden cotizar’’, asegura. Es una realidad en la que los negocios se ven forzados a rebajar sus precios para intentar ser competitivos, lo que resulta prácticamente imposible teniendo en cuenta los gastos mensuales que supone mantener un negocio: pagar el autónomo, seguridad social, alquiler de establecimiento y su mantenimiento; además de sueldos, gastos en productos, etc.

trabajo clandestino

Interior del centro de estética En Vogue Nails/ Variación XXI.

Marcos, trabajador de un estudio de tatuajes en Zaragoza, reflexiona igual sobre la competitividad «La pregunta es si pueden elegir o no, si están así es porque no tiene otra cosa o porque no les ofrecen unas condiciones adecuadas. Pero hay que analizar de qué forma estamos siendo competitivos, por ejemplo, y si al final eso beneficia nuestro oficio’’. Estos profesionales sienten que estas prácticas afectan de forma directa a su trabajo. ‘’Afecta porque revientan el mercado a base de tirar los precios, evidentemente en casa no van a pagar impuestos’’, comenta Marcos.

Por otra parte, José Manuel, licenciado en fisioterapia y dueño de su centro de fisioterapia y osteopatía, habla a cerca de la situación actual de su profesión: «La competitividad en nuestro sector viene de la mano de aquellas personas que no tienen títulos oficiales como los masajistas o quiromasajistas con una formación basada en cursos breves, impartidos por instituciones privadas que les dan un título o diploma a nivel privado sin ninguna validez u oficialidad, lo que lleva a que ellos no puedan tratar ningún tipo de lesión ni realizar un tratamiento terapéutico como haría un fisioterapeuta, pero realizan estas prácticas ilegales sin pensar en las consecuencias que podrían tener para el paciente, llevándolos a empeorar una lesión al no tener los conocimientos necesarios para tratarla correctamente.

El trabajo clandestino

Clínica de José Manuel/ Variación XXI.

Todo ello también desemboca en el intrusismo laboral y los riesgos que ello conlleva, ya que los clientes acceden a todo tipo de servicios sin tener garantías de una formación profesional. En el caso de los tatuajes, son probables las infecciones sanguíneas por unas malas condiciones sanitarias. Según José Manuel , se está jugando con la salud de las personas ya que una lesión que no es muy grave y que puede tratarse de manera sencilla por un fisioterapeuta, puede convertirse en algo crónico si no es tratado como es debido. Además, el precio de sus servicios es más barato, y la gente solo mira el dinero y no la profesionalidad de las manos que les están tratando. «Todos somos iguales, vamos a lo barato. Es un problema nacional y europeo. En España vamos a la cola en cuanto al conocimiento de quien es profesional y quien no», comenta.

Una regulación legal ineficiente

¿Cuándo se convierte en una competencia desleal? Esta práctica puede producirse de diferentes formas y se mide específicamente por la Ley 29/2009. El objetivo de esta ley es el de proteger la competencia de los que se encuentran el mercado y participen en el. En el caso de Isabel y Marcos, consideran que la ley desampara totalmente sus sectores en lo que se refiere a competencia desleal. La rutina para denunciar actividades ilegales laborales es avisar a la Inspección de Trabajo para que comprueben si realmente se está ejerciendo alguna irregularidad y determinar una sanción. El problema viene cuando el inspector no tiene derecho a entrar en un domicilio particular: «¿De qué sirve denunciar si existe un enorme vacío legal ?» se pregunta Isabel con una risa irónica.

José Manuel asegura que el intrusismo laboral que sufre su profesión es muy grande y que no se le pone ningún tipo de solución. Les dicen que si ven algo que se salga de la legalidad que lo denuncien ante el colegio de fisioterapeutas pero realmente no solventan nada. «No interesa, puesto que detrás de las instituciones privadas que dan este tipo de formaciones y títulos normalmente hay políticos o intereses económicos y no interesa solucionar los vacíos legales que hay en la propia ley actual» asegura con indignación. Afirma que los fisioterapeutas no tienen ningún respaldo. Las leyes que hay en torno a la fisioterapia para nada ayudan al fisioterapeuta. Al revés, a la mínima que se comete un fallo, te penalizan. En su caso, un ejemplo de ello ha sido con la reforma de la ley de protección de datos. Al poco tiempo de entrar en vigor empezaron las inspecciones para acreditar si como profesional tienes todo en regla, si las historias clínicas están en su sitio, si los consentimientos están actualizados, etc. José Manuel como profesional, no ve trascendental el cumplimiento de estas normativas (que sí necesario) como realmente lo es un tratamiento que se adapte a las necesidades del paciente, ya que realmente es lo que se tienen que valorar dentro de la ley.

El trabajo clandestino

Interior de la clínica de José Manuel/ Variación XXI.

La otra versión: ¿Qué responden los que trabajan ilegalmente?

Es cierto que la situación laboral y social que inunda nuestro país no beneficia a que todo el empleo sumergido salga a la luz; así que también es necesario dar voz a la otra cara de la moneda.  En un momento de recesión económica, encontrar un trabajo que te permita vivir bien es difícil y, a pesar de que el trabajo ilegal afecta directamente a las arcas del Estado y fomenta la competencia desleal, para muchos es el único recurso. Álvaro Guzmán, estudiante de máster en tatuajes, trabaja en su casa tatuando de manera temporal: «Las empresas no quieren hacer contratos, sólo buscan a alguien que le haga el trabajo de forma eficiente y barata». Son muchas las personas que ejercen este tipo de competencia de forma voluntaria puesto que este método de trabajo les resulta más rentable ya que se evaden impuestos y evitan controles de trabajo al realizar esta práctica en centros no oficiales o desde su misma residencia. «La manera en la que yo lo hago me da mucha comodidad, tengo mi propio horario, lo hago cuando puedo, no dependo de una persona que me diga cuando tengo que hacerlo y cuando no tengo que hacerlo y me interesa mas de la manera de la que lo hago yo, es como un hobbie, me saco dinero y no me hace falta tener a alguien detrás», comenta Pablo.

Por otro lado, están aquellas personas que desean trabajar en un centro oficial y no pueden hacerlo por la situación laboral actual. ¿Qué hay de las personas que sí tienen una formación profesional y no pueden ejercerla? Este «quiero y no puedo» solo crea una desmotivación absoluta en miles de profesionales que sí poseen los conocimientos para llevar a cabo su trabajo y que actualmente se encuentran parados o ejerciendo su oficio de forma ilegal. Todos los profesionales entrevistados coinciden en el mensaje que les darían a las personas que deseen insertarse en el mundo laboral: «Deberán tener paciencia, formarse adecuadamente, acudir a seminarios y otras charlas de interés, mantenerse al día con la metodología, jamás dejar de actualizarse y sobretodo tener ganas de aprender el oficio y llevarlo a cabo de forma responsable».

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