Volunturismo, negocio turístico con la pobreza
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Las personas con un alto poder adquisitivo están buscando nuevos métodos de “no menospreciar” al pobre
En los últimos años, el número de personas que realizan volunturismo ha aumentado. Hay personas que viajan a países como, la India, Kenia, Costa Rica, Tailandia o Nepal, entre otros, para vivir una experiencia única, a la par que mejorar en algunos aspectos, tanto personales como profesionales. La sociedad no ha cambiado desde hace siglos y en ella está consolidado el pensamiento de las relaciones entre ricos y pobres, la “beneficencia”. Esta idea se ve reflejada en el término volunturismo.
Síndrome del salvador blanco
El volunturismo, es un término usado para referirse a la experiencia de viajar con el objetivo de ayudar y aportar algo al lugar de destino, este es “un turismo que incluye colaboraciones breves, de menos de un mes, en proyectos solidarios”, según define la Fundéu y que deriva del voluntariado y el turismo. Frente a este concepto se trata el voluntariado, que consiste en realizar algún trabajo o servicio por voluntad propia, sin esperar nada a cambio.
Ambos significados podrían verse como sinónimos, pero nada más lejos de la realidad, puesto que cuando se habla de volunturismo hay que tener en cuenta que se trata de un negocio en el cual el consumidor paga una cantidad de dinero a una empresa para que organice un viaje, en lugar de pagar a organizaciones y comercios locales del país de destino.
El volunturismo no es una invención del siglo XXI, y mucho menos de los millennials. Se inició en el siglo XIX y, desde entonces, ha ido cambiando su comportamiento y sus objetivos para poder responder a las necesidades cambiantes de la sociedad. El negocio ha crecido en un mercado competitivo, en el cual las empresas han sabido jugar con las ansias de poder de las personas, y los propios medios de comunicación han apoyado la balanza de lo que realmente significa el voluntariado.
Betiana Maggio, trabajadora social, explica los pensamientos racistas que derivan de estos negocios y el argumento de la meritocracia, muy utilizado por los sectores liberales.
Además del factor racista explicado por Betiana, cabe destacar la falta de sensibilidad y desconocimiento por los derechos de las personas. Una actuación muy común dentro del voluntariado es la toma de fotografías sin permiso previo, y además publicarlas en redes sociales. El hacerse fotos y selfies de niños locales es uno de los ejes centrales de la experiencia, y es que, como explica Kàra, Cooperante Internacional, y una de las fundadoras de Road2Help, esta gente “va, está en un hotel que la gente local no se puede permitir, bañándose en su piscina, tomando el sol y entonces, dedica una horita al día -para sentirse súper bien- a ir a abrazar a los niños y a las niñas -que además tienen la piel de otras tonalidades– y les hacen fotos sin pedir permiso a nadie y las cuelgan en tus redes sociales”, todo ello, señala, bajo “sus privilegios de europea blanca con pasaporte”.
Estas actuaciones han sido muy criticadas por los usuarios de las propias redes sociales que visualizan los contenidos y por distintas entidades, que han realizado campañas contra la realización de fotografías ilícitas y su publicación. Un ejemplo de ello es la campaña de thinkchildsafe, en la cual se representan a dos pequeños en una vitrina siendo fotografiados por turistas, una metáfora bastante cercana a lo que es la realidad.
La mayoría de estos actos de volunturismo los realizan, precisamente, perfiles de jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y los 46 años. Buscan ayudar en algo, pero en muchas ocasiones desconocen que hacer, lo que puede llevar a lo contrario, como cuenta Betiana según su experiencia “La gente quiere que la ayudes a conseguir hotel, lugares para comer, que la lleves a los proyectos, que estés detrás de ellos. Entonces, esto implica que la trabajadora social tenga que ocuparse de la voluntaria, en lugar de ir a hacer su trabajo de campo. La gente dice ‘voy a ayudar’, pero, después, espera un montón de cosas. Es más una molestia, decir ‘puf, tener que lidiar con esto ahora‘”.
Otra razón principal por la que estos viajes resultan atractivos para los jóvenes es el peso que tienen en el currículum. La nueva tendencia en el mercado laboral es valorar positivamente las labores de este tipo a la hora de seleccionar a su plantilla, por lo que participar en un voluntariado en un país del tercer mundo siempre es un valor agregado y positivo.
El volunturismo se presenta como una solución eficaz para hacer algo por el desarrollo de las sociedades del sur global, de este modo los participantes pretenden devolverle al mundo un poco de lo que ellos han tenido. Los jóvenes aspiran a ser parte del cambio, pero se olvidan del impacto de estos “voluntariados” en la sociedad a la que pretenden ayudar e, incluso, del propio significado del voluntariado.
Tráfico humano, abusos sexuales y obstáculos para el desarrollo de la economía local, son solo algunas de las realidades ocultas que tiene el volunturismo. “Nos creemos que tenemos o queremos salvar el mundo. Si nos lo cuestionamos, al final no es más que nuestro ego”, aclara Kàra.
El verdadero negocio del voluntariado
Son varias las organizaciones que se dedican a ofrecer y fomentar el volunturismo, pero ¿realmente tienen objetivos marcados sobre lo que quieren conseguir con esta experiencia?
Investigamos más profundamente sobre algunas de las que ofrecen voluntariado y turismo y descubrimos cómo venden sus proyectos para conseguir que la gente se interese. La empresa Projects Abroad, por ejemplo, ofrece paquetes de experiencias a un alto coste intentando causar impacto entre aquellas personas que quieran realizarlas. La estética que utiliza la empresa Give A Day Global, también llama la atención porque en su página web hay muchas fotografías de las experiencias que realizan y, es curioso cómo tratan de resaltar a las personas de diferentes razas a la blanca.
Ángela, de Tourcet, cuenta cómo en su empresa elaboraron una ckecklist proyectado a los criterios que debían de seguir aquellas organizaciones que venden o quisieran vender el volunturismo como un verdadero producto eficaz, ya que consideraban que muchas carecían de ellos.
La visión sobre estas empresas, que resultan intermediarias, es que son las que más se benefician de este tipo de voluntariado. Al final, tener que pagar para poder realizar un servicio en otro país, es comprarlo, por lo tanto, te estás involucrando en un negocio. Y, por si esto no fuera poco, además es que algunas de las empresas se quedan con una buena parte del dinero que, supuestamente, es para realizar el voluntariado y ayudar al país donde se viaja.
Sara Bourehiyi, secretaria de la asociación SOS Racismo, realizó un viaje de voluntariado durante sus estudios. Visitó Marruecos, donde debía ayudar a los niños de un colegio de la zona. Califica su experiencia como buena, pero critica el negocio que hay detrás de ello. Así lo cuenta.
Algo similar advierte Kàra, quien ha cambiado radicalmente su forma de vida y viaja a distintos destinos, allí busca formas de ayudar a la gente local. Explica que en su experiencia de investigación de voluntariados se encontró con una asociación que ofertaba voluntariado de 900 euros en Nepal, pero allí se puede vivir por unos 300 euros, según explica. Conociendo esto es cuestión de uno mismo querer gastar o no este capital, pero hay que informarse bien para no ser engañado. Ella personalmente prefiere ir al lugar por su cuenta y ya, si lo ve apropiado, donar el capital que considere.
En consecuencia, lo que resulta, es que estas empresas pretenden mostrar una imagen a la sociedad de los valores del ser humano que ayuda a la personas más desfavorecidas, pero, lo que aparentemente las mueve, a la hora de fomentar estas iniciativas, es la compensación económica que reciben por parte de esas personas que buscan vivir la experiencia.
También parece chocante el estereotipo que hay marcado del voluntario perpetuo de raza blanca que ayuda a personas de raza negra o cualquier otra raza distinta a la suya. Betiana considera que “hay un componente racista que tiene que ver con ‘son pobres, necesitan ayuda’ y mi ayuda, lo que yo puedo hacer por ellos, es muy válido”. La forma de actuar y comportarse con ellos, es señal de esa superioridad generada por la diferenciación de razas. Además, Kàra añade que “en el momento que empiezas a pagar se convierte en caridad, y como explica Galeano, la caridad es vertical, opresiva, de arriba a abajo, no como la cooperación o la solidaridad, que es una cosa más horizontal y justa”.
Turismo solidario saludable
Si está bien organizado y si cumple con los criterios de un proyecto con fundamentos, el volunturismo no tiene por qué tener esta perspectiva negativa que muchas veces recibe. Ángeles, de Tourcet, cita dos de los principales problemas de las empresas que se dedican a ello: por un lado, la calidad y el control de la realización del voluntariado y, por otro, la verdadera formación de las personas que lo realizan.
El nivel formativo de las personas que realizan el volunturismo es primordial para poder desarrollarlo adecuadamente. Sin el requisito fundamental de tener unos estudios necesarios para desarrollar estas tareas, la experiencia carece por completo del nivel de calidad necesario.
Las personas del país local confían en la profesionalidad de los voluntarios que acuden a su país, por ello, no van a poner en duda sus criterios profesionales, pero, la realidad, es que muchos de los participantes del voluntariado no poseen los conocimientos necesarios para realizar de forma correcta las tareas que se les encomiendan.
Por otra parte, resulta un poco ofensivo e intrusivo, ir a un país ajeno y ofrecerse como voluntario. Por suerte, en todos los países hay personas perfectamente capacitadas para desempeñar cualquier actividad que ayude al desarrollo del país y de la población que habita.
Tampoco los recursos ofrecidos son suficientes para ayudarlos toda una vida, sino de forma puntual. Kàra destaca su propia experiencia.
Muchas veces el tiempo que se está en un voluntariado no es suficiente para mejorar la vida de esas personas. Les aportas algo diferente o beneficioso durante un rato, pero, después, ellos siguen su vida y la persona que realiza el voluntariado, la suya. Por esto, también es importante plantearse el método que se elige para ayudar. A lo mejor, es más positivo hacerlo desde la distancia que acudir a un país a realizar alguna actividad momentánea que sirva de poco a esas personas.
Al final, la cuestión que toda persona que quiera realizar un voluntariado sano, debería replantearse hasta qué punto busca un objetivo solidario o realmente solo quiere lavar su imagen de cara a la sociedad o, incluso, reconoce Sara, “aumentar su capital social”.
Está bien querer ayudar a la gente, y siempre hay alguna manera de hacerlo, pero hay que tener en cuenta que es importante la documentación y la información para no caer en un falso voluntariado y terminar haciendo nada o incluso perjudicando a quien se quería apoyar. Esta tarea en muchos casos no es fácil, sobre todo si se habla a nivel internacional.
En primer lugar se debería de hacer una reflexión, sobre uno mismo y sobre los demás. A quien se quiere ayudar y cómo se va a hacer, qué puede aportar uno mismo y qué necesitan las personas. Hay que pensar si es realmente necesario irse fuera, cuando seguramente en nuestro país también haya gente que lo necesite, si uno está capacitado para las funciones que va a ejercer en el voluntariado y si de verdad se beneficia. Además, añade Kàra, que “existe la profesión de cooperante. Si realmente queréis hacerlo, formaos”
Una vez se tiene claro el voluntariado que se va a llevar a cabo hay que hacer una labor de investigación y buscar aquellas empresas y asociaciones por las cuales podríamos llegar a ayudar. Esto en ocasiones es complejo, puesto que actualmente una persona puede encontrarse con un espacio muy organizado y perfecto para la colaboración, pero por otro lado se puede ver estafada o decepcionada.
Kàra, una mujer solidaria y viajera que ha dedicado un gran tiempo de su vida a visitar países y aportar su ayuda explica, desde su experiencia, que hay que identificar a la hora de explorar las distintas compañías y entidades para saber que lo que se va a realizar es serio.
Por último entra en juego el factor económico. Muchas compañías encargadas de voluntariado ofrecen un precio a su producto, en este precio está incluido el alojamiento y la manutención, pero como señala Kàra, hay que conocer el lugar. Una vez allí hay que apelar a la moralidad y ética, comprender cuales son las capacidades individuales y llevarlas a cabo. Hay que tener en cuenta que se está tratando con personas, individuos con derechos y merecedores de respeto, por ello hay acciones que se ven que son totalmente inapropiadas, como por ejemplo realizar fotografías sin consentimiento o creerse superior. No hay que olvidar nunca que el voluntariado es hacia los demás, no es por uno mismo. Si se toma la iniciativa de llevarlo a cabo hay que dejar el egocentrismo y los prejuicios a un lado y pretender ayudar de verdad siempre buscando el beneficio de los demás y no el propio.
Muy buen post, desconocía todo sobre este tema, muy educativo
Muy interesante, este es un problema muy desconocido y normalizado y nadie ve la otra cara de la moneda. Genial 👌👌
Increíble reportaje
¡¡¡Me parece muy interesante!!!☺️☺️