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periodismo universitario en internet

El regreso del ocio y la vida nocturna

Discotecas panemia covid19 mascarillas fiesta

Foto de Edoardo Tommasini en Pexels

  • El fundador de Cuenca Club cuenta cómo ha cambiado la fiesta a raíz de la pandemia, la vuelta a la normalidad está siendo progresiva

  • El público joven vuelve progresivamente a las discotecas debido a que la vacunación les hace perder el miedo a contagiarse

Si le preguntas a un paciente de COVID-19 cómo le ha afectado o qué ha supuesto la enfermedad para él, probablemente responda que ha tenido un fuerte catarro, que ha tenido fiebre y que desde entonces se ha convertido en alguien más cauteloso. La pandemia no solo ha afectado a las personas, también ha cambiado todo nuestro entorno. Por eso, al igual que un paciente de COVID ha sufrido y ha visto modificada su vida, también lo han hecho los entornos educativos, el transporte, y por supuesto actividades tan señaladas como el ocio nocturno. Los propios negocios, tras casi dos años de cierre, han sufrido repercusiones y cambios, y ahora que han reabierto las discotecas, el debate sobre la actitud de la gente joven suena con más fuerza, sobre todo tras los botellones, que han sustituído las fiestas en discotecas durante meses. 

Borque sobre el ocio nocturno

@soyborque (Instagram)

Andrés Borque decidió hace 8 años que la carrera que estaba estudiando no era lo suyo y tuvo la oportunidad de empezar una nueva vida. Por aquel entonces, la Sala Pirandello cedió una de sus salas para llevar al público una fiesta con su propio sello de identidad.  Tiempo después y dada la gran afluencia, la Sala Pirandello le cedió dos salas más, y entonces nació lo que hoy se conoce en Madrid como Cuenca Club.

A día de hoy, se ha convertido en una de las discotecas más famosas de la ciudad, y cada sala cuenta con diferentes estilos de música, desde reguetón, hasta canciones ochenteras e incluso de Disney, todo enfocado en un ambiente Queer, “heterofriendly” en palabras de Borque.

El comienzo de la pandemia

Al principio, cuenta Borque, se pensaba que la cuarentena iba a durar poco, pero después se alargó a más de tres meses de confinamiento. Para él fue un parón que consideró bienvenido, pues vivía una etapa de mucha carga laboral, pero que, al pasar el tiempo, la ausencia de ingresos se notó muchísimo. Lo cierto es que no estaba perdiendo dinero, pues Cuenca no es una discoteca como tal, sino una sesión semanal en la Sala Pirandello. Es decir, Sala Pirandelo permite a Borque hacer una fiesta (Cuenca Club) unos días concretos, y ellos se llevan una parte de las ganancias y además aportan parte del personal. Al ser una fiesta ocasional y no una discoteca diaria, no tuvo que preocuparse por alquiler o personal, pero  esto no cambió que era un ingreso con el que contaba y que notó en su economía personal. Nunca se planteó cerrar Cuenca, aunque confiesa haberlo pensado a raíz de conflictos con los trabajadores de la Sala Pirandello. 

 “Pensamos de forma distinta sobre cómo debe funcionar la noche. En general, el mundo de la noche es complicado”.

 La etapa más complicada del año fue el momento de presentar la declaración de la renta de 2019, ya que, al no tener ingresos, no pudo afrontar el pago como otros años. Está claro que el objetivo de una fiesta es el buen rollo, pero como dice Borque “yo también me encargo de una hipoteca”.

Cuenca club cerrada

Cuenca Club cerrada (Nicolás Fernández)

Cuenca es un caso especial, porque sigue un modelo de negocio distinto a otras discotecas convencionales. En este último año y medio hemos visto noticias sobre discotecas que han quebrado porque no han podido recuperarse debido a las pérdidas económicas que ha traído la pandemia. Casos como Colonial Norte, que tuvo que cerrar definitivamente y que ha anunciado que, de momento, no planean reabrir.

Otro caso es la famosa Bowi, donde todos los jueves permitían a los clientes meter su propia botella de alcohol, ahora ha desaparecido por completo, dejando su lugar a Nox, cuyos temas son de música electrónica.

Y aunque otras discotecas han podido sobrevivir, como Kapital o Teatro Barceló (a pesar de las polémicas fiestas que incumplían todas las restricciones), los datos revelan que las pérdidas acumuladas en el sector del ocio nocturno superan los 3.000 millones de euros. Cabe resaltar que el ocio nocturno no se limita a las discotecas, también hablamos de karaokes, pubs y otro tipo de negocios de vida nocturna. Todos ellos se vieron afectados por la llegada de la COVID, pero con el toque de queda, lo cierto es que muchos pudieron reabrir y ofrecer una alternativa a las discotecas, que permanecían cerradas. 

Debido a esto, muchas discotecas se adaptaron a las normativas y ofrecieron comida y copas con música de fondo (algunas hasta tenían espectáculos) hasta la hora de cierre. Los pubs se convirtieron en la mejor opción para salir, aunque el público del ocio nocturno había encontrado alternativas desde que acabó el confinamiento.

 

La juventud se adapta por naturaleza

Tras más de 140 millones de casos a sus espaldas, la COVID ha creado una nueva mentalidad entre los jóvenes, una nueva forma de ver la vida. Es esta la idea que reflejan ellos mismos con sus palabras, ya que cuando hablan del ocio nocturno no lo hacen de la misma manera que hace dos años.

Durante este año y medio de pandemia, la opinión ha estado polarizada en muchos sectores, y el de los jóvenes no iba a ser menos. Por un lado están, los que en todo momento han sido conscientes de la situación sanitaria en la que estábamos y que censuraban cualquier comportamiento fuera de las normas establecidas. Por otro, los que sentían que estaban perdiendo años de su juventud y echaban de menos aquellas noches sin toque de queda, sin cierre de los locales, y con fiesta y diversión asegurada. 

Las alternativas de ocio no tardaron en aparecer, como hacer fiestas en casas o juntarse en los bares hasta que la hora de cierre lo permitiera, pero ahora que se han quitado todas las medidas, parece que los jóvenes han cogido con ganas el regreso del ocio nocturno y las discotecas. Las colas para entrar a los locales son la tónica habitual, así como protestas porque se hayan subido los precios de las consumiciones. Algunos reflexionan que actualmente parece como si el coronavirus ya no existiese, y el interior de las discotecas fuese un oasis en el que todo vuelve a ser como era antes de marzo de 2020.

 

 

El ansiado regreso  

Desde el primer momento, Borque notó que el regreso a las discotecas fue complicado. La gente tenía miedo de volver a salir de fiesta, pero, tras la vacunación, dice que ese miedo se ha transformado en ganas de salir. En la primera fase del nuevo ocio nocturno, aquella en la que se podía acudir en mesas, pensaron que la gente no iba a querer ir a Cuenca porque tendrían que estar sentados y con mascarilla, pero se sorprendieron al ver el grato recibimiento por parte de los fieles al local. Al principio, para cumplir las medidas sanitarias y verificar su cumplimiento, tuvo que contratar a más personal, pero esto supuso un segundo cierre pues las cuentas no cuadraban. Eran más los gastos que los beneficios.

Desde el 8 de Octubre, con la aprobación de una nueva Orden de Sanidad, ya se permite acudir a los locales y estar de pie, en zonas reservadas separadas y, quien lo desee, puede estar en la pista de baile siempre que utilice la mascarilla y mantenga la relativa distancia de seguridad.

Borque piensa que después de tanto tiempo sin salir, la gente piensa en disfrutar y no en las consecuencias, los trabajadores no pueden estar constantemente atentos a los clientes, pues deben mantener la atención en su trabajo y, al final, es una guerra perdida. Esto se ve reflejado en los propios jóvenes, los cuales aseguran que con estar vacunados se sienten seguros y reconocen quitarse la mascarilla de vez en cuando como “acto reflejo”.

“Sí es cierto que muchos respetan las normas a rajatabla, pero la mayoría quiere bailar y disfrutar como antes de la pandemia”.

Con la llegada de la nueva normativa sanitaria, cuyas restricciones se resumen en mascarillas y distancia interpersonal, los precios se dispararon, las entradas de las discotecas pasaron de tener un precio medio de 20€ a más de 40€. Cuenca ha vuelto a bajar sus precios gracias a la recuperación económica que tuvo. 

“La economía de la gente sigue siendo la misma de antes de salir de fiesta”.

 

Vuelta al ocio nocturno en Cuenca Club

“Adiós a Improvisar a la hora de salir en Madrid”, El País

Los años perdidos por la pandemia no son un problema, en opinión de Borque, no hay un choque generacional entre los más mayores y los nuevos mayores de edad.

El ocio nocturno se caracteriza por adoptar y ser distintivo del espíritu interior de las personas y no de la edad.

Sin embargo, Cuenca, que siempre ha sido una fiesta de ambiente Queer, últimamente está teniendo más afluencia de público heterosexual. Resalta, además, que es un cambio el doble de llamativo, porque Cuenca no solo funciona en Madrid, sino que también existe un Cuenca en Barcelona, y esta innovación también está ocurriendo allí.

Muchos consideran que el fenómeno de los botellones ha sido la gran alternativa a las discotecas, y que podría suponer una amenaza para las mismas. Borque, sin embargo, no considera que los botellones resten público al ocio nocturno, porque los botellones siempre han existido y existirán.

El público es quién decidirá en qué lugar disfrutar de su noche, al fin y al cabo son formas complementarias de pasárselo bien. Y si por casualidad alguien se lo preguntaba, Borque también nos confesó el origen del nombre de la fiesta: Cuenca. 

“Pues porque la fiesta tiene mucho aire de fiestas de pueblo, así que queríamos algo provinciano. Podría haber sido Albacete, pero me gustan los juegos de palabras”

 

La situación de los trabajadores de ocio nocturno

El parón supuso en su día la pérdida de casi 20.000 puestos de trabajo y una facturación de un 40% menos con respecto al 2019 (época pre covid) según los datos ofrecidos por un reportaje de ok.diario. Con la llegada de los ERTEs la situación no mejoró demasiado, y muchos de estos trabajadores se vieron obligados a cambiar su estilo de vida, ya sea volviendo a casa de sus padres o buscando trabajo en otros sectores. Las pérdidas económicas llevaron a los trabajadores a situaciones realmente complicadas, pero con la reciente reapertura del ocio nocturno, puede que la situación de la vuelta de nuevo.

Cuenca Club no ha sido el único local que ha vivido una situación cambiante en los últimos meses debido al COVID. Sofia Mariblanca trabaja como camarera desde hace dos meses en La Pocha. El pub, situado en la calle Ponzano, es un caso un poco distinto al resto ya que tras una larga temporada sin abrir por las restricciones del Estado, supo remontar y transformarse en uno de los sitios que más éxito están teniendo en la noche madrileña. Uno de los aspectos que puede indicar el éxito del club es que a diferencia de muchas otras discotecas de la capital, la entrada es gratuita y el precio de las consumiciones no es tan elevado como se ha visto en otros lugares. 

“Las copas están a ocho euros, que para ser Madrid no es tan caro”.

El club nocturno La Pocha antes de abrir sus puertas (Fátima Solano)

Club La Pocha antes de abrir sus puertas (Fátima Solano)

Como personal de La Pocha, en el poco tiempo que lleva, Sofía ha vivido un cambio en la hora de mayor afluencia. En estos momentos la hora más fuerte es de las 9 a las 11 y media o 12. Entre unas horas y otras existe diferencia de ambiente, música y público. Mientras que en días de entre semana y a horas más tempranas el público se centra en personas que trabajan en las oficinas de Nuevos Ministerios y acuden al afterwork, en fin de semana el público es joven (no supera los 25 años),  algo que se estaba buscando, ya que en la zona los clubs suelen llenarse con gente más joven aún. En definitiva, según nos cuenta Sofía, con la mejora de la situación poco a poco se va notando una vuelta a la normalidad, y La Pocha Club es uno de los locales que ha sabido adaptarse y buscar las formas más eficientes de atraer a diferentes públicos a pesar de la situación dada en el ocio nocturno.

 

Aprovechar el momento

Es imposible hacer balance de todos los sectores que se vieron afectados por la pandemia del coronavirus, y a lo largo de estos casi dos años ha habido momentos muy difíciles para gran parte de la población. En este caso concreto, el del ocio nocturno, han tenido que sobrevivir a un sinfín de cambios legislativos, a tener los negocios cerrados durante meses a la espera de la mejoría de los datos de contagio y a ser señalados como un peligro para aumentar la incidencia. Los trabajadores de las discotecas han tenido que buscarse otro tipo de trabajos para poder sobrellevar el parón en el que se encontraba la vida nocturna.

"El fin del estado de alarma se celebra en la calle con cervezas y al grito de libertad", El Confidencial

“El fin del estado de alarma se celebra en la calle con cervezas y al grito de libertad”, El Confidencial

Y por último, los jóvenes. Aquellos a los que muchas veces se les ha tildado de egoístas y de que solamente pensaban en su diversión y en sus ganas de salir de fiesta. Lógicamente ha habido gente que no se ha comportado a la altura de las circunstancias y que ha tenido un comportamiento irresponsable durante la pandemia, pero hace falta ponerse en la piel de toda una generación a la que se le privó durante meses de la vía de escape que suponen las discotecas y el ocio nocturno. Y ahora, han vuelto con fuerza.

Todavía quedan muchas preguntas en el aire. ¿Habrá una nueva ola este invierno? ¿La vacuna es la garantía de poder estar disfrutando de las discotecas como se hacía antes? ¿Volverán a echar el cierre los locales nocturnos debido al regreso de medidas restrictivas? Lo que está claro es que es un negocio que ahora mismo vive una época dorada, gracias a las ganas de la juventud por disfrutar de ello tras haberlo echado en falta durante meses y con miedo a que vuelva a desaparecer de sus vidas.

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