Generación de cristal: El miedo a lo desconocido
“Generación de cristal” es un término acuñado por la filósofa Monserrat Nebrera para referirse a los nacidos tras el 2000. Son nativos digitales, expertos en tecnología y con acceso directo a la información. Viven inmersos en un mundo tecnológico efímero, rápido y audiovisual, y es ahí y a través de las redes sociales donde realizan la mayor parte de sus interacciones con sus iguales.
Estos jóvenes son descritos por generaciones anteriores como volubles, sensibles y con un sentido exagerado de lo que es políticamente correcto. Además, son vistos como impacientes ya que están acostumbrados a obtener información y realizar trámites más rápido gracias al internet. Son emocionalmente frágiles como el cristal porque todo su mundo digitalizado les deja indefensos, convirtiéndolos en personas individualistas y poco capaces para tolerar la incertidumbre o la frustración. Lo que hace que tengan baja confianza en sus capacidades y necesiten aprobación constante.
Sin embargo, son la generación que ha empezado a cuestionarse cómo funciona la sociedad y si esta forma que conocemos es la mejor manera de vivir. Buscan los cambios sociales y se comprometen defendiendo su causa a través del mundo que dominan, el tecnológico. Hay quienes afirman que tiene el nombre de la “Generación de cristal” por su debilidad y porque “no aguantan nada”, pero la gran cuestión es: ¿No aguantan nada o su rechazo a lo conservador ofende a otras generaciones?
Por ello, hemos decidido contrastar este concepto con la opinión de profesionales que lindan, diariamente, con dicha generación. Nos acercamos a la Academia Lingva, en Getafe, y contamos con la participación de profesores y padres del centro para que nos expongan sus ideas sobre la generación de cristal.
Por otro lado, para poder referirnos a una base profesional y fundamentada hemos contactado con Maria Isabel Moreno Cardaba, licenciada en Psicología por la UAM, y especializada en Psicología Clínica, psicoterapeuta por la FEAP (Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas) y por Europsy (Colegio Oficial de Psicólogos), y terapeuta de Pareja y Familia por FEATF . Es además docente en varios másteres de Psicoterapia Sistémica, y actualmente trabaja como psicoterapeuta en la clínica Mapa Sistémico, en Madrid.
Nos hemos citado con ella para poder brindar solidez teórica a las preguntas que nos genera este término. ¿Cómo se presenta este concepto desde el punto de vista de un psicólogo?¿Verdaderamente esta diferenciación se ve reflejada en sus pacientes?
Maribel nos explica que para ella, el término “generación de cristal” le trae a la cabeza la palabra: ambivalencia. ” Por un lado la idea de pensar que la nueva generación es más inestable, más frágil, menos tolerante al rechazo o crítica, me hace pensar en una cierta vulnerabilidad” nos cuenta, “y por otro lado pienso en por qué nosotros hemos aceptado esa crítica. A lo mejor a mi me parece bien que la gente joven no lo tolere tanto”.
¿Por qué crees que se le ha dado este nombre?
Claramente se le ha dado nombre pensando en que efectivamente cada vez nos encontramos con más personas jóvenes que muestran sus inseguridades, su necesidad de ir al psicólogo, respuestas físicas y de ansiedad relacionadas con la presión, etc. Por eso se le ha dado.
Cosas que nosotros asumimos como que teníamos que aceptar la gente joven no lo considera así.
¿Lo consideras un término correcto? ¿Por qué?
El término no lo considero correcto, porque efectivamente parece peyorativo. Buscaría un término que hiciera referencia a la idea de el derecho a ser capaz de mostrar la vulnerabilidad y no tener que asumir que tengo que aguantar mil cosas en el trabajo, mil maneras de que me trate un profesor… no tengo porque aguantar mil cosas que nosotros dábamos por hecho.
A la hora de hablar de la crítica que esta generación ha vivido por parte de otras anteriores, Maribel recalca que se debe, en parte a la inconsciencia. Se da por hecho que su comportamiento, por ser el que han vivido, es el natural, y el que por tanto debe ser aceptado. Esto solo remarca la poca conciencia que existe sobre lo que no se tiene por qué vivir y sí se da por hecho.
Sin embargo, opina que esto no es algo que esté afectando a los jóvenes, sino que estos cada vez tienen más clara su posición, y aunque a veces pueden recibir malos comentarios en, por ejemplo su propia casa, “creo que está bien que los jóvenes escuchen eso y sepan dar los argumentos adecuados, aunque a veces también el joven se pase, solicitando algo que igual no estamos preparados para entender“.
Yo creo que los jóvenes actúan de esta manera porque verdaderamente les hemos dado una educación diferente. Una educación de valores en el respecto a la infancia, en el la individualidad, etc.
“Les hemos dado una serie de mensajes super buenos pero contradictorios“, plantea Maribel, “si yo me veo como alguien que tiene derecho a mostrarme como soy, a decir lo que siento y a expresarme, luego no podemos decirle a la gente joven que no exprese estos sentimientos, si es precisamente en lo que hemos educado: los sentimientos, las emociones y los valores”. Los jóvenes, según piensa, son en realidad la generación más preparada para hablar del mundo emocional, mucho más que, por supuesto, generaciones anteriores, como la boomer.
¿Crees que este término será pasajero o realmente marcará un antes y un después en el cómputo general de la sociedad?
Yo creo que el término depende de vosotros. Depende de la capacidad que tengáis vosotros de colocarnos a los mayores en nuestro sitio. Es la tarea que os toca a los jóvenes, la de educarnos, y enseñarnos que el mundo afectivo y de la individualidad, el puedo ser lo que quiero ser sin ser juzgado, lo tienen que respetar.
Creo que todas las generaciones son de cristal para la anterior.
¿Consideras que las circunstancias sociales vividas han sido determinantes para la evolución de estas generaciones?
Sin duda las circunstancias sociales han determinado esa evolución en las generaciones. Nada de lo que está ocurriendo es ajeno a lo que pasa económica, social y culturalmente, es decir, cada uno somos hijos de un momento y situación histórica concreta que determina sin duda los procesos que se viven.
Por otra parte y en relación a este tema, también queríamos contar con la voz de Carla García, licenciada en Psicología por la Universidad Francisco de Vitoria. La hemos seleccionado a ella para contrastar con las opiniones e ideas de la nueva generación. Además, su paso por la Fundación ANAR y el trato directo con la generación de cristal le ha proporcionado una visión más amplia y profesional del tema.
Nos citamos con ella para realizarle diversas preguntas acerca de su opinión sobre este concepto y, lo que más interesante nos parecía, su visión como persona perteneciente a esta generación.
En primer lugar, nos pareció importante comenzar zanjando la definición que a ella le merece este concepto, y Carla apuntaba que “la creación de este término va ligado a lo creado por la sociedad”. También, señalaba que este concepto, creado por la sociedad, se une directamente con las personas nacidas en el año 2000 en adelante, simplemente “porque reivindican sus derechos y se quejan con mayor fervor”.
“Esta generación no la definiría como “de cristal”, sino mucho más luchadora”.
Además en línea con esta definición queríamos saber el por qué y las ventajas que tiene pertenecer a dicha generación, a lo que ella rebate el término incidiendo en que “esta generación no la definiría como “de cristal”, sino mucho más luchadora”. De la misma manera expresa que la mayor ventaja de la generación de cristal es “la posibilidad, la valentía y la libertad de expresar sus sentimientos e ideas”.
Como ya bien ha comentado previamente la psicóloga Carla García, el término “encasilla a un grupo de jóvenes”, pero “no debería limitarles en la lucha por expresar sus ideas”, respondiendo, de esta manera, a nuestra pregunta sobre la connotación negativa que ofrece el término de generación de cristal. Y, también, quisimos saber por qué los adultos o generaciones previas tenían esa visión sobre los jóvenes de hoy en día, a lo que contestó que “son generaciones son muy diferentes, ya que ellos se criaron en un ambiente de censura”.
Otra de nuestras preguntas fue referida acerca de las connotaciones que se da a los jóvenes de vagos en los ámbitos educativos y laborales, a lo que Carla justificó con que “es otra época. Nuestros padres nos comparan y dicen que a los 16 años ya estaban trabajando, cuando, probablemente, ellos no gozaron de una educación tan completa como la nuestra”. También, añade que “para los jóvenes de hoy en día es más complicado porque existe una mayor competencia, por lo que no justifico este término”.
Y, precisamente, en relación con las exigencias y el trato de los padres con los jóvenes, preguntamos sobre la famosa sobreprotección: “Hay casos y casos, pero al final las generaciones cambian y eso acaba justificando esta sobreprotección, donde a veces te perjudica y otras no”.
“La falta de autoridad perjudica a los jóvenes en su salida al mundo laboral”.
También consideramos de gran interés y relevancia tratar sobre la falta de autoridad, concepto que linda con la sobreprotección previamente mencionada, a lo que Carla asegura que “la falta de autoridad y sobreprotección perjudica a los jóvenes, sobre todo en su salida al mundo laboral, porque no terminan de estar preparados”.
Carla García nació en el año 2000, por lo que, según los estudios pertenece a esta generación de cristal. Por ello, la hemos preguntado si ella se siente perteneciente y ha respondido que “no creo que se deba marcar por el año de nacimiento, sino más bien por la forma de pensar y expresar lo que sientes. En cambio, si el pertenecer a la generación de cristal significa decir libremente lo que piensas, pues entonces yo también pertenezco a ella”.
¿Crees que esta generación ha supuesto un cambio radical en la visión social de la salud mental?
“No lo considero un cambio radical, como tal. Creo que todavía falta mucho por dar, muchos pasos por recorrer, pero sí que es cierto que lo más importante, que es el dar el primer paso y visibilizar lo importante que es la salud mental lo ha hecho esta generación”.
¿Consideras que las redes sociales afectan en la baja autoestima de los jóvenes llevando a la necesidad de obtener un reconocimiento constante?
“Sin ninguna duda pienso que sí. Lo que se muestra en redes sociales es totalmente falso, incluso para la misma persona que lleva “esa vida”. Ahora lo que se estila es intentar tener un cuerpo perfecto y, se está viendo que la gente que tiene más influencia y más seguidores es este tipo de gente, que al final muestra una vida ideal que para nada es así. Y, al final, cuando nosotros ahora tenemos más acceso a los móviles y redes sociales, y estás tan expuesto a eso y todos los días lo estás viendo, y estás viendo que se aplaude y se alaga eso, pues intentas llegar a un ideal que, evidentemente, no se puede conseguir”.
En línea con las redes sociales, Carla expone que no son todo aspectos negativos lo que nos ofrece, ya que la sensibilidad de esta generación también está respaldada por los aspectos positivos de estas. Así lo interpreta ella: “Nuestra sociedad viene de unos antecedentes con mucha censura y, de alguna forma, se han comenzado a visibilizar los problemas de la gente. Y, ahí, han entrado las redes sociales, que aporta una de cal y otra de arena y, en este caso, te permite ver el apoyo y el respaldo de quienes sienten y piensan lo mismo”.
¿Acuden a terapia muchos jóvenes por estas situaciones? Si es así, ¿crees que es uno de los problemas más comunes hoy en día?
“Sí, además por el mismo hecho que he comentado antes, se ha visibilizado mucho la importancia a la salud mental, también creo que el principal motivo es por el tema de la baja autoestima, que es lo que más merma a los jóvenes de hoy en día”.
En conclusión, la psicóloga Carla García ha terminado exponiendo que los aspectos positivos de la generación de cristal son “la visibilización de la salud mental y los diferentes problemas del día a día. Es una generación muy fuerte y usa esa libertad, que todos tenemos, para expresar lo que siente”. Y, en relación a los aspectos negativos destaca la sobreprotección de los padres.