Sobrevivir en el fútbol modesto: Aravaca CF
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Las escasas ayudas de las entidades públicas ponen en riesgo la vida del club
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Tras la pandemia, la situación ha empeorado con la pérdida de inversores privados
El Aravaca CF, un histórico que cumple 90 años, es para muchos aficionados más que un club de fútbol. Con sede en el barrio madrileño de Aravaca, durante mucho tiempo ha sido, además de una escuela de fútbol donde multitud de jóvenes y niños han desarrollado lo que era una simple forma de diversión, un centro deportivo donde aprender los fundamentos del fútbol y desarrollar disciplina y valores de una organización deportiva de alto nivel. Además, ha servido durante años para dar una salida diferente a la del ocio habitual e integrar a la gente en un barrio cohesionado por el fútbol. Sin embargo, el club no siempre ha gozado de buena salud y, como la mayoría de los que pertenecen al fútbol modesto, el Aravaca CF lucha día a día por continuar ampliando su historia.
En el otro lado del ring se encuentran los costes cada día más elevados y la dificultad para financiarse. El propio Presidente del club, Emiliano de la Cal, mira con preocupación al futuro de la entidad: «Cada día se hace más complicado mantener el club a flote. Perdimos patrocinadores clave durante la pandemia y ahora los costes de electricidad, agua y mantenimiento han subido de forma drástica. La falta de ayudas, tanto privadas como públicas, hacen del futuro del club una lotería».
La vida del club, un ejercicio de resiliencia
La falta de financiación les está llevando a situaciones muy complicadas, ya que la misma se ve reflejada en el deterioro del material deportivo y en la ausencia de mantenimiento para las instalaciones. En la actualidad, la adquisición de nuevo material es algo que ni se les pasa por la cabeza, ya que hay otros asuntos prioritarios como hacer frente a los los pagos de las licencias federativas y sueldos del personal que ronda los 400.000 euros (para toda la temporada) y proveedores entorno a los 80.000 euros. A esto hay que añadirle los suministros de luz y agua, además de los gastos que se producen en el día a día como pueden ser los desplazamientos a los partidos y la cuota de los árbitros, abonada en el momento de disputar cada encuentro.
Fernando Cuevas, uno de los jugadores veteranos del equipo, nos habla de esta situación desde su punto de vista: «Cada vez nos cuesta más acceder a cosas básicas. A veces no sabemos si habrá fondos suficientes para cubrir el transporte a los partidos fuera de casa y, en ocasiones, tenemos que compartir material de entrenamiento. Nos sentimos en desventaja frente a otros equipos que cuentan con mayores recursos».
Existe, entre los propios jugadores, un enorme temor a que el club llegue a engrosar la lista de entidades que dejaron de existir, ya que algunos de ellos lo consideran incluso una segunda casa, donde han crecido, disfrutado y sufrido, dejando una huella imborrable en ellos, y con la sensación de que pueden perder algo importante e irrepetible de sus vidas. No es simplemente el hecho de que puedan quedarse sin equipo y pasar un año en blanco, si no que lo sienten como la pérdida de parte de su identidad.
Diego Bermejo, 23 años y mediocentro, comparte sus impresiones en este mismo sentido: «Este equipo significa mucho para nosotros. Venir aquí no es solo jugar al fútbol, es sentir que perteneces a algo. Si el club desaparece muchos de nosotros perderíamos un lugar donde hemos crecido, hecho amigos y aprendido sobre el esfuerzo y la dedicación».
La búsqueda de soluciones: esfuerzos por salvar al Club
De la Cal, junto con su el resto de miembros de la directiva, están estudiando las formas con más posibilidades para intentar salir de esta complicada situación que no le es ajena en los 24 años que lleva al frente de la entidad: «Estamos buscando nuevos patrocinadores, organizando eventos de recaudación y tratando de colaborar con otras instituciones deportivas». No obstante, también considera que estas medidas pueden no llegar a ser suficientes, por lo que reclama un mayor apoyo de las entidades públicas.
Quizás la medida más original que ha surgido entre todas las propuestas ha sido la de lanzar una campaña de micromecenazgo en plataformas digitales. Se basa en que tantos seguidores del Club como vecinos particulares que se sientan identificados con él (además de pequeños negocios o comercios que no pueden permitirse un patrocinio) puedan aportar en la medida de sus posibilidades los suficientes fondos para que al menos puedan cubrirse los gastos básicos del club. En palabras de su Presidente la idea está clara: «Queremos que la comunidad se involucre, que sientan que el Aravaca CF es también suyo, algo que vemos en la gente, pero intentando tener un mayor alcance».
Otra forma de dar de comer a unas arcas vacías son las rifas, que además de hacerse durante los días de partido también se han implantado durante la semana con otros objetos que en su mayoría los aficionados donan. Destaca también la gran implicación de los propios padres y familiares de los jugadores y de un gran número de vecinos que dedican buena parte del poco tiempo de ocio del que disponen a fomentar y apoyar estas actividades con las que facilitar que la historia del club siga escribiéndose sin punto final.
El papel de la comunidad y la importancia de las instituciones públicas
Ricardo López, vecino de Aravaca desde hace más de 30 años, no falta a su cita con las actividades del club y tiene claro que su futuro pasa por la gente: «Este club es nuestro y, si hace falta, lo defenderemos hasta el final».
Los vecinos del barrio pueden ser fundamentales para lograr que estas campañas vayan más allá de sus propias calles y consigan tener el recorrido suficiente para que alcancen el entorno de las administraciones públicas. De esta manera pretenden que se active una de las vías más importantes de cara a solventar esta situación.
Sin embargo, según el propio Presidente, estas acciones conseguirían salvar la situación actual, pero habría que tomar también medidas a más largo plazo y plantearse objetivos para que el Club perviva a varios años vista, intentando evitar volver a pasar por esta situación. Y esto quizás sería incluso más complicado y pasa, según de la Cal, por obtener el apoyo incondicional de las administraciones públicas hacia el fútbol modesto, ya que, en su opinión, «su abandono está provocando esta misma situación en un gran número de pequeños clubes. No estamos pidiendo una ayuda desmesurada, solo que se reconozca el valor de estas entidades y que se les ofrezca el apoyo necesario para seguir funcionando».
En el fútbol de barrio, de los vecinos, donde todos echan una mano; el Aravaca CF no es el único club que se enfrenta dificultades financieras, de hecho, en España y en muchos otros países, los clubes del fútbol modesto son duramente golpeados año tras año por situaciones que responden al ámbito económico. Jugadores, personal del club y vecinos intentan salvar las complicadas situaciones que se presentan poniendo cada uno su granito de arena, aportando el capital que cada uno puede permitirse, aunque a veces no es suficiente.
Y es éste el hecho que hay que destacar de esta situación: los clubes locales son una herramienta perfecta para crear una identidad social y de cohesión en entornos normalmente más alejados de los grandes focos de atención. En la mayoría de los casos son ninguneados y olvidados debido en gran medida a que los medios de comunicación suelen centrarse en los grandes clubes profesionales que al final es lo que vende, aunque realmente son muchos los interesados en las divisiones inferiores que no se ven representados en esos altavoces de la sociedad.
El futuro incierto del Aravaca CF
En el club siguen en la pelea, no se rinden, pero tiene claro que la situación obliga a alzar la voz en señal de alarma. Las medidas deben ser continuas y constantes en el tiempo, lo que también conlleva mucho trabajo y dedicación, que al tratarse de clubes amateurs significa el sacrificio de muchas personas: «Sabemos que el camino es difícil, pero no vamos a rendirnos», afirma de la Cal.
Todos los implicados consideran que esta lucha merece la pena, que no es sólo una pelea por la supervivencia de un club de fútbol, sino también por un símbolo y unos valores de un gran número de personas que se han sentido identificadas durante nueve décadas por una entidad que es mucho más que un centro deportivo, es un centro de cohesión social.
En un mundo donde las oportunidades para los jóvenes en deportes amateurs se reducen constantemente, el Aravaca CF simboliza un entorno de inclusión y educación, un sitio donde cualquier niño o joven puede aspirar a formar parte de algo más grande. Con el respaldo de la comunidad y la labor de sus dirigentes, se busca salvar los obstáculos del día a día y continuar siendo una pieza más de este rompecabezas del fútbol modesto. Aunque por delante el futuro sea incierto, quienes forman parte de esta gran familia están dispuestos a hacer todo lo posible para seguir escribiendo en las páginas de la historia de este club.
¡Qué interesante y qué bien explicado!