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periodismo universitario en internet

Perros guía: una visita al centro de instrucción

Perros guía, Fundación ONCE, ceguera

Matilde Gómez y su perra Idra / Khadija Bousmaha

En un enclave privilegiado de Boadilla del Monte se encuentra la Fundación ONCE del Perro Guía. Un espacio de 100.000 metros cuadros abierto, verde y oxigenado por la naturaleza que le rodea.  Sus 54 empleados se desviven por y para los perros que allí viven. Estos perros han nacido allí, crecen, se les instruyen y finalmente son dados a personas ciegas que les facilitarán su autonomía y movilidad en su día a día. El lugar se distribuye en 4 edificios: administración, residencia de los adoptantes, perreras y entrenamiento. Nada más llegar se puede ver a los empleados paseando a los perros y a los adoptantes que han venido a recoger a su perro guía que le ayudará en su camino en los próximos años. El ambiente es relajado y tranquilo. Es evidente la compenetración entre los diferentes empleados del centro, personal instructores, administrativos y veterinarios.

Nos recibe Matilde Gómez Casas, Directora de la Fundación ONCE del Perro Guía desde hace más de 3 años. Nos abre la puerta acompañada de su propia perra guía, una preciosa Golden retriever de color dorado llamada Idra. La perra, después de saludarnos, se va a la esquina del despacho a tumbarse en el suelo.

Matilde ha estado en diferentes cargos de dirección en la Fundación ONCE durante más de 20 años hasta que en febrero de 2015 se trasladó a su despacho de Boadilla del Monte. Entre sus muchas funciones está la de controlar y hacer efectivo el funcionamiento de los diferentes departamentos. También se encarga de verificar que se realizan los diferentes servicios que dan a sus afiliados.

Requisitos para ser usuario de un perro guía

Los usuarios de esta fundación no son afiliados al uso. En este caso no hay costes o cuotas. Son personas ciegas o con discapacidad visual que se afilian y reciben diferentes servicios psicológicos, médicos, de asesoramiento o perro guía.  Se encarga de garantizar que, en el caso de que una persona ciega solicite un perro guía, pueda llevarse a cabo. Estos perros ayudarán a la persona ciega a tener más autonomía en su vida cotidiana. Para conseguir la entrega de un perro guía se debe seguir un procedimiento que consta de cuatro puntos fundamentales:

Se elabora un expediente por parte de un trabajador social que valora el entorno socio-económico del adoptante. Hay que saber dónde vive, asegurarse que el futuro perro guía tenga las condiciones necesarias para vivir y de esparcimiento, se estudia a los familiares con los que vive el ciego, la situación económica, puesto que tener un perro supone unos gastos obligatorios -piensos de alta calidad y veterinario-, y con todo esto se presenta el informe definitivo.

El candidato a la adopción debe venir al centro para los cursillos. Durante dos o tres semanas vivirá en la residencia de adoptantes. Con esto, se consigue que la persona ciega se encuentre fuera de su entorno cotidiano, donde convivirá con su futuro compañero, y tendrá la formación necesaria para el manejo del perro.

Un médico valora las circunstancias médicas específicas del adoptante, como puede ser una enfermedad crónica tipo diabetes o algún tipo de movilidad reducida.

Finalmente, un técnico de rehabilitación facilitará al usuario las herramientas personales y físicas que pueda necesitar para realizar las funciones de la vida diaria.

Es un informe muy amplio y se analiza, incluso, la velocidad y el ancho del paso del solicitante. No todos los usuarios pueden solicitar el acompañamiento de un perro guía. Según nos indica la directora del centro “alguien que no usa bastón para poder moverse por su entorno no parece candidata para un perro guía”. Con todos los puntos anteriores se consigue tener un perfil muy concreto de una persona que le valdrá al instructor para asignar un tipo de perro u otro. “No es lo mismo un estudiante joven y corpulento que vive en Madrid y que tiene una actividad diaria constante que una señora mayor con poca movilidad en un pueblo de León con pocos semáforos”, nos comenta Matilde.

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¿Cómo se financia?

La Fundación se financia por diferentes vías. Hasta hace unos años únicamente a través de sus socios fundadores, la propia ONCE, con los ingresos obtenidos por la venta de “cupones”. Desde hace unos años se ha abierto otra puerta de financiación por parte de particulares y empresas. Muchos particulares, de forma altruista, deciden realizar aportaciones económicas y apadrinamientos y las empresas también pueden hacer lo propio. Son muchas las empresas que donan piensos de alta calidad e incluso los uniformes de los empleados. También, por supuesto, ingresos directos. Alrededor de 140 perros son entregados al año y el coste medio desde que nacen, son criados, instruidos y entregados es de unos 31.000 euros por perro.

Junto con los 54 empleados, el centro cuenta con unos 200 colaboradores. Son las llamadas “familias educadoras” que tienen durante un tiempo aproximado de un año a los cachorros que luego serán instruidos en el centro para convertirse en perros guía. Un perro suele finalizar el proceso y estar preparado para ser entregado a un usuario entre los 18 y los 24 meses de vida. Suelen ser principalmente perros labradores o Golden, pero también pastores alemanes.

No todos los perros son válidos

Desde el nacimiento hasta el entrenamiento se descartan aproximadamente el 30% de esos perros.  Principalmente, por motivos de comportamiento.  Algunos son miedosos en la ciudad debido al tráfico y al estímulo de la gente. Otros se distraen mucho con otros perros, lo que puede causar un accidente. También se puede descartar a un perro por motivos de salud. En el caso del descarte de un perro se intenta localizar a una familia adoptante que esté buscando un perro de compañía.

Durante el tiempo que el animal desarrolla su función como “perro guía” está bajo la titularidad de la ONCE.  A la edad aproximada de los 11 o 12 años, cuando ya no puede desempeñar su función pasan a la jubilación. En la mayoría de los casos la persona ciega lo adopta y solicita otro perro guía. Ese perro “jubilado” pasa a ser un perro de compañía, al contrario que el perro guía que cuenta legalmente con derechos reconocidos, como el acceso a espacios públicos, que otro perro no podría. No siempre el usuario puede hacerse cargo de los perros por diversos motivos, como de espacio o economía. En el caso de que el perro sea devuelto a las instalaciones de la ONCE, se produce un proceso de adopción al igual que con los perros que son descartados.

Matilde siempre se sorprende y se emociona cuando ve que muchas familias deciden adoptar a unos perros que ya son mayores, con los achaques de la edad, y con pocos años de vida restantes. Para ella, esto demuestra “un amor a los animales” inmenso. Si finalmente no se puede conseguir una familia adoptante, la propia Fundación los cuida hasta el último momento. Se les da una “jubilación dorada”. En este caso, estos perros jubilados no conviven con los perros que están siendo criados e instruidos, sino que viven con los propios empleados, en los diferentes despachos, y disponen de su propio espacio de esparcimiento. Solo hay que pasar por cualquier oficina para poder ver a varios de estos perros “jubilados” entre el personal administrativo a sus anchas, relajados y felices.

El adiestramiento, clave

Conocemos a Natalia Romero, instructora de perros guía. Trabaja con estos animales desde hace 30 años. Es una gran amante de los perros. Sus funciones son, principalmente, adiestrar a los perros guía y también enseñar a los ciegos al manejo de los canes. Antes de que el adoptante pueda llevarse al perro a casa deben pasar unas dos o tres semanas en el centro siendo instruidos en su manejo.

La Fundación ONCE del Perro Guía cuenta con 15 instructores. Cada uno de ellos tiene asignados unos 5 o 6 perros con los que trabajan todo el día.  Les enseñan a moverse por la ciudad y realizan diferentes circuitos. Con este entrenamiento constante se consigue que el perro pueda guiar al ciego e informarle de posibles obstáculos.  Natalia nos hace una demostración en un circuito. El perro, cuando ve un escalón se para en seco, dando la información al usuario de que allí hay un obstáculo que debe ser salvado.

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El perro te escoge

Natalia Romero nos comenta que a veces el perro y el adoptante no encajan. Puede pasar incluso que un perro rehúse a esa persona. A pesar de los informes técnicos previos que sirven para asignar un tipo de perro concreto puede ser que no se produzca el “emparejamiento” perfecto. En palabras de Natalia, no solo basta con saber cómo anda el ciego o si es alto o corpulento, sino que es una cuestión de “química, intuición y energía”. La instructora habla de forma apasionada sobre los perros, demuestra una gran admiración y respeto hacia estos animales. Considera que “el labrador es el perro 10 para este trabajo”, puesto que es muy adaptable, polifacético y responde bien a los cambios de dueños.

Para que se produzca esa química, ese amor a primera vista entre el animal y el ciego, necesitan realizar un curso de tres semanas, aproximadamente,  y según la Fundación es suficiente para que se produzca el emparejamiento. Las 17 habitaciones, el comedor y la sala de recreo de la residencia sirven para que se acerquen el ciego y el perro. Primero conocerse- de ahí que el primer día no les dejan estar juntos-, salir juntos y hacer una vida normal. Desde ese momento, la pareja se prepara para estar unos años acompañándose mutuamente. Su compañero le guiará por el camino y el ciego se dejará llevar.

En las puertas de la residencia se veía cómo algunos ciegos estaban al lado de sus compañeros. Se les veía felices. Al preguntar sobre el motivo de tan sonoras risas nos comentaron que era porque era el último día del curso y ya se marchaban a casa con sus nuevos compañeros de vida.

Las perreras: desde el parto hasta la jubilación

La fase empieza desde un parto vigilado hasta la jubilación dorada. Todo ocurre en el bloque de las perreras, donde se intenta simular el futuro que les espera a estos perros. Lo que nos encontramos es que todo está medido. Todo calculado para la preparación de estos animales. La salud de estos tiene mucha importancia. De ahí que en el bloque de los partos no dejan entrar a visitantes para no propagar ningún tipo de bacterias a los cachorros. Mientras que los jubilados están tirados al suelo en un despacho de la administración con tres gatos. Éstos reciben los mimos que se merecen por el gran trabajo realizado. La Fundación recomienda a los usuarios no visitar a sus antiguos compañeros porque supone una gran tristeza y un alboroto emocional para los canes.

Los distintos grupos en bloque sirven para que el perro se prepare en todas las fases de su vida para su futuro trabajo. Al igual que nosotros pasamos por la universidad, por un máster, por prácticas y finalmente, damos el salto al mundo laboral, ellos hacen lo mismo. La perrera se distribuye en diferentes bloques:  de entrenamiento, de parto, de perras en celo, de hospital, etc. En cada perrera meten como máximo a cuatro perros. Cada perrera pertenece a un solo instructor, según nos comenta la responsable: “para que se lleven bien”.

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La responsable de perreras Nuria García / Francisco Escamilla

Nuria García se encarga del personal. Es importante para ella que los perros estén cuidados y las plantillas cubiertas. Se encarga del bienestar de los perros: de la veterinaria, las cirugías, las radiografías, incluso de los sus baños.

En los pasillos de la perrera se puede escuchar  la música que les ponen.  Como no podemos acceder al bloque de los recién nacidos, un empleado, nos enseña a uno de ellos desde la distancia. Ya están pensando en el nombre para este cachorrito. Vemos a las perras en celo, a un perro tendido mientras le hacían la limpieza bocal, una cirugía en directo con intervención de becarios procedentes de la Universidad Complutense de Madrid y de Alfonso X El Sabio, que realizan prácticas allí.

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Un empleado de las perreras con un recién nacido / Khadija Bousmaha.

En la perrera encontramos a un perro que se le etiqueta como “rechazado”. Las razones del rechazo, en este caso, es por “temperamento”. En cualquier momento puede ser rechazado por “defectos físicos”, “tenga miedo” o no “esté preparado para ser guía”, explica Nuria García. Una vez que se descarta, el animal se da en adopción.

Nuria rehusa la mirada a una perra con déficit de colágeno. La enfermedad provoca que todos golpes que se dé se convierten en heridas. Asegura que los “perros nos eligen a nosotros” y al tener ya dos en casa, no quiere adoptar más. “Ya sé que no puedo mirarte” le dice a una hembra labrador. Al preguntarle por los motivos, afirmó que “le veo en los ojos que me está diciendo llévame a tu casa”.

 

3 Comments

  1. ¿Se puede adaptar a un perro jubilado?

  2. Se puede hacer una vista al centro con NIÑOS?? Muchas gracias

  3. Buenas tardes. Me gustaria saber si es posible hacer una visita con niños. Gracias

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