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Lavapiés: barrio gentrificado

Lavapiés, Madrid, Gentrificación, Turistificación

Calle de Lavapiés / Daniel Andrés.

La globalización y el boom de los alquileres turísticos ha hecho de Lavapiés uno de los distritos más explotados por franquicias y anfitriones. Manolo Osuna responde como aquella persona que ha vivido mucho. No depende de la edad, sino de la experiencia. Antes de empezar la entrevista, apura el cigarro en la puerta de La Corrala, la asociación de la que es portavoz. Mira a cada lado de las estrechas y anárquicas calles de Lavapiés, su barrio. Viste una camisa a cuadros rojos y negros, un chaleco de plumas, unos vaqueros desgastados y destila la sensación de que él no hubiera querido estar allí. Como si, lamentablemente, tuviera que defender el sitio donde vivió de un enemigo. Un enemigo que ha provocado una subida de precios nunca antes vista y ha favorecido el cierre de los negocios autóctonos, de los emprendedores que llevaban toda la vida allí.  Un enemigo llamado gentrificación.

 

«Yo llevo cincuenta años viviendo aquí ¿Cómo íbamos a pensar los vecinos que íbamos a tener en la plaza un Carrefour que abriese veinticuatro horas? Es impensable», reconoce mientras avanza a la plaza central del distrito. Al ser preguntado por qué cree que el supermercado hable de forma interrumpida, responde lo que cree, que el establecimiento no está destinado a la gente que vive aquí sino a los turistas. Por esa razón, en la actualidad cuentan con gran popularidad entre la gente.

Un proceso irreversible

Sin embargo, todo empezó mucho antes. Daniel Sorando, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid data este inicio al principio de los años 90. También cuenta que el proyecto tiene dos fases. «Se tiende a pensar que cuando llegan las tiendas cool de muffins de colores es cuando comienza, y es cuando acaba- puntualiza-. Ahí ya ha vivido un proceso y es bastante irreversible. Hay que entender que la gentrificación tiene dos fases y la primera es destructiva». En el caso del barrio que vio nacer, entre otros, a Ana Belén, se hace especialmente sangrante.  Las tiendas de casquería, donde se podían comprar los mejores higadillos de la ciudad en la década de los setenta desaparecieron. A consecuencia, comenzó un proceso de estigmatización. El barrio se había vuelto inseguro y violento.

Sorando cita algunas políticas públicas que se llevaron a cabo en esas fechas, como fue la no restauración del edificio, el aislamiento del transporte público o una menor presencia, entre otras. Por eso el Ayuntamiento declaró a este sector Área de Rehabilitación Integrada en 1998. Esto hizo que los antiguos establecimientos mudaran su piel y se convirtieran en bazares al por mayor que dieron la diversidad de la que goza ahora, ya que sus regentes podían ser del barrio o de cualquier parte del globo, aunque predominaban los asiáticos. Este plan es el que ayudó a rehabilitar los pisos que ahora se venden muy por encima del precio medio de la ciudad, tal y como asegura Osuna.«Están especulando gracias al dinero de todos los españoles», sentencia.

 

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Uno de los principales síntomas del cambio se puede ver en la calle Argumosa, una de las arterias del arrabal. Allí solo resisten dos bares «de los de toda la vida», de los que llevan 30 años, el Aruchi y el Andorra. En definitiva, lugares que contaban con sus parroquianos habituales sentados en la terraza a la menor brizna de sol. Una escena típica de Madrid. Este último cerró recientemente, Osuna señala que una empresa ha comprado todo el edificio y la típica casa de comidas se ha transformado en un local fusion concept con una fachada en rosa chillón y una casi ilimitada oferta de cócteles tropicales. «Nosotros no es que no queramos la modernidad- reconoce-, pero queremos reconocernos en nuestro barrio».

Un nivel económico más alto

Él se muestra partidario de que la globalización y los alquileres turísticos se repartan por toda la geografía de la ciudad. «Madrid no es Embajadores, Lavapiés y Huertas, también es Usera y Carabanchel. De esta forma nosotros no nos tendríamos que ir», recalca a lo largo de la conversación. Sorando define esto como «un proceso de llegada de habitantes con un nivel socioeconómico más alto». Es en este momento donde comienzan de moda los locales orientados al visitante y los alquileres para aquellas personas que optan por pasar sus vacaciones a la orilla del Manzanares. «El capital está haciendo una inversión muy fuerte en este barrio, eliminando que la gente normal podamos emprender en un sitio así», declara a EFE Esther, una frutera del cercano Mercado de San Fernando que reconoce estar cada vez más sola en ese lugar, ya que cada vez hay menos puestos, ya que los nuevos propietarios han ido abriendo locales gourmet en lugar de las pescaderías o carnicerías que copaban los soportales hasta la fecha.

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Sin embargo, no solo se ha notado en la educación. En la actualidad cuentan con tres colegios públicos. Hubo otro más, pero la caída de la población ha obligado a reconvertirlo. Sin embargo, resistir está en el ADN de este pueblo. En la actualidad hay 980 pisos destinados a uso turístico, lo que se traduce en que 980 familias han tenido que dejar el barrio. «No vas a ver ningún cartel de ‘se vende’ o ‘se alquila’-razona el portavoz de la Asociación de Vecinos- aquí los piso se cogen inmediatamente. Y al precio que sea».

No obstante, la raíz del problema, según el autor de Yes, We take Manhattan, una auténtica biblia sobre la gentrificación, comienza con la ley de rentas antiguas, que prohibía subir las rentas del piso a lo largo de los años. Esto, en su opinión, promovió la desinversión, ya que los arrendadores dejaron de reformar las viviendas, ante la imposibilidad de tener unos beneficios mayores. Por eso, los vecinos de Lavapiés tuvieron que acogerse a un plan de rehabilitación para llegar al Lavapiés que conocemos hoy en día.

Carne de especulación

Después llegó la fase creativa, como asegura Sorando. El momento en el que los pisos comienzan a subir. Con la llegada de una nueva burbuja, donde los pisos comienzan a subir su valor. Comienzan a renovarse y llegan los sistemas de varias rentas. Por un lado, los que firmaron un contrato de renta antigua, por otro, aquellas personas que llegan nuevas al barrio, con unos alquileres o unos precios de venta mucho mayores.«Ultimamente está llegando una cantidad de notificaciones a vecinos que avisan que tu contrato se acaba en junio y que, si antes estabas pagando setecientos euros y ahora vas a pagar mil cuatrocientos». El Ministerio de Fomento le da la razón. Según sus últimos datos, las cifras en Lavapiés son históricas. A lo largo del año 2016 la subida fue de más de quince puntos porcentuales.

En esta fase comienza la llegada de nuevas personas al barrio, con un nivel socioeconómico más alto. La única posibilidad de frenar este proceso está en manos del Estado, con la ley de arrendamientos urbanos, ya que la última modificación permite que el alquiler no dependa del Índice de Precio al Consumo (IPC), sino que se impone de forma arbitraria por el propietario de la vivienda.

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Manuel Osuna durante la entrevista. | Daniel Andrés.

Está claro que este proceso no es nuevo. Comenzó en los años 60 en Nueva York, pasó por grandes ciudades, como San Francisco o París, pero también a otras más pequeñas, como es Zaragoza, donde llegó a España, gracias al barrio de la Magdalena y, ya ha llegado a otros barrios de la capital, como Chueca o la zona de Triball, sin embargo, este suburbio, tal y como aseguraba el diario El Mundo  ha sido especialmente rápido. Ahora lo que te encuentras es gente con maletas circulando las calles más importante.

El futuro es incierto, Sorando apoya que el proceso se frenará, ya que las rentas cada vez son más altas e insostenibles para aquellos que optan a ellas. Desde el ayuntamiento, Ahora Madrid se ha mostrado en contra, mientras que en las filas populares, según observa el este experto, se ha optado por dejar barrios del centro para el alojamiento de turistas. Mientras tanto, Osuna espera una solución antes de que se carguen su barrio.

13 Comments

  1. Gran reportaje, buen trabajo!!

    • Muy buen reportaje.

  2. !Muy buen reportaje!

  3. Excelente reportaje! :=)

  4. Muy buen reportaje amiga!

  5. Un reportaje actual y necesario. Alarmante. Pero necesario.

  6. Muy interesante

  7. Es una pena que se hayan perdido los locales de antaño, en fin! That’s life! Buen reportaje!

  8. Buen reportaje! No sabía que Lavapies ya estaba tan absorbido por esta imparable globalización. Es una pena que paisanos del barrio se vean tan afectados por ella,despues de esa maravillosa lucha que todos han hecho por recuperar el barrio tras su declive

  9. Gran trabajo que muestra la deshumanización de un barrio tradicional en pro del beneficio de grandes empresas. Esperemos que el futuro sea más sostenible

  10. En efecto, hemos visto, cómo Lavapies, ha sufrido las cuatro fases del proceso de gentrificación: abandono, estigma, regeneración y mercantilización. Y teniendo en cuenta la inversión de capital, capital público y a la proliferación de espacios culturales , alegando que era para la mejora de los vecinos, en realidad iban en busca de poblar El Barrio de esa ‘clase creativa’ que otros llaman ‘hipters’ ‘yuppies’ , no teniendo cabida los negocios/vecinos de toda la vida.
    Magnifico trabajo.

  11. Es una pena que en este país se estén perdiendo todos los valores, necesita un cambio radical. Es triste ver cómo se destruyen estos barrios vecinales con tanta tradicion

  12. Muy bueno el reportaje .me ha gustado mucho JAVIER.

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