La cara B del teatro
«Vivimos en una sociedad en la que las caras bonitas se valoran más que el trabajo duro»
«En este país no se conocen las funciones de los que sacan adelante una producción cultural»
Donald holder, todos los días menos los lunes, va a su trabajo a eso de las 5, y todo tiene que estar bien preparado. Toquetea sus botones. Busca la perfección y hacer magia. Nadie los conoce, es una persona más haciendo su trabajo y con él gana para vivir.
Julie Tymor, nuestra nueva protagonista, aunque nunca se sentirá como tal, también va todos los días a trabajar; ella es implacable y tajante con su trabajo, un trabajo muy bien hecho que no admite errores de primera hora.
Un caballero de avanzada edad, pero corpulento, que se observa entre las cajas de un teatro. De pelo rizado, pero escaso. Sus brazos son su mejor baza. Es indispensable el trabajo duro, y él lo hace. No sabemos su nombre; de hecho nadie lo sabe, pero parece da igual.
Estos tres personajes tienen algo en común, son personas de a pie tan normales como nosotros. Aún así, se merecen una hora continuada de aplausos, que se hable de ellos. Un tramoyista, un escenógrafo y un iluminador hacen posible que el musical del Rey león sea tan espectacular como lo es. Pero ellos están detrás del escenario y parecen invisibles ante los ojos y conciencia de los espectadores.
No cabe duda de que el teatro ha marcado un antes y un después en la sociedad cultural de nuestro país, y en términos generales, del mundo. El planteamiento de este reportaje, y el motivo principal por el que hemos decidido llevarlo a cabo tiene mucho que ver con el valor que se les otorga a los miembros de una obra de teatro, dentro y fuera del escenario. Está claro que vivimos dentro de un engranaje social en el que las caras bonitas y la superficie se premia más que el trabajo duro y constante.
Funciones dentro de una obra de teatro
Todos conocemos la labor de un actor o actriz, qué es lo que hace y lo valorada que es su participación en escena. Pero ¿Quién hace posible todo lo demás?
Director: Es la persona que supervisa la parte escénica de la obra, junta los decorados, los vestuarios, efectos especiales y la iluminación. Dirige la mayoría de veces a los actores, supervisando cada movimiento.
Regidor: dice y supervisa durante la obra los decorados que entran y salen a escena, llevando a orden el espectáculo. También tiene la función de avisar a los actores cuando tienen que intervenir, todo ello con el libreto, la escaleta o partitura. Es el responsable en el momento en que empieza la obra.
Escenógrafo: es el encargado de diseñar la puesta en escena, todo ello con la supervisión del director.
Iluminador: encargado de poner la iluminación en la obra de teatro. Es una de las funciones más importantes, ya que cada luz identifica cada momento de la obra y en que estado se encuentra.
Sonido: encargado de poner la música o efectos sonoros en la obra de teatro.
Diseñador de vestuario: se encarga de diseñar el vestuario para la obra de teatro o la ópera. La Sastrería se encargará posteriormente de confeccionar los trajes, siguiendo los pasos del deseñador.
Coreógrafo: es la persona encargada de crear la coreografía, sobre todo para los espectáculos dirigidos a musicales u óperas.
Tramoyista: montan y sujetan el decorado en cada nuevo teatro y espectáculo.
Utilero: encargado de tener todos los objetos que salen a escena y sacarlos en los momentos necesarios de la función.
Maquillaje y peluquería: caracterizan a los actores para poder salir a escena. Todo esto tiene que ver con el peinado para cada personaje o el maquillaje necesario.
Productor teatral: Es el responsable de la financiación de la obra.
Personal de taquilla: vende las entradas en la puerta principal del teatro. Actualmente, pueden ser compradas también por Internet.
Diseñador: diseña el cartel para la obra de teatro y también todos aquellos panfletos que se reparten de la obra.
Pasos a seguir
Buscar un guión: el productor es el encargado de decidir la obra de teatro, pueden ser escritas por el autor o elegir alguna obra de teatro ya escrita. Si elegimos la opción de escoger una obra ya existente, debemos tener en cuenta si está libre de derechos de autor. Si no es así, hay que hablar con el escritor de dicha obra. Seguidamente debemos buscar al director que llevará a cabo la organización de la obra de teatro, esto incluye dirigir a los actores y seleccionar cómo se lleva a cabo cada parte de la obra de teatro. Buscar la financiación: los productores en muchos casos son los encargados de dar el dinero para poder llevar a cabo la obra de teatro. En ocasiones se recibe financiación de diferentes maneras: de inversiones, grandes compañías o de algunas empresas de publicidad. Todo esto hay que venderlo con un Dossier de prensa (aquellas páginas donde se redacta todo lo relacionado con la obra de teatro, los trabajadores, director, actores, de qué va la obra, etc. Para poder llevar a cabo los ensayos hay que buscar un local o un teatro, que será donde los actores tengan que poner a prueba sus habilidades y ensayar. Todo local debe estar capacitado para la producción, la iluminación, el desarrollo técnico, etc. Búsqueda de actores: en algunas compañías ya tienen sus componentes, pero en ocasiones es necesario buscarlos de diferentes maneras:
– Compañías independientes- Escuela de actores.
– Diferentes pruebas o castings.
– Agencias.
Buscar el personal que trabajara detrás de la obra de teatro y qué es imprescindible para el desarrollo de la misma. En este caso pueden ser: iluminación, sonido, vestuario, coreógrafos, regidor…Hay que empezar a ensayar la obra. Se lleva a cabo un calendario en el que se establecen horarios de ensayos, el día, el lugar y también se divide por escenas, así cada actor va al local cuando es necesaria su presencia. A medida que van avanzando los ensayos se necesitaran más horas para los que trabajan detrás de escena. Finalmente se realiza un ensayo general donde se examinan todos los pasos a seguir para que la obra se represente con éxito. Cuando se tenga todo más o menos encaminado, ya se debe tener claro la utilería que se pondrá encima del escenario, el vestuario y la escenografía. Del mismo modo es indispensable buscar el teatro donde se desarrollará la obra. Se le pagará por las entradas vendidas para la obra o por el caché que pida el productor de la misma, llevándose así el teatro el dinero que se gane por las entradas. Hay que encargar en todos los casos el Dossier de prensa para todas aquellos teatros a los que les queremos vender dicha función. A medida que ya va cogiendo forma se empieza a poner publicidad de la obra, pegan carteles, se ponen en páginas webs, etc. Después de esto irá el estreno, donde se representa por primera vez delante del público. Es un proceso complejo que requiere valorar a cada uno de los trabajadores que hacen posible que una obra de teatro pueda ser disfrutada plácidamente desde una butaca.
La Llamada
En un pequeño teatro en las callejuelas de Madrid, encontramos el musical La Llamada. Una producción pequeña, en la cual David, unos de nuestros protagonistas, se encarga de toda la Iluminación, diseño y escenografía. Él ama su trabajo y lo valora. No nos habla de que se sienta poco valorado, pero lo primero que nos dijo al vernos es “yo, entrevistas no sé hacer, apenas me han hecho, nunca soy yo el que consideran que deba salir en la pantalla o deban darme a conocer”. Ya solo por este comentario deducimos que su papel se ve relegado a un segundo plano.
David hace posibles musicales de la talla de La Llamada, o en ocasiones anteriores, El Rey León y Ay Carmela. Su generosidad y humildad nos cautivó desde la primera palabra que intercambiamos con él. Realizamos la entrevista en el mismo Teatro Lara y tras muchas confesiones, David nos ofreció un tour por las diferentes estancias del teatro.
De esta forma, no sólo pudimos charlar y comentar con él nuestras percepciones, sino que también pudimos vivir más de cerca el ambiente que se vive dentro de una obra de tal calibre. Tras una intensa conversación con David, pudimos apreciar la realidad de un oficio relegado a un segundo plano pero que, sin duda, es la clave de todo el engranaje escénico.“Mediante la luz se puede potenciar a los artistas, y así crear una atmósfera concreta”, nos contó un emocionado David. Es una obviedad afirmar que los detalles marcan la diferencia en un escenario, pero sobre todo, detrás de él.
El teatro: el gran olvidado para el Estado
Los recortes, los años de crisis y la falta de ayudas de la Administración han llevado a músicos, compañías de teatro, a documentalistas o directores de cine a intentar conseguir sacar adelante sus proyectos con la fórmula de la financiación colectiva (crowdfunding).
Uno de esos casos es el proyecto de Teatro de los Sentidos, que ha creado una campaña en la plataforma Ulule con el objetivo de conseguir los 25.000 euros que necesita para recuperar todos sus montajes, tales como El Hilo de Ariadna, Oráculos, Memoria del vino… y para adecuar su espacio de presentaciones del Polvorín en Barcelona.
El Teatro Real, lo que sería la ópera de Madrid, es un teatro público que funciona como si fuese privado. Recibe financiación estatal ,que gestiona una fundación acompañada de donaciones privadas. En su propia web se pueden ver sus mecenas: son, entre otros, la Fundación Juan Miguel Villar Mir, Repsol o ACS. Sus patrocinadores: Idealista, Google o Coca-Cola. Una clara demostración de la deriva cultural por parte de la administración pública.
Por otra parte, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) ha convocado ayudas al teatro y al circo para el año 2019 con un presupuesto total de ocho millones de euros. Las ayudas oscilarán entre los 15.000 y los 80.000 euros, pero en ningún caso podrán exceder el 65% del coste total estimado del proyecto, una cantidad escasa para afrontar la cantidad de obras que se realizan en toda la geografía española. Además, no todas las convocatorias emiten tal cantidad de dinero y no a todas las compañías teatrales son concedidas, por lo que la mayoría de ellas sobreviven como pueden al desamparo de un gobierno que mira hacia otro lado.
El público: parte del problema
Todos sabemos qué es el teatro y la admiración que supone poder apreciar lo que se puede construir por medio de la imaginación de una o varias personas. Pero ¿Con qué frecuencia van las personas al teatro? En la encuesta realizada podemos apreciar el poco porcentaje de aquellos que se acercan a una obra; el 14,29% dice que va una vez cada dos meses; mientras que el 6,12% responde que con ir una vez al mes es suficiente; mientras que los que más van, en este caso dos veces a la semana, son el 4,08% de la población, todo esto comparado con un 75,51% que no suele asistir a ningún espectáculo de esta índole.
En una obra de teatro es muy frecuente que se hable de cómo han actuado los actores y lo bien que lo han llegado a hacer, pero ¿Se le da importancia también a aquellos que trabajan detrás de escena? Un 36,73% responde con un sí, mientras que el 63,27% responde que no se les da la importancia que realmente necesitan, ya que sin ellos el espectáculo no se puede sacar adelante. ¿Todo esto hace que los actores tengan más privilegios a la hora de los aplausos o de las felicitaciones?, aquí el sí sobresale sobre el no: un 85,7%, frente a un 14,29%.