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La cosificación de la mujer y su vigencia en el siglo XXI

Azafatas en el fútbol

Azafatas en el WANDA Metropolitano de Madrid / Imagen: María Espino

  • La imagen de la mujer continúa siendo tratada como un objeto comercial de las marcas, sirviendo como reclamo para el público masculino

  • Miles de mujeres se someten día a día a numerosos ataques machistas en el ámbito laboral y profesional

La definición de cosificar ofrecida por el diccionario de la Real Academia Española reza lo siguiente en sus dos acepciones: convertir algo abstracto en una cosa concreta y reducir a la condición de cosa a una persona. En un mundo plagado de seres vivos y cosas, cuando despojamos de dignidad al ser humano lo estamos cosificando; cuando utilizamos a un amigo simplemente para conseguir algún beneficio personal de su parte, lo estamos cosificando; y cuando utilizamos a nuestros hijos para convertirlos en un reflejo de lo que no pudimos ser y los exponemos como si fueran premios, los estamos cosificando. Pero si hay una clase de  cosificación que se ha estado repitiendo constantemente a lo largo de la historia, es la que ha sufrido la mujer a todos los niveles posibles. La vulneración de sus derechos es una forma terrible de cosificación humana. Aunque el término empezó a cobrar importancia en los años 70, se han registrado infinidad de casos hacia la mujer desde hace muchos años atrás. Y pese a todo eso, no ha sido hasta bien entrado el siglo XXI, cuando la necesidad social le ha dado el peso que le corresponde al término, así como su búsqueda por erradicar esta clase de discriminación.

Si bien es cierto que en el pasado la mujer carecía totalmente de voluntad y simplemente servía para atender las necesidades familiares de su marido y sus hijos, aún hoy en día, son muchos los países alrededor del mundo que tienen a la mujer sometida a unas reglas totalmente patriarcales. En muchos países, de hecho, ejercer violencia física, sexual y psicológica está totalmente permitido y es legal sin ningún tipo de penalización o consecuencia. Afortunadamente, en el mundo occidental en los últimos años hemos podido apreciar un movimiento feminista muy potente que trata de eliminar cualquier tipo de vejaciones, injusticias y ataques machistas. No obstante, la cosificación de la mujer es algo que a día de hoy, en países “avanzados” socialmente como el nuestro, sigue existiendo. Las mujeres siguen sufriendo gran cantidad de ataques violentos y sexuales contra ellas (afortunadamente perseguidos y penados, o al menos teóricamente), pero si hay algo que sigue estando totalmente normalizado en nuestra sociedad, y debería ser erradicado es el uso de la mujer como un objeto o trofeo en ambientes laborales y profesionales.

 

Azafatas en Circuito de Jerez patrocinando a reconocida marca / Imagen: Marta Socorro

El ejemplo de la cosificación

El ejemplo de cosificación actual más común es aquel que valora primordialmente y por encima de todo el físico de una mujer. Prejuzgar y dar por hecho características de la persona en base simplemente a su forma de vestir, maquillarse, o simplemente su propio cuerpo, en lugar de entrar a valorar otros factores como la inteligencia, el trabajo, la responsabilidad, el tesón, la propia personalidad… Esto da lugar a situaciones, que tristemente aún son muy vistas hoy en día, como el hombre que cree que es él quien tiene que tomar la iniciativa para conquistar a una mujer, o invitarla a cenar o al cine sin dejar que ella pague, convirtiendo a la mujer en un trofeo que el hombre se tiene que ganar. Por otro lado, resulta también desolador ver cómo aún existen muchas mujeres que tienen asumidos estos roles y, no quieren salir de ellos ni intentar cambiar esas situaciones. La comodidad de ser cortejada e invitada a cenar por un hombre es superior a su capacidad de poder apreciar el hecho de que está siendo tratada como un objeto. Es necesario un ejercicio real de concienciación que llegue a todo el mundo para poder lograr superar esta clase de elementos, que tristemente, se encuentran aún tan interiorizados dentro de la sociedad.

Como muchas otras chicas, Zuriñe es una estudiante que gana algo de dinero en trabajos como modelo o azafata.  Es la viva realidad de lo que a día de hoy sigue sucediendo en los puestos de trabajo: mujer joven, atractiva y simpática que es utilizada con el único fin de transmitir una buena imagen. Un simple objeto que se usa como decoración de la marca.

¿Cómo es posible que en el 2019 sigan existiendo empresas que establezcan esos principios? ¿Cómo es posible que haya mujeres que acepten ese tipo de puesto?
Muchas de ellas lo hacen por dinero y otras muchas por pura ignorancia, pero el problema sigue ahí. Zuriñe es una de las miles de mujeres que se ven obligadas a vestir de una determinada manera, algo que con los hombres nunca ha ocurrido. ¿Dónde está la igualdad?

Como se ha dicho anteriormente, es en el ámbito laboral donde más casos de cosificación encontramos. Las empresas hacen uso del físico de la mujer para atraer a más clientes o vender más productos. El uniforme, por ejemplo, puede ser usado perfectamente como elemento de cosificación, obligando a las mujeres a llevarlos para resaltar sus atributos femeninos y de esa manera llamar la atención del comprador o cliente masculino. Todo esto no se queda ahí, sino que además el puesto que pueden obtener las mujeres, así como su contratación o no en una determinada empresa depende en muchos casos de su físico, mucho más que de su experiencia o inteligencia. Cosa que no ocurre en la misma medida, ni mucho menos, con la contratación de los hombres en las empresas. Los ámbitos laborales más atacados por la cosificación femenina son aquellos que ponen a la mujer de cara al público para vender algo. Campañas publicitarias, presentadoras de televisión y noticias, reporteras, actrices, e incluso cantantes… Es realmente habitual apreciar como el físico es extremadamente fundamental para que una mujer pueda acceder a esta clase de puestos, para además, después ser expuestas como un trofeo en una vitrina. Por ejemplo, un cantante masculino es mucho más valorado por su voz que por su físico, algo que no ocurre ni mucho menos con las cantantes femeninas.

 

Azafatas

Azafatas patrocinando a reconocida marca en evento / Imagen: Marta Socorro

Testimonios de mujeres líderes en el sector

Almudena Bernabéu, abogada internacional y directora de Guernica37 (Cámaras de justicia internacional), ha confesado haberse sentido cosificada y discriminada en su puesto de trabajo por ser extranjera y por ser mujer. La discriminación la experimentó a partir de comportamientos paternalistas que decidían sus habilidades en función de ser mujer concluyendo que por eso, era más vulnerable o menos capaz. Es lo que ella llama discriminación pasiva, la que te excluye y somete a un rincón predeterminado que no tiene nada que ver con tus habilidades ni capacidades. Para Almudena es la peor discriminación posible porque se interioriza y te confunde. Por otro lado,  Montserrat Boix, periodista y creadora del diario feminista ‘Mujeres en red’  ha visto cómo el machismo sigue estando presente en los medios audiovisuales y de comunicación. Admite que aunque son muchas más en la redacción de las que eran antes, no hay ninguna mujer en los puestos directivos. Hay cada vez más mujeres en las subdirecciones, que es donde más se trabaja y mayor eficiencia se requiere, pero al mismo tiempo este trabajo tiene poca visibilidad. Al final los méritos y la foto siguen siendo para los jefes. Además, según Monsterrat otro punto crítico es la discriminación por edad. Suele afectar también a los hombres pero tiene características especiales y es mucho más dura para las mujeres. En la presentación de informativos y programas, salvo muy pocas excepciones, la media de la edad de las mujeres es por debajo de los 40. También los cánones de belleza son mucho más rígidos para las mujeres de cualquier edad que para los hombres.  Ahora hay muchas más mujeres en los platós pero muchas de ellas siguen teniendo un papel secundario, todavía es muy frecuente verlas de pie con vestidos marcando silueta y tacones imposibles.

En conclusión, aunque bien es cierto que los avances causados por un feminismo cada vez más visible e implacable contra cualquier atisbo de injusticia o vejación, realmente han cambiado el modo de ver la sociedad estos últimos años, siguen siendo aún muy numerosos los casos que siguen saliendo a relucir donde la mujer sigue siendo cosificada en sus puestos de trabajo y en sus vidas en general. La lucha es muy larga, y el camino por recorrer también lo es. Estamos dando pasos firmes y directos para conseguir un mundo más justo, y mucho mejor.

 

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