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periodismo universitario en internet

Afganistán: el conflicto silenciado

Al igual que ha ocurrido con tragedias como las de Irak o República Centroafricana, las de Siria y Afganistán ya han dejado de ser noticia. Después  de varios años de conflicto, los atentados diarios ya no sorprenden al mundo y han dejado de ocupar las primeras planas de los informativos. Sin embargo, para los pueblos y los soldados que lo viven es una huella que les asalta cada noche.

Mujeres de Afganistán en guerra

Mujeres afganas durante el conflicto – Gustavo Álvarez

Herat, noroeste de Afganistán. Cuatro y media de la madrugada. Suena
 una alarma que advierte que algo no va bien: “¡Rocket attack!”, “¡rocket attack!”. Se ponen rápidamente en pie y en una milésima de segundo se encuentran cuadrados recibiendo órdenes de sus superiores en uno de los perímetros a 30 grados bajo cero. Una nueva misión se abre paso en medio de la noche a causa de un nuevo ataque talibán. Se montan en el helicóptero 
y ponen rumbo hacia lo desconocido. Un mundo lleno de incertidumbres les espera cuando las aspas se pongan en movimiento y crucen la frontera de la base militar.

Tras más de once años de rutina, las tropas españolas en la base de Qala-i-Naw, provincia de Bagdhis, han dejado ya de escuchar estas órdenes. El Ministerio de Defensa adelantó el calendario de salida que presentó el Gobierno de Rodríguez Zapatero, haciendo que en septiembre de 2013 el último soldado español en la zona entregara a los afganos las llaves de la base construida por nuestro país.

Base en Afganistán de tropas españolas

Base española en Afganistán – Gustavo Álvarez

La ausencia de periodistas de guerra ha hecho que las misiones llevadas a cabo no tengan tanta visibilidad como en otras guerras. Sólo ha aparecido en los medios cuando un militar ha muerto o cuando el ministro o ministra de Defensa ha viajado al país durante unas horas. Muy pocas veces se ha explicado cómo lo viven los soldados y cuál es su rutina diaria.

 

La rutina en Afganistán

Gustavo Álvarez es uno de lo muchos militares que ha vuelto a casa tras la aprobación del plan de repliegue que comenzó el año pasado. A sus cincuenta y tres años, este pacense del Ejército del Aire ha estado hasta en tres ocasiones en tierra hostil.

Cuando Gustavo está en el avión rumbo a Oriente Medio, junto a sus compañeros, es inevitable para él sentir un poco de respeto e incertidumbre, ya que el destino al que
 se dirige es un país en guerra que no mira muy bien a las fuerzas desplegadas en su territorio. Pero, al mismo tiempo, considera que con su trabajo diario ayuda a contribuir en la mejora de las condiciones de vida de un pueblo curtido en mil guerras.

La unidad a la que pertenece este militar es un escuadrón de vuelo dedicado al salvamento aéreo. Su misión allí consistía en realizar las aeroevacuaciones que se requerían en las zonas asignadas con helicópteros Súper Pumas del Ejército del Aire y trasladar a heridos y enfermos a los hospitales de campaña que
 se encuentran en sus bases.

Explica que siempre que sale a volar, “una sensación de miedo e inseguridad recorre todo mi cuerpo. Son vuelos peligrosos por factores como la climatología, la orografía y, por supuesto, la insurgencia, que te mira siempre como un trofeo de caza”. Sus días son muy normales, por lo general bastante pesados al no poder salir de la base, lo cual lleva a momentos de difícil convivencia. En las misiones que llevan a cabo, independientemente del bienestar mundial o propio, lo que todos desean es que el esfuerzo diario y el sacrificio que supone, le sirva para algo al pueblo afgano.

Terror en el conflicto de Afganistán

Afganistán – Gustavo Álvarez

Dar la vida por los demás

Cuenta que el tener que colgarse del helicóptero para meterse en una zona conflictiva con el fin de salvar una vida inocente, arriesgando la vida propia, es un momento en que la mente se convierte en una fábrica de mil reflexiones por segundo. “Nunca olvidaré el día en que tuve que trasladar el cadáver de una compañera que perdió la vida por la explosión de un artefacto en su vehículo”. Era Idoia Rodríguez,  primera mujer soldado que murió en una zona de conflicto.

En esas situaciones tan críticas, es consciente de que se juega la vida en cada decisión, pero que nunca se está preparado para ver la muerte tan de cerca. “Siempre confías en ti y en 
tu equipo, valoras la situación y si puedes, actúas, precisamente porque no quieres ver la muerte de cerca. Siempre tiene que primar la cordura. Uno forma parte de un equipo y una actuación errónea por tu parte, puede poner en peligro al resto”. A pesar de todo, asegura que nunca cambiaría su trabajo, pues se siente totalmente realizado.

 

Todo este repliegue supone la puesta en marcha de un proceso que comenzó el 20 de noviembre de 2010, cuando la OTAN confirmó su intención de poner fin a su misión de combate en el país asiático. Muchos, como Gustavo Álvarez, han conseguido librar la batalla y hoy se muestran entusiasmados de poder volver a casa después de once largos años. Pero por el camino se han quedado más de 100 militares españoles a los que hoy no ponemos cara, pero que han dejado un hueco en sus familias. Informar sobre estos conflictos puede hacer pensar a quienes hoy levantan la voz para que tenga lugar otro conflicto internacional.

One Comment

  1. Es una pena y una injusticia que no se informe o no se siga informando acerca de este conflicto y de otros muchos, los llamados conflictos olvidados. Los medios se guían por sus propios intereses y dejan de lado la verdadera importancia de dar cuenta de lo que ocurre, y de arrojar algo de humanidad y no tanto morbo en las informaciones. Por suerte, hay periodistas freelance y algunos medios que sí que se interesan y por eso nos llega información. En Afganistán sigue la periodista Mónica Bernabé, por ejemplo, que realiza una gran labor. Gracias a ella y a los que como ella, se empeñan en continuar nos podemos seguir enterando de lo que ocurre!

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