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periodismo universitario en internet

La amenaza de las series

En los últimos años, las tendencias y gustos del público han cambiado. Con ello, sus equivalentes visitas a las salas de cine han decrecido de manera preocupante. El alto precio de las entradas y el bajo nivel de las películas presentadas en la parrilla hacen que el séptimo arte se vea lastrado de una manera que hace años nadie podría haber pronosticado. Además, las constantes apariciones de series de alta calidad hacen peligrar la situación del las salas de muchos países.

el Lobo de Wall Street Leonardo Di Caprio Martin Scorsese.

Imagen de la película el Lobo de Wall Street protagonizada por Leonardo Di Caprio y dirigida por Martin Scorsese.

Dentro de este sector, el más acusado negativamente es el que ocupa a nuestro país. Los espectadores siguen prefiriendo un film internacional a uno hecho dentro de nuestras fronteras. La respuesta a esta cuestión por parte de las productoras españolas ha sido rotunda y exitosa: menos películas pero con mayor calidad. El mejor ejemplo de todos, la exitosa “Ocho Apellidos Vascos”, que se convirtió hace unas semanas, en la película española más taquillera de la historia de nuestro país –un récord muy impulsado por la popular Fiesta del Cine y las entradas de los Miércoles a 3,90€-. Aunque claro, es de destacar que estas producciones cinematográficas son pequeños oasis en medio de un gran desierto de pérdidas como es el cine en España.

Dani Rovira, Clara Lago, Ocho Apellidos Vascos, Cine Español

Los protagonistas de Ocho Apellidos Vascos, Clara Lago y Dani Rovira, se besan durante el rodaje de la escena del barco.

 

A su vez, hay que presentar al segundo gran actor de este tipo de ocio, que ha venido con la intención de quedarse: las series de televisión.

 

Han creado un sistema de entretenimiento que basa su éxito principalmente en:

1-      Mejora de la calidad de sus productos. Cuanto más han invertido las productoras en mejorar la calidad de sus series, mayor acogida han tenido entre el público y, consecuentemente, ha sido mucho mayor la inversión por parte de los publicistas. Esto hace que las series adquieran un nivel técnico similar al de las películas –en muchas ocasiones, incluso mayor-.

2-      Inclusión de personajes y actores ya contrastados. Los profesionales de la actuación están viendo como el producto funciona con éxito y, rebajándose sustancialmente su salario, lo usan como reclamo de nuevos papeles de cine o simplemente como trampolín para relanzar sus carreras.

El mejor ejemplo lo encontramos en “True Detective”, que ha servido para poner de nuevo en parrilla a famosos actores como Matthew McConaughey y Woody Harrelson.

3-      Creación de canales exclusivos para series. El formato siempre ha sido televisivo, pero se combinaba con otros servicios como películas o programas. En los últimos años han ido apareciendo nuevos canales que se dedican simplemente a exhibir el formato del que estamos hablando. Fox, AXN, HBO y un largo etcétera. Nos centramos con fuerza en este último, pues de la Home Box Office  destacamos series de producción propia como Los Soprano, The Wire, Hermanos de Sangre, Sexo en Nueva York, True Blood, El Séquito o Juego De Tronos.

4-      La piratería. Es un efecto cadena: el público accede a series y películas sin coste a través de servidores online gratuitos que no atentan contra la Ley de Propiedad Intelectual  -porque no sacan beneficio directo de la reproducción o exhibición de los contenidos-. De tal manera, ese tiempo invertido decrece en otros ocios alternativos, entre los que se encuentra el cine.

En definitiva, hablamos de una crítica situación que amenaza seriamente la exhibición en salas de cine. Los primeros efectos ya los hemos visto en cierres de históricos cines como los Renoir de Cuatro Caminos.

Walter White, Jesse Pinckman, Breaking Bad, metanfetamina

Walter White y Jesse Pinkman descansando después de una jornada de cocina.

 

¿Qué solución podemos encontrarle a esta situación?

Hay que encontrar nuevas fórmulas de reproducción –como por ejemplo, abonos mensuales/anuales para ir al cine- o seguir fomentando las fiestas del cine con entradas a precios muy reducidos. Otra de las soluciones sería que el IVA cultural volviera a números que el espectador se sienta en disposición de pagar. Lo que está claro es que la amenaza de las series de televisión ha calado en la ciudadanía de nuestro país y que pone en juego la existencia de ese magnífico pegamento social que llamamos cine.

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