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periodismo universitario en internet

El polémico negocio del fracking

 

El fracking, o fractura hidráulica, es una técnica de extracción de hidrocarburos convencionales y no convencionales, almacenados en rocas con muy poca permeabilidad y porosidad. Para extraer el gas de esquisto o shale gas acumulado en rocas pizarra es necesario realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas e inyectar en ellos millones de litros de agua cargados con un cóctel químico. Su utilización siempre ha creado mucha controversia, sobre todo en los últimos años. La visión de las empresas, que consideran que esta técnica es la mejor para llegar a recursos a los que no se podría acceder de otra manera, y la postura de la población, que señala los múltiples inconvenientes que trae para el medioambiente, chocan continuamente.

Las grandes empresas que se dedican a extraer gas de esquisto por este método, también llamado shale gas, aseguran que utilizan el combustible fósil más limpio que existe, llamado a jugar un papel crucial en la transición a las energías renovables.

Sin embargo, la posible utilización de este método de extracción en nuestro país ha generado un gran rechazo, debido a la gran cantidad de impactos ambientales que conlleva.

Uno de ellos es que utilizando el fracking se producen fugas de metano. La industria cuantifica éstas en tan sólo un 2%, punto en el que comienzan la contrariedad entre empresas y ciudadanos u organizaciones no gubernamentales. Distintos estudios, como el de National Oceanic and Atmospheric Administration, han determinado que las fugas no son de un 2%, si no de un 4%. Una cantidad alarmante si tenemos en cuenta que el metano es un gas de efecto invernadero 25 veces superior al dióxido de carbono.

Otro efecto perjudicial está en la contaminación de aguas subterráneas, debido al posible vertido o filtración de productos químicos. Entre un 15% y un 80% del fluido que se inyecta para la fractura vuelve a la superficie como agua de retorno, y el resto se queda bajo tierra, conteniendo metales pesados, hidrocarburos y elementos naturales radioactivos.

A esto se le añade que la fractura hidráulica consume grandes cantidades de agua. Se ha calculado que se requieren en torno a 9.000 y 29.000 metros cúbicos para las operaciones de un solo pozo.

Los inconvenientes del fracking no terminan ahí. Al desestabilizar el terreno pueden producirse terremotos (sismicidad inducida), y también se debe tener en cuenta, la contaminación atmosférica, acústica e impactos paisajísticos que afectarían a las ciudades cercanas. Sin contar con el gran número de vehículos que se necesitan para el transporte de maquinaria y limpieza en las plantas.

Cartel reivindicativo contra el fracking. / Greenpeace

Pintada reivindicativo contra el fracking. / Greenpeace

Por ello, desde organizaciones como Greenpeace intentan que se prohíba este método de extracción tanto a nivel autonómico como estatal. “El shale gas es un nuevo negocio que beneficia a unos pocos y puede producir daño a muchos” comentaba en una entrevista a Variación XXI el director ejecutivo de Greenpeace España, Mario Rodríguez.

“Las empresas tienden a confundir lo que necesita un país con lo que necesitan ellos para enriquecerse”

P. Los promotores del fracking defienden que el uso de este gas permitiría ser más independientes energéticamente y disminuir la quema de carbón. ¿Considera cierta esta afirmación? ¿Por qué?

R. Sí y no. Hay que reducir la dependencia del carbón, pero no de esa manera. La alternativa no es quemar otro hidrocarburo, es utilizar energías renovables. El gas y los hidrocarburos en general, deben quedarse bajo tierra ya. Desde el punto de vista práctico las reservas que podemos tener en nuestro país no son como las de EEUU. La independencia energética debemos buscarla en el sol, viento, agua…

P. ¿Existen convenios de seguridad por parte de las empresas para evitar los efectos negativos? ¿Los siguen? ¿Hay algún organismo público regulatorio o alguna entidad pública que se encargue de revisarlo?

R. En teoría deben hacer un estudio de impacto ambiental para llevar un control, pero cuando se contamina un acuífero no hay ningún sistema. Tienen que demostrar que no contaminan, pero la realidad dice todo lo contrario. A día de hoy no hay ningún proyecto en activo, sólo hay concesiones para hacer investigaciones. En España estamos todavía muy lejos, pero las medidas que hay de valoración de impacto ambiental son muy laxas. Una vez que se contamina un acuífero es para siempre.

Cuando se inyecta el agua para romper las piedras no todo el agua puede transportarse, permea. Plantear gastar dinero además en ese sistema puede interesar a los intereses de una petrolera, pero a un país como España no le interesa. Ni vale para conseguir la independencia energética, contamina acuíferos y además no es el combustible del futuro.

P. ¿Qué otros métodos de extracción considera que son más seguros y respetuosos con el medioambiente?

La cuestión no es que exista un sistema alternativo, es que no debe existir. No tiene sentido gastar agua para romper piedras, y conseguir así gas. Las empresas tienden a confundir lo que necesita un país con lo que necesitan ellos para enriquecerse. Este país necesita ser independiente energéticamente, pero a través de las energías renovables, no hay alternativas para extraerlo, debería quedar bajo tierra.

P. En palabras del director general de Shale gas “la industria dispone de tecnología suficiente para poder controlar los eventos microsísmicos”, de manera que uno de los inconvenientes del Fracking desaparecería, de ser cierta esa afirmación ¿qué piensa sobre dicho control de las empresas energéticas? ¿Sería posible evitar que se produjesen, por ejemplo, estos temblores?

R. La experiencia de Estados Unidos demuestra que no es así. Decir que son movimientos microsísmicos es bastante optimista. Se puede tener una intensidad bastante grande. Castor tuvo un montón de estudios geológicos y tuvo la aprobación del sistema de medioambiente y aun así… Los estudios geológicos que se hacen para la extracción de fracking son muy parciales, no se estudia la estabilidad geológica y sísmica con profundidad, sobre todo la afectación a estratos inferiores. Estas declaraciones las realizan empresas para de alguna forma tratar de evitar o evadirse de un problema que, por ejemplo, en EEUU se está dando, los temblores constantes. Es la típica salida de la industria que trata de justificar lo injustificable.

Imagen del Proyecto Castor. / La Vanguardia

Imagen del Proyecto Castor. / La Vanguardia

¿Cómo empezó todo?

El fracking comenzó a utilizarse en 1947, cuando la empresa Stanolind Oil usó por primera vez una técnica conocida hoy en día como fracking, o fractura hidráulica, para extraer gas natural. Por aquel entonces, el negocio no era rentable. Treinta años después la perspectiva cambió totalmente. En plena crisis del petróleo, Estados Unidos lanzó un programa de investigación llamado Eastern Gas Shales Proyect, para empezar a investigar a gran escala este nuevo método.

La primera excavación para extraer gas de esquisto se produjo mientras que los precios del crudo caían hasta un 50% debido al descenso de la demanda por el estancamiento económico de las grandes potencias y la pérdida del peso de la Organización de países exportadores de petróleo (OPEP) en la producción.

Así, la historia del petróleo y el gas ha estado interrelacionada desde sus comienzos. Cuando caía la demanda y el precio del petróleo, se realizó la primera extracción de gas a nivel comercial. Cuando los precios del crudo se disparaban, las petroleras extendían sus excavaciones de fracking a otros yacimientos.

¿Es viable en España?

En España importamos casi el cien por cien de los hidrocarburos que consumimos, lo que supone una factura de más de 20.000 millones de euros al año. Además somos el segundo país con la energía más cara de toda Europa, razón por la que empresas, como Shale Gas España, consideran que sería interesante utilizar la fractura hidráulica.

El director de Shale Gas España, David Alameda, ha podido contarnos su punto de vista sobre la utilización de esta técnica de extracción. Según él, el fracking supondría “una oportunidad para revitalizar la economía de nuestro país, ya que la exploración y producción de gas y petróleo en España podría aportar al PIB 44.000 millones de euros, una cantidad cercana a los ingresos que percibimos por el turismo extranjero”, además de que, a su juicio, España podría convertirse en una importante fuente de empleo que crearía 260.000 nuevos puestos de trabajo.

El director de Shale Gas España señaló también los datos de un informe realizado por la consultora de geología y geofísica Gessal, para destacar la gran riqueza del subsuelo de España ya que del informe se desprenden conclusiones como que disponemos de suficiente gas natural como para abastecer la demanda española de los próximos 90 años al ritmo de consumo actual. Sin embargo, debemos apuntar que esta visión puede obedecer a intereses propios, ya que los datos del informe, sumados con los que proporciona Shale Gas España, son demasiado prometedores y positivos como para haber comenzado recientemente a investigar cómo podría realizarse esta técnica de extracción de hidrocarburos en nuestro país.

Para contrastar la visión de dos actores tan contrarios en este ámbito como Greenpeace y Shale Gas España, decidimos entrevistar al vicepresidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos de España, Manuel María Regueiro González, que, al contrario de lo que esperábamos, se decanta a favor de esta controvertida técnica de extracción.

En la entrevista quiso subrayar que “los microsismos no se pueden evitar, son consustanciales con el proceso de fracking. Pero en general no son sentidos por las personas”. El problema, según él, reside en que hay “bastante desconocimiento” y la prensa ha fomentado que los ciudadanos se crean una especie de mitos frente a los hechos científicos.

“En EEUU la Environmental Protection Agency (EPA) ha demostrado que no hay contaminación en ese país después de más de 1 millón de pozos de este tipo”, aseguró. En este punto decidimos preguntar por un proyecto de inyección de gas que se realizó en España, en Castellón concretamente, conocido como el Proyecto Castor y que tuvo que detenerse debido a los seísmos de magnitud 4,3 que se vivieron en la zona. Un tema en el que Regueiro no aportó datos tan claros.

Según él, Castor es, por ahora, el único proyecto de inyección de gas en el mundo que ha llegado a detenerse por culpa de los terremotos asociados a él. La magnitud de los seísmos alcanzados solo la supera otro caso, tal y como señaló el vicepresidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos durante la entrevista, relacionado con inyecciones subterráneas de CO2, en Texas (EEUU).

Europa dividida por el fracking

Asimismo, con la intención de tener un punto de vista más objetivo si cabía la posibilidad, entrevistamos a Miguel González Corral, un periodista científico y ambiental que actualmente trabaja en ‘El Mundo’.

González Corral asistió a la última Cumbre del Clima que se realizó en París a finales de 2015 y nos contó con entusiasmo como vivieron los compañeros de profesión la firma del primer pacto “universal de la historia de las negociaciones climáticas”, tal y como lo definió en su momento François Hollande.

Según Miguel González las palabras de John Kerry, el secretario de Estado de EEUU, alentando al mercado global para movilizar la inversión hacia las energías renovables fueron toda una declaración de intenciones sobre lo que Estados Unidos pretendía conseguir a nivel medioambiental en los próximos años.

Sin embargo, la Agencia Internacional de Energía calcula actualmente que en 2020 Estados Unidos se convertirá en el mayor productor de petróleo y gas del mundo gracias al fracking. Una afirmación que parece quedar más clara si tenemos en cuenta que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está promoviendo la utilización de esta técnica de extracción.

El periodista de ‘El Mundo’ señaló durante la entrevista que se está contradiciendo el mensaje que se dio en su día en la Cumbre sobre el Clima, ya que “acordaron que para 2050 todos los países que firmaron el acuerdo deberán abandonar los combustibles fósiles y apoyar las energías renovables”. “No hay lugar para el fracking si el planeta busca una economía limpia”, concluyó.

Europa está dividida por esta controvertida técnica de extracción de petróleo y gas. Las protestas ciudadanas continúan cada día mientras que en Estados Unidos se desmorona “el milagro” de la fractura hidráulica por las múltiples noticias que se publican día a día sobre las consecuencias negativas que provoca este método de extracción. De momento, sólo hay una cosa clara: el futuro del medioambiente está en juego.

Vista general de la sala donde se está celebrando la conferencia inaugural sobre la cumbre del clima en París en 2015. / Getty Images

Vista general de la sala donde se celebró la conferencia inaugural sobre la cumbre del clima en París en 2015. / Getty Images

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