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periodismo universitario en internet

La crisis humanitaria de Venezuela, explicada por un exiliado político

Lo que está ocurriendo en Venezuela nos resulta, a los españoles, familiar y desconocido al mismo tiempo. Nos es familiar porque oímos hablar del tema continuamente en las tertulias políticas. Sin embargo, siempre que se menciona es con fines partidistas, y poco análisis se lleva a cabo de la situación. Es por ello que a muchos nos resulta ajena una crisis humanitaria que ha devastado a un país que, paradójicamente, tiene todo lo necesario para ser una de las naciones más ricas del planeta.

La escasez de alimentos y medicamentos ha causado que tres de cada cuatro ciudadanos perdiera un promedio de 8,5 kilos en 2016, según un sondeo realizado por Encovi (Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela).Hay quien piensa que Venezuela estaba destinada al fracaso desde 1998. Ese fue el año en el que el fallecido presidente Hugo Chávez ganó las elecciones. Es entonces cuando se combinaron dos factores necesarios para crear un desastre: una fuente única de ingresos, el petróleo,mejor conocido como oro negro en Venezuela, y un personaje carismático, Chávez.

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La falta de alimentos comienza a causar estragos en la sociedad, especialmente en las clases más bajas/Isaac Paniza

Chávez eligió utilizar un discurso basado en la divisón de la sociedad, para siempre separada en «amigos y enemigos». Esta retórica le llevó a implementar unas medidas que se encargarían de llevar a Venezuela a su ruina. Una de ellas fue la expropiación de tierras y negocios. Estas medidas, recibidas muy negativamente por un sector de la población, fueron las causantes de que en el 2002 se efectuara un golpe de estado contra el gobierno de Chávez.

No obstante, para entonces el discruso de Hugo Chávez ya había calado hondo en un sector del país, y las acciones, también extremas, del nuevo gobierno resultante de derrocamiento, dieron lugar a violentas protestas que finalizaron con la vuelta de Chávez al poder.

El ahora difunto presidente aprovechó su renovado poder para conseguir la concentración de los poderes del estado. Además, también se llevaba a cabo una diferenciación entre unos criminales y otros.Y es que se llegó a reconocer que si se realizaba un acto criminal con un toque de ideología a favor del gobierno no habría consecuencias. Chávez falleció en 2013 y dejó a cargo del poder al ahora presidente Nicolás Maduro, con el país sumido ya en una crisis económica y sin el apoyo de los sectores populares que siempre le habían sido fieles a Chávez.

La crisis de Venezuela, ilustrada en cifras

En 2016, la economía se contrajo un 10 por ciento, y terminó 2017 con una inflación de más del 3.000%. A pesar del aumento del salario mínimo, resulta imposible hacerle frente a la inflación. Si persiste el aumento de precios que está registrando la economía venezolana, el poder adquisitivo de la población caerá hasta en un 50% de un mes a otro, para quedar reducido a solo un 25% del total inicial, según indican economistas a El Nuevo Herald.

Pero la acuciante crisis económica que se vive desde 2013 forma parte de una crisis social no menos importante, con el inicio de una serie de protestas y manifestaciones que se mantienen hasta el día de hoy, y que se han cobrado la vida de miles de personas.

Con respecto a la crisis política, Venezuela ha sido tachada en multitud de ocasiones como una dictadura. Esto se debe a que posee muchas características o rasgos que son frecuentes en las dictaduras. Sin embargo, también cuenta con muchos rasgos democráticos. De esta manera, Venezuela, a día de hoy, no es una democracia, pero tampoco se la puede incluir en una lista formada por países como Corea del Norte.

Venezuela es un país que vive en el limbo político y al margen de la realidad desde hace años. Según Letivsky (politólogo de la Universidad de Harvard especializado en Latinoamérica), esta peculiar situación se debe a que que el gobierno es demasiado autoritario para coexistir con las instituciones democráticas, pero demasiado débil para abolirlas sin correr el riesgo de colapsar.

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Un grupo de militares detiene a un manifestante en una de las cada vez más comunes protestas/Isaac Paniza

Las protestas continúan desde 2014 pero se intensificaron en 2017, después de que el Tribunal Supremo de Justicia retirase la inmunidad a los diputados del Parlamento (el único órgano de mayoría opositora) y se adjudicase sus facultades los días 19 y 30 de marzo. Según Foro Penal, desde el 1 de abril de 2017 hasta el 30 de noviembre de 2017, 5.462 personas fueron arrestadas arbitrariamente con fines políticos, y 354 personas permanecen detenidas, por diferentes motivos. De ellas, 311 son formalmente presos políticos.

Los datos resultan aún más inverosímiles al retroceder en el tiempo. 12.007 personas fueron detenidas arbitrariamente desde el 1 de enero de 2014 hasta el 30 de noviembre de 2017. 7.113 personas fueron investigadas penalmente y se encuentran con medidas cautelares de privación de libertad tales como presentación periódica, arresto domiciliario o prohibición de declarar en medios de comunicación, entre otras. Es importante resaltar que la ONU ha denunciado la violación de derechos humanos que supone la detención de los manifestantes, y que ha derivado en torturas y violaciones.

Cuando ser un preso político se convierte en la norma de tu país

Pedro Castillo es una de las autoridades políticas que, ante la posibilidad de que su libertad le fuera arrebatada, ha tenido que huir al exilio. Su caso no es una excepción. Cada vez son más las personas críticas con el régimen autoritario de Maduro las que son recluidas. El director ejecutivo del Foro Penal Venezolano, Alfredo Romero, estima en más de 600 el número de personas encarceladas por este motivo.

La cifra ha aumentado de manera dramática desde marzo de 2017. El pasado 29 de diciembre se dio a conocer uno de los últimos nombres que se ha sumado a esta lista cada vez más larga. Se trata de Héctor Pedrosa, un productor audiovisual condenado por delitos de instigación a la rebelión y por terrorismo. Al parecer, Pedrosa había estado involucrado como productor en la película «Muerte Suspendida», en la que aparece el ex funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas penales y Criminalísticas Oscar Pérez, desertor del gobierno de Maduro.

La oposición venezolana recibe el apoyo de la Union Europea con el premio Sájarov

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Un joven protesta contra el régimen en Venezuela/Referencial

A pesar de la cruda situación que se vive en el país sudamericano, en donde la oposición parece ser reprimida de manera incansable por el gobierno de Maduro, esta es galardonada por otros agentes externos a Venezuela. Tal es el caso del Parlamento Europeo, que ha entregado a la oposición venezolana el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2017. En representación de toda la oposición del país, los premiados han sido la Asamblea Nacional y su presidente, Julio Borges, y los opositores privados de libertad Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Yon Goicoechea, Lorent Saleh, Alfredo Ramos y Andrea González.

Esta Asamblea se creó en 2015, cuando la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática venció por mayoría absoluta en las elecciones legislativas, lo que supuso un duro revés para el autoritario gobierno de Nicolás Maduro. La Eurocámara considera que todos estos opositores encarcelados son presos políticos.

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Los opositores al chavismo Julio Borges y Antonio Ledezma posan con el premio Sájarov a la libertad de conciencia/AFP

El premio Sájarov es el máximo reconocimiento posible de la Unión Europea a persona y/o instituciones que sobresalgan en su lucha por los derechos humanos. Dedicarle este premio a la oposición venezolana, seriamente dividida y debilitada, supone darle un espaldarazo a las fuerzas opuestas a Maduro y al mismo tiempo constituye el último movimiento de las instituciones comunitarias, muy críticas con el gobierno de Maduro, para condenar la crisis humanitaria que se vive en el país.

Particularmente contundente se suele mostrar el Parlamento Europeo en su apoyo a la oposición venezolana. Este pasado verano la Cámara ya condenó la deriva autoritaria del Gobierno de Maduro y anunció que no reconocería los resultados de las elecciones que dieron lugar a la Asamblea Constituyente, creada por Maduro, supuestamente, para hacerse cargo de las competencias que hasta entonces desempeñaba la Asamblea Nacional, controlada por la oposición.

Un reconocimiento que divide aún más a la oposición

«Hoy a los venezolanos nos toca agradecer que Europa nos ha tendido una mano amiga en las horas más oscuras de nuestra historia republicana», aseguró Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, al recoger el premio junto a Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas.

No obstante, el gesto no ha estado exento de polémicas. Los familiares de los encarcelados consideran que el Parlamento no debería haberle concedido el premio a los políticos, sino a todos los muertos, los miles de heridos y los cientos de presos políticos que lucharon contra las fuerzas de Maduro.

De la misma manera, la cuestión tampoco parece haber sentado demasiado bien a todos los eurodiputados. En torno a una veintena de ellos, entre los que destacan los cinco miembros de Izquierda Unida, se ausentaron a modo de protesta de la ceremonia, en donde los opositores venezolanos pidieron prisión incondicional para Nicolás Maduro. Una cuestión que parece molestar a unos, que consideran que se ha hecho un «uso político» del premio, y otros, que creen que se debería reconocer a la ciudadanía y no a los políticos.

3 Comments

  1. Un reportaje muy interesante que explica de una manera clara la situación tan nefasta que está viviendo el pueblo venezolano.

  2. Artículo muy bueno e interesante. Sobretodo porque trata un tema del que se suele hablar pero no se sabe realmente que ocurre en ese país.

  3. Este artículo sirve para acercarnos a la pésima realidad que se vive allí, realidad, que a los países de occidente parece no importarles nada. Solo nos interesamos y nos movilizamos por los derechos humanos,cuando nos recuerdan con hechos, que somos tan vulnerables como los venezolanos y otros muchos ciudadanos de otros países en condiciones parecidas o mucho peores. En conclusión, el pensamiento de lo países desarrollados se resume en: si yo no lo he sufrido ni lo sufro ¡me da igual!
    Ojalá estos parráfos sean leídos por muchas perdonas y que se tome conciencia de ello.

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