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periodismo universitario en internet

Las tiendas de discos resisten el embiste digital

Estante de la tienda Radio City.

Radio City / Cristina García Hernández

 

  • El vinilo se erige el formato físico más rentable para las tiendas y preferido por los consumidores

  • Pese al desánimo de los dependientes, los datos de ventas son positivos

 

La forma de escuchar música ha cambiado a lo largo de la revolución digital y, con ella, el negocio y los propios consumidores. Playlists a pocos clicks y por bajos precios son el paradigma actual. Sin embargo, la venta de formatos físicos resiste al embiste online. Dueños y dependientes de distintas tiendas independientes de música ofrecen sus testimonios para entender mejor el panorama de este sector, cuyos ánimos contrastan con los datos de la industria.

El consumo de música en la actualidad, incluidas las ventas, no responde a las motivaciones que regían la segunda mitad del siglo pasado. La novedad, la curiosidad y la sana afición por la música no sustentan el negocio discográfico como antes. Ahora, músicos y bandas recorren ciudades, pueblos y escenarios porque la venta de discos ya no les da de comer. Sus discos acumulan polvo en sus portadas mientras reposan en los estantes de la sección musical de grandes almacenes. Entretanto, las reproducciones en YouTube y Spotify, dos de las grandes plataformas de música en streaming, se suman por decenas de millares.

Las plataformas online, que ofrecen un catálogo masivo por precios irrisorios, han cambiado por completo el modo en que la sociedad consume música. El concepto de “disco” tal y como se conocía en el siglo pasado ha sido sustituido por playlists de novedades, ya que surge una motivación que une en el consumo intensivo de música a los más fanáticos y a los usuarios medios: el morbo por algún o alguna cantante recientemente fallecido/a.

En Estados Unidos, donde la cultura del disco está mucho más extendida y arraigada en gran parte de los sectores de la población, la lista de los álbumes más vendidos de la historia había estado hasta ahora presidida por Thriller (Epic Records, 1982), el legendario disco de Michael Jackson. En enero de 2016 murió Glenn Frey, miembro fundador de la banda norteamericana Eagles, y este verano su recopilatorio Their Greatest Hits (1971-1975) (Asylum Records, 1976) logró alcanzar la primera posición de la lista de ventas. Este no es un caso aislado. En el terreno del streaming, cuando falleció Dolores O’ Riordan, vocalista del conjunto irlandés The Cranberries, en enero de este año, las escuchas en Spotify aumentaron en porcentajes estratosféricos.

 

Las tiendas independientes se resignan

Las pequeñas tiendas independientes, antaño lugares de culto y reunión, luchan por sobrevivir en un mercado totalmente desfigurado por gigantescos conglomerados y grandes almacenes. Quizá la película Alta Fidelidad, en la que los personajes de John Cusack y Jack Black regentan una tienda de discos, ya avecinaba allá por el año 2000 el desolador escenario que viven actualmente.

There is a crack in everything / That’s how the light gets in”, cantaba Leonard Cohen. Aún existen personas que pasan horas rodeados de vinilos, charlando con el dependiente de las últimas novedades, dejándose aconsejar sobre qué álbumes llevarse a casa o simplemente debatiendo sobre el mejor periodo de alguna banda favorita. Esta historia gira en torno a esas personas que, tras el mostrador, perpetúan la esencia de la música en su sentido más romántico o nostálgico. Las tiendas de discos independientes siguen abiertas para todo aquel que quiera sumergirse en el adictivo mundo de los discos.

Escaparate de la tienda de discos Y Que Viva Joplin

Y Que Viva Joplin!/Cristina García Hernández

Para resaltar el valor de las tiendas independientes, Ana, propietaria de Y Que Viva Joplin!, hace hincapié en «la variedad que tienes, esto es muy especializado, la mayoría de gente que viene suele controlar bastante de música y tienen gustos muy variados». Para ella, «los grandes almacenes son sota, caballo y rey. Son más de vender desde Bisbal y Alejandro Sanz a Bruce Springsteen, cosas ya súper conocidas». Por ello, las pequeñas tiendas se erigen como lugares donde en entendimiento está garantizado. Como dice Jesús, de Radio City: «la gente viene buscando el trato de tú a tú, que es algo que no ofrecen en muchos grandes almacenes».

La industria musical ha cambiado por completo con la llegada de los servicios streaming. A tan solo unos clicks se abre ante nuestros ojos un sinfín de posibilidades de manera gratuita o por un precio irrisorio en comparación al que supone una adquisición física. Ante este auge de lo digital, las opiniones al respecto son tan variadas como válidas. «Contra eso sí que no puedes luchar», admiten en Sun Records, pero «lo que hace mucha gente es escuchar el disco y, si les gusta, vienen y se lo compran», añaden con cierto optimismo. Por su parte, Ana sí cree que se pueda hacer frente a lo digital, puesto que sus compradores desechan esta nueva vía: «cuando estás tan especializado, la gente controla mucho y no quiere un sonido en calidad de streaming, quiere un sonido de disco bien grabado en estudio» y coincide con Sun Records en que «hay gente que lo que hace es escuchar un disco bien y luego comprárselo porque no quiere tenerlo ahí en el ordenador, sino oírlo en condiciones».

En un bando más derrotista, Jesús reconoce que «no puedes competir con alguien que te ofrece infinitas escuchas por 9’90€ al mes». En Escridiscos asumen la derrota de la batalla contra lo digital, pero reconocen cierto “juego sucio” por parte de las plataformas de streaming: «lo que hay que hacer es que, desde los gobiernos, se les haga pagar impuestos y pagar a los músicos; que jueguen en las mismas condiciones en las que juegan los demás». Radio City secunda esta posición, añadiendo que «es totalmente insostenible para los artistas, para las discográficas, para todo el que trabaja en esto».

Frente a estos enemigos, las pequeñas tiendas unen fuerzas en iniciativas como el Record Store Day, jornada que se celebra todos los años en abril con la intención de hacer frente a los grandes almacenes y en la que los amantes del formato físico pueden hacerse con piezas exclusivas para aumentar su colección. «Nosotros el Record Store Day lo hemos hecho muchos años y ha habido mucha gente esperando en la puerta de la tienda para que abriéramos», explican en Sun Records. Si bien este tipo de prácticas no están de más, existe cierto recelo. En Radio City se opina que este tipo de ideas, importadas desde Estados Unidos -donde juegan en «otra liga»- podrían hacerse mejor, como por ejemplo «reivindicando una bajada del IVA cultural para los discos» o no categorizando a los clientes: «solo estás centrado en el vinilo y se olvida a la gente que compra CDs, que son muchísima gente. Es como si los que compran CDs fueran compradores de segunda».

Una sección de vinilos de la tienda Escridiscos

Escridiscos/Cristina García Hernández

Pese a todo, el formato físico se ha convertido en el bastión de los amantes de la música. De un tiempo a esta parte, el vinilo ha recobrado fuerzas y «se ha impuesto como el formato más atractivo», tal como afirman en Escridiscos, donde le auguran un buen futuro: «evidentemente, no va a ser lo que fue, pero, si no se lo han cargado ya, tiene pinta de que va a durar». Sin embargo, en Sun Records sospechan que, aunque «la industria está sacando el vinilo, mucha gente los colecciona y luego no los pone». De un modo u otro, se venden, que a fin de cuentas es lo importante. Jesús, por su parte, opina que este resurgir «no ha venido a compensar nada, realmente, esto es un goteo, una pérdida de gente que compra discos» pero sirve para «fidelizar a los que van quedando». De manera contundente y rodeada de elepés, nuevos y antiguos, Ana sentencia: «el vinilo ha venido para quedarse, no es una moda».

 

El mercado de la música sigue creciendo

A finales del pasado octubre, en el marco del festival BIME de Bilbao, se presentó en España el Global Music Report 2018 de la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica, por sus siglas en inglés). Este organismo lleva a cabo estudios anuales sobre el estado global del mercado de la música grabada desde 1997. Durante 2017 el mercado creció por tercer año consecutivo, llegando hasta un 8,1% de crecimiento, uno de los aumentos más altos desde que comenzaron los estudios, aunque las cifras aún están lejos de las registradas en 1999, el año con mejores resultados hasta la fecha.

El mercado de la música grabada lo encabezó Estados Unidos seguido por Japón y Alemania, siendo estos últimos dos países en los que el mercado físico aún presenta cifras competitivas frente al mercado digital, llegando al 72% en Japón y al 43% en Alemania. En el caso global, resulta interesante que, a pesar de que el mercado digital no ha parado de crecer desde que se registraron las primeras ventas en 2006 y aún descendiendo las ventas físicas hasta el 30% del mercado total, las ventas de vinilo siguen aumentando significativamente año tras año, suponiendo el 3,7% del total.

Fuente: IFPI y Promusicae / Cristina García Hernández

En el caso de España, según explica Promusicae (Productores de música de España), las ventas digitales superaron en 2015 a las físicas debido principalmente al auge de las plataformas de streaming. Sin embargo, aunque la tendencia del mercado físico fuera a disminuir, en nuestro país las cifras se mantuvieron ya que, si bien el CD encabeza las ventas, éstas se vieron muy mermadas, el vinilo creció hasta el 4% del mercado total y las ventas del vídeo musical aumentaron más del 50% como consecuencia del éxito del DVD de Operación Triunfo 2017, El Concierto.

Fuente: Promusicae/Cristina García Hernández

El mercado digital español en 2017 constituyó el 66% de la industria de la música grabada de nuestro país, en su mayoría gracias a las suscripciones a plataformas de streaming como Spotify o Apple Music, entre otras. Siguiendo la línea internacional, el mercado digital también ha crecido ligeramente, según Promusicae, por «los últimos acuerdos firmados por las distintas discográficas con los principales servicios de streaming, ajustan con severidad los márgenes de ingresos en esta modalidad para los artistas y productores musicales en 2017». Dichos acuerdos han permitido que los consumidores accedan a pagar las cuotas mensuales de suscripción a cambio de tener contenido exclusivo antes que otros consumidores, como ocurre en el caso de los lanzamientos a través de la plataforma Tidal.

Fuente: Promusicae/Cristina García Hernández

Por otro lado, las descargas permanentes -legales- para su uso sin conexión se asentaron durante 2017 como una realidad a tener en cuenta, que en el caso del mercado internacional suponen el 16% del mercado fonográfico.

En relación al streaming sin suscripción, es decir, el consumo de audio o vídeo financiados por publicidad, preocupa que del total de videostreams sólo el 16% se traducen más adelante en suscripciones. Según el Music Consumer Insight Report 2018 de la IFPI, un estudio anual de los hábitos de consumo de música en 20 países, el 86% de los consumidores escucha música en streaming (89% en España), de los que el 52% lo hace a través de vídeos (la plataforma más elegida es YouTube) y el 20% en servicios gratuitos.

Fuente: IFPI/Cristina García Hernández

Este interés por el consumo de música en plataformas gratuitas, mientras la piratería sigue latente (más de un tercio de los consumidores accede a contenido no autorizado), lleva contemplar durante los últimos años el llamado value gap o brecha de valor, que surge de la diferencia entre los grandes ingresos que reciben las plataformas de streaming y el escaso beneficio que llega a los creadores y productores a pesar de que su música se esté consumiendo. Esto ha sido causa de muchas disputas de artistas con las plataformas, llegando a la retirada del catálogo online como hicieron Neil Young o Prince.

Y ahora, ¿qué tienen que decir los consumidores?

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