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periodismo universitario en internet

Transporte durante el Covid, una realidad en movimiento

  • La pandemia ha supuesto la adaptación del transporte a esta nueva normalidad

  • Los vehículos propios como el coche o la bicicleta han aumentado en uso drásticamente 

 

Adaptarse o morir, un eslogan repetido desde siempre, pero que, actualmente, con una pandemia mundial que lleva monopolizando el presente inexorablemente casi tres años, tiene más sentido que nunca. El Covid-19 lo ha cambiado todo, la movilidad también. Las carreteras se vaciaron y el eco retozaba melancólico en unas calles desérticas alejadas del vívido sonido de la sociedad. El transporte se paralizó y, desde entonces, no ha dejado de adaptarse a una nueva normalidad que parece eterna. 

El ser humano por naturaleza está interconectado con su entorno. Por ello se desarrollaron históricamente vías para que pudiese estar comunicado con sus alrededores. Sin embargo, debido al virus, se trata de evitar, precisamente, los contactos aislando la sociedad en núcleos reducidos o, al menos, tratándolo. En consecuencia, las carreteras se cerraron y el transporte se limitó para frenar los contagios. Se priorizó la seguridad y salud sobre la movilidad. 

No obstante, actualmente, estamos inmersos en un proceso evolutivo de cambio para poder volver a la situación prepandémica en la que la movilidad era total. Así, los transportes han tenido que adaptarse tanto en forma como medidas al igual que la sociedad. En otras palabras, el consumo y modo de uso de los transporte ha cambiado. Un cambio que quizá haya llegado para quedarse como, por instancias, el uso masivo de bicicletas o automóvil personal sobre el transporte público. 

 

Ayuntamiento de Madrid & Fernando Fraile 2021 contents Copyright

Puerta del Sol en Madrid completamente vacía tras decretarse el estado de alarma debido al Covid-19 (Ayuntamiento de Madrid)

 

El día que los motores pararon

Durante el confinamiento ocasionado por la pandemia del Covid-19, las autopistas estaban vacías, las calles solo presenciaban la ocasional sirena de una ambulancia o de alguna patrulla de policía haciendo su ronda. Sin duda fue uno de los primeros golpes de realidad sobre la paralización que estábamos viviendo.

 

 

El transporte por carretera durante el estado de alarma en 2019 sufrió un parón histórico. Sin embargo, tras el establecimiento de permisos de movilidad por Real Decreto, estos mismos datos tornaron hacia la otra dirección, incluso en su primer trimestre. De hecho, las carreteras se llegaron a colapsar con automóviles.

Concretamente, uno de los grandes cambios ha sido el aumento del uso del coche para acercarse al trabajo y realizar otras actividades consideradas como necesarias. Un incremento de casi un 25%, donde la mayoría de los encuestados por el centro de estudios AXA cambiaron su forma de desplazarse de transporte público a vehículo personal debido al temor de poder ser contagiados.

 

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Tráfico de coches en la madrugada de Madrid (Fernando Fraile)

 

¿Esto quiere decir que las ventas de coches aumentaron?, si bien es cierto que un análisis básico podría arrojar dichos resultados, la verdad es que el crecimiento de ventas del sector motor en Europa crece por año (aunque de manera más ligera en el sur). No obstante, el incremento en el año del estado de alarma estuvo en punto neutro. Se mantuvo un grueso de ventas a final de año, pero con muchos problemas a nivel de distribución. 

La pandemia impactó en la logística del sector de automoción y alteró las tendencias. Según ANFAC hubo un decrecimiento de un 25% sobre el total de vehículos transportados hacia el territorio español. La vía que más sufrió fue la marítima que, al ser la forma en la que se transportan más vehículos, vio cómo sus números fueron disminuidos por un 40%.

 

 

El Lunes que fue un poco menos lunes

El mismo estudio de AXA aporta datos interesantes sobre el uso de las vías, incluyendo desplazamientos desde ciudades dormitorio hacia centros de trabajo o movilidad dentro de un mismo núcleo urbano. Los resultados proyectan que hay un 25% menos de desplazamiento en automóvil en días laborales y una reducción del 50% en los fines de semana, siendo aún así el transporte más utilizado.

En este análisis de 2020, se puede atribuir dicha reducción en la movilidad debido al teletrabajo y al temor a salir de casa tras la cuarentena. Se estima incluso que, actualmente en 2021, un 25% del trabajo que venía a ser presencial todavía se desempeña de manera telemática y que más de la mitad de los trabajadores aprovechan las oportunidades de teletrabajar en vez de volver a las oficinas. Por lo tanto, las cifras de desplazamientos han aumentado pero mucho más drásticamente los días festivos.

 

En busca de la sostenibilidad 

La crisis económica producida en 2020 por la pandemia tendrá coletazos en los siguientes años. Una de las iniciativas afectadas por dicha crisis es el cambio del parque motor en el sur de Europa, asunto que ha ido preocupando a la Comunidad Europea desde los últimos 3 años. Un cambio referido a la sustitución de motores de diesel y gasolina por unos mucho más verdes como híbridos y eléctricos.

Los planes propuestos previamente a la pandemia fueron frenados por los nuevos fondos de crisis que se debían distribuir para afrontar los costes del virus. Sumado a esto, los estudios sobre el cambio hacia un parque motor más sostenible y sobre cómo se debe modificar la infraestructura para ello, todavía no han sido terminados. 

Afortunadamente, ya varios países han vuelto a iniciar las conversaciones en este ámbito con varias compañías del motor estando estas últimas expectantes, ya que los ingresos de contratos gubernamentales pueden salvar un poco sus delicadas situaciones económicas. 

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Coche eléctrico repostando como símbolo del futuro parque del motor (Fernando Fraile)

 

Otra historia a dos ruedas

Ante la posibilidad de contagio en transporte público los usuarios empezaron a buscar otras opciones. Una que adquirió popularidad relativamente rápido fue la de adquirir una motocicleta. Esta alternativa apareció como una transición natural para aquellos que vivían con cierta cercanía a sus trabajos pero que a su vez debían transitar autopistas.

Desde que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana publicara las restricciones y diera permiso de circulación a los vehículos de dos ruedas, se notó no solo un incremento de motocicletas en las vías más transitadas, sino que el número de adquisiciones, ya se vía online o presencialmente en concesionarios, aumentó.

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Conductor que opta por usar la motocicleta en la ciudad sobre el resto de transportes (Fernando Fraile)

 

Este auge como medio de transporte diario puede ser atribuido a que el compartir motocicleta es bastante más seguro respecto a la transmisión del virus, ya que a diferencia de, por instancias, el automóvil no cuenta con un habitáculo cerrado. Así, hay menos posibilidades (por no decir casi nulas) de contagiarnos por las partículas que se encuentren en nuestro círculo de proximidad inmediato. Algo muy frecuente en el transporte público. Además, el uso de casco y guantes obligatorio agregan barreras extra para protegernos frente al virus.

La orden ministerial citaba: «en las motocicletas, ciclomotores y vehículos de  categoría L en general, que estén provistos con dos plazas homologadas pueden viajar hasta dos personas siempre que o lleven casco integral con visera, o utilicen mascarilla o que residan en el mismo domicilio». Mientras que, en un principio, en el coche tan solo podía viajar una persona y, más tarde, dos pero solo si eran convivientes. Sin embargo, en la motocicleta desde un principio ser conviviente no era una obligación.

 

El miedo, cruel acompañante del transporte público 

Los gobiernos, que son la primera línea de defensa ante estas crisis, han tenido que tomar medidas de gran impacto para la vida cotidiana del ciudadano. En este contexto, mantener un nivel mínimo de servicios de movilidad seguirá siendo aún más importante de lo que ya lo es habitualmente para asegurar que los servicios esenciales como la atención sanitaria, la distribución de alimentos y los trabajadores de servicios vitales puedan llegar a sus destinos de manera ordenada, segura y sostenible.

La movilidad es uno de los pilares fundamentales que mantiene el orden y el funcionamiento natural de la vida urbana. Dentro de este orden los transportes públicos cumplen una labor de importancia enorme aportando accesibilidad a lugares de manera eficiente y económica, así cómo permitiendo al ciudadano moverse más allá de la inmediatez de su distrito.

La pandemia ha cambiado la percepción sobre el transporte público, en especial, cómo se afronta un viaje en este medio. Sobre todo, destaca la preocupación sobre cómo los servicios de transporte, entre ellos RENFE y Metro de Madrid en nuestra comunidad, cumplirían con las restricciones cuando ya antes presentaban deficiencias.

 

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Usuaria de RENFE viajando en Madrid tomando precauciones ante el virus como la distancia social y mascarilla (Fernando Fraile)

 

Para afrontar el contexto pandémico, el gobierno y las compañías públicas correspondientes optaron por el incremento de la frecuencia de llegada de los transportes públicos. Así, los pasajeros podrían viajar cumpliendo las restricciones en cuanto a aforo. No obstante, a su vez, los tiempos debían ser similares a lo que ya se reproducían en la pre-pandemia, pues de lo contrario, ante un aumento de la flota o un uso en exceso de esta subirían los costes operacionales en plena crisis.

Aun así, la realidad entre los usuarios es muy diferente a lo que solíamos llamar normalidad. Datos de la comunidad de Madrid muestran que uno de cada cuatro usuarios no ha vuelto a usar el transporte público dese el inicio de la pandemia. Algo que no solo se nota en el incremento de atascos en carreteras sino también en cómo el nivel de ciertos servicios de transporte público han relajado sus medidas causando serios problemas para quienes aún utilizan los trenes y autobuses.

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Usuaria del Metro en Londres esperando cogerlo sin apenas apenas aglomeraciones a su alrededor (Bob Charlston)

 

El tablero en el que se ha convertido el autobús

En cuanto a los viajes en autobús, es imprescindible que la mascarilla cubra tanto la nariz como la boca a fin de evitar la propagación y el contagio del virus a través de las partículas en suspensión. Además, es tarea indispensable mantener la máxima distancia de seguridad entre los pasajeros.

También es primordial que el asiento inmediatamente posterior al conductor quede libre y que se respete un espacio similar en el resto de asientos. Unas medidas que son, asimismo, aplicables a los viajeros que estén de pie. A modo de resumen, debería haber dos viajeros por cada metro cuadrado.

En el interior de las estaciones habrá que evitar aglomeraciones, manteniendo siempre una distancia de seguridad apropiada con el resto de los viajeros y siguiendo las medidas impuestas por el gestor de las infraestructuras.

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Pasajeros en un autobús sin apenas aglomeraciones debido al Covid-19 (Fernando Fraile)

 

Una solución a pedales 

Ante esta situación excesiva en el uso de automóviles y de temor a la utilización del transporte público, la bicicleta ha ido cobrando un gran protagonismo. Durante la pandemia se ha consagrado como una opción aconsejable para trasladarse de forma segura libre de contagios, sana y evitando atascos. No obstante, tan solo puede ser utilizada para trayectos no demasiado largos. Pese a ello, aún en esta nueva normalidad en la que las medidas se han relajado, la bicicleta sigue en auge.

Sostenible, ecológica y limpia. No hay riesgo para el medio ambiente y cumple a rajatabla con la movilidad sostenible. La bicicleta se ha convertido en estos tiempos en una opción muy fiable, por no decir la ideal. De hecho, se encuentra como uno de los medios de transporte más utilizados al prevenirnos de focos de contagio como las aglomeraciones de personas.

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Ciudadanas escogiendo el uso de la bicicleta para moverse por la ciudad sobre otras opciones de medios de transporte (Ed Sorssen)

 

Por otro lado, adquirir y mantener una bicicleta es mucho más barato y sencillo que un automóvil o motocicleta. Según el portal Mercado Libre, la búsqueda de este artículo en venta por internet registró un crecimiento de 282%, aumentando en 2019 sus ventas hasta un 21% registrado por la Asociación de Marcas y Bicicletas de España.  

Además, la OMS recomienda su uso para cuidarnos y cuidar al medio ambiente. La sugerencia va más allá del mero ejercicio físico que repercuta en una mejora de salud, pues es, asimismo, un transporte respetuoso con el medio ambiente que también permite salvar las distancias tan necesarias durante esta pandemia. Por ello, en Europa varias ciudades europeas han promovido su uso para evitar contagios como Berlín o París.

El vicepresidente de Movilidad, Transporte y Sostenibilidad del Área Metropolitana de Barcelona, Antoni Poveda admite que «la tendencia en el uso de bicicletas ha sido creciente», por lo que han aumentado las infraestructuras en las ciudades para el uso de estas como con los carriles bici o las zonas 30. Poveda confiesa que «las bicicletas han demostrado tener un papel clave tras la pandemia debido a ser un medio de transporte individual, sostenible y saludable tanto a nivel físico como emocional, por lo que se debe invertir más en ellas».

Debido a sus garantías saludables y de seguridad, las cifras sobre su uso desde la pandemia van en aumento, también por cuestiones económicas. La bicicleta supone un ahorro importante a fin de mes, por instancias, ante el combustible, seguros, mantenimiento o aparcamiento necesario para los usuarios de coche. Es por todo lo anterior un medio de transporte que debería ser impulsado por los gobiernos locales. Aún más, en un contexto de cambio climático que parece inexorable.

 

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El uso de la bicicleta ha aumentado tanto en el ámbito urbano como rural (Susan Collins)

 

El tren futuro será verde…y bioseguro

El desafío actual requiere soluciones innovadoras a través de nuevas formas de transporte que se adapten a las ciudades y estén preparadas para posibles pandemias u otros problemas tanto estructurales como cíclicos. Varias iniciativas europeas apuntan a un futuro común: trenes más eficientes en coste operacional y de usuario.

Los retos a los que se enfrentan las ciudades de todo el mundo para hacer frente a la actual emergencia son tan diversos como sus realidades. Por lo cual, hay que considerar que los análisis de uso y geográficos deben liderar todos los proyectos planteados. En otras palabras, sin un análisis PESTEL, los planes que tienen que ver con transporte público, como ya se ha demostrado en tiempos de pandemia, están destinados a fallar.

Algo que podemos asegurar es que todas las nuevas iniciativas de transporte público pasarán por un importante filtro de planes de bioseguridad. Para estimar el éxito a futuro de un transporte se tendrán en cuanta posibles situaciones similares a la vivida desde 2020. Así, todos los nuevos medios estarán preparados para lidiar con las nuevas realidades.

 

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El tren de alta de velocidad ha sido uno de los primeros pasos en esta revolución del transporte en la que estamos insertos (Francesco Gollini)

 

Un vuelo que ya no es tan libre 

El virus ha impactado en todos los sectores, en el de la aviación también. De hecho, debido a las restricciones así como la reducción de la demanda de vuelos, ha habido una reducción de ingresos en torno al 55% a nivel global, según datos de AENA, siendo la peor crisis en la historia de la aviación.

Hay que destacar que los vuelos se han debido adaptar a las medidas de seguridad, entre ellas las pruebas básicas Covid, como un PCR antes de subir a un avión. También, han facilitado una mayor flexibilidad a la hora de elegir vuelos, poder cambiarlos y de hacer el check in de manera digital. Usar mascarillas es obligatorio durante todo el vuelo y se recomienda usar el menor equipaje posible por temor a que los artículos sean susceptibles de llevar el virus. 

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El uso de la mascarilla se ha vuelto un requisito indispensable en los aeropuertos de todo el mundo (Fernando Fraile)

 

Asimismo, se aplican medidas de distanciamiento social y advierten todos los riesgos sanitarios a todos los pasajeros antes, durante y después de abordar un avión, junto a la particular escenografía propia de la tripulación para indicarnos las puertas y chalecos salvavidas. También se utilizan hoy en día los llamados filtros HEPA que permiten eliminar más del 99,9% de las nanopartículas, virus y bacterias del aire que recircula en el interior del avión.

 

El espejismo ecológico de cuarentena 

Durante ese primer periodo de inactividad en el que las órdenes de confinamiento mantuvieron a mucha gente en casa durante meses, las emisiones de gases de efecto invernadero en España se redujeron un 15,6 %, según informa el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Sin embargo, un estudio del Global Carbon Project publicado en noviembre de este mismo año informa que las emisiones mundiales de CO2 están volviendo a escenarios prepandémicos pudiendo incluso superarlos y alcanzar un récord histórico en cuanto al máximo de contaminación en 2021. Principalmente, debido al repunte en energía y transporte, pues ante el temor de los contagios la sociedad prefiere utilizar un automóvil propio a un transporte público.

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La Gran Vía de Madrid desierta en cuarentena, momento en el que las emisiones de CO2 se redujeron drásticamente (Ayuntamiento de Madrid)

 

Transporte postpandemia

La crisis del COVID-19 ha evidenciado las deficiencias de nuestro sistema de transporte tanto en su incapacidad para adaptarse a problemas estructurales, por instancia, una pandemia, como su evidente contaminación para perjuicio de nuestro planeta y calidad de vida. 

En consecuencia, el sector del transporte debe reinventarse adaptándose a una filosofía en consonancia con unas economías más verdes y saludables para respetar el medio ambiente. Un camino que se ha ido marcando en diferentes informes desde la ONU.

Este cambio debe fundamentarse en nuevas formas de combustible, en esencia la electricidad. La inclusión de vehículos eléctricos disminuiría los gases de efecto invernadero reduciendo drásticamente la contaminación atmosférica y acústica en el mundo. Sería un cambio por la sostenibilidad del planeta, una oportunidad para avanzar colectivamente hacia un desarrollo sostenible. 

Además, la implementación de la electricidad significaría para el sector crear más de diez millones de empleos según informes de la ONU. Un sector que actualmente ya representa más de sesenta millones de empleos a nivel mundial. También, se refleja en el mismo que si los países duplicaran su inversión en transporte público, aumentarían los empleos en este cinco millones más.

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Las carreteras son la principal vía de movilidad suponiendo una gran cantidad de puestos de trabajo dedicados a su mantenimiento y construcción (Stephen Hall)

 

Se trata de un desarrollo necesario para perseguir el objetivo de la transformación estructural del transporte y con ella lograr una sociedad ambientalmente sostenible e inclusiva.

 

Enlace para una lectura del reportaje mucho más dinámica: Transporte durante el Covid, una realidad en movimiento

 

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