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periodismo universitario en internet

Salud mental y los jóvenes

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La sobrecarga académica es un gran potenciador de diferentes trastornos/ Fotógrafo: momcilog

· Los juventud ha sido precursora en dejar atrás el tabú de los trastornos psicológicos pero, ¿cuánto conocen sobre éstos?  

· Los síntomas de la ansiedad, la depresión o los TCA siguen resultando más confusos de lo que creemos

 

En una época en la que la interconexión y la globalización de contenidos y conocimientos nos permiten un acceso a información ilimitada resulta atrevido poner a prueba el conocimiento de los jóvenes sobre salud mental y trastornos psicológicos. La juventud -entendiendo este término como a los comprendidos entre los 18 y 25 años- es una hipotética gran conocedora de los diferentes síntomas que engloban los trastornos, pudiendo haberlos sufrido ellos mismos o haber convivido de forma cercana con ellos, junto a amigos o familiares que hayan podido experimentarlos.

Esto ayuda a retroalimentar la idea a esta franja de edad de ser conocedores de la gran mayoría de síntomas que engloban esta delicada rama de la medicina, haciéndoles caer con frecuencia en el error del autodiagnóstico de trastornos, sin acudir o recibir la ayuda de un profesional, o incluso peor, cayendo en la automedicación, consumiendo fármacos que pueden terminar por arrojarles verdaderamente a la enfermedad. Mediante la realización de una encuesta anónima analizaremos cuánto saben verdaderamente los jóvenes sobre los síntomas de trastornos y a cuáles de estas enfermedades pertenecen dichos síntomas, para destapar su conocimiento real sobre salud mental.

 

La pandemia, los jóvenes y la salud mental

Durante la pandemia del Covid-19 pudimos ver cómo la salud mental pasaba a ser algo que estaba en boca de todo el mundo, todos los medios hablaban de ello, sacaban a expertos por la televisión a intentar explicarnos el porqué de la desazón, la desesperación, la angustia y los otros síntomas que sufrió una gran parte de la población durante este periodo de incertidumbre. 

A raíz de este momento, han sido muchos los que han reclamado una salud mental pública, accesible para todo el mundo, y el reconocer a nivel palpable que, tener un trastorno psicológico es igual o incluso más incapacitante que tener una enfermedad puramente médica, o por lo menos durante un tiempo mientras se sufre el trastorno. 

En ese momento se nos plantea una pregunta: ¿Cuánto sabe realmente la población joven de salud mental? Teniendo en cuenta, como bien decíamos antes, que ahora se habla continuamente del tema. 

Para ello, decidimos realizar un sondeo anónimo a estudiantes universitarios. La salud mental es un tema muy amplio e inabarcable para un solo reportaje, por lo que decidimos centrarnos en los tres trastornos más frecuentes: la depresión mayor, los trastornos de ansiedad (incluyendo TOC, trastorno de ansiedad por separación, ansiedad generalizada etc) y los trastornos de alimentación.  El sondeo constaba de cincuenta preguntas, donde se exponían síntomas de estos trastornos y algunos síntomas comunes que no tienen por qué corresponder con ninguna enfermedad mental. Este sondeo fue realizado con la ayuda de la psicóloga clínica Susana Bas Maestre. 

Las primeras preguntas del sondeo eran personales sobre si consideraban que habían tenido algún trastorno o si habían tenido algún familiar con algún trastorno psicológico. Lo primero que nos sorprendió fue darnos cuenta de que sólo entorno al 20% de las personas nos contestaban con rotundidad que no habían tenido un trastorno, y se igualaba casi los datos de las personas que sí sabían que habían tenido un trastorno y las que no lo sabían o no habían sabido reconocerlo. Esa cuestión es la que queríamos analizar, ya que luego, por otro lado, el 75% constataba haber tenido contacto cercano con alguien con un trastorno psicológico. 

¿Has tenido alguna vez un trastorno psicológico? Analizamos los resultados obtenidos por la encuesta a diferentes jóvenes sobre salud mental, depresión, ansiedad, TCA

Gráfica obtenida de la encuesta realizada

Asimismo, basándonos en los datos recogidos podemos confirmar  lo que ya teníamos al inicio del reportaje. Y es que  con unos pocos datos casi sin contexto, la juventud se siente capaz de diagnosticar de forma contundente alguno de estos trastornos, ya que considera que, como lo ha vivido en su entorno, o lo ha visto por la redes sociales, periódicos etc. sabe con profundidad del tema. Esto mismo se encuentra retratado en varias preguntas del sondeo realizado anteriormente, ya que solo entre un 1% y 2% se encuadra en una actitud de desconocimiento, algo bastante acertado debido a que en las cuestiones ofrecidas falta contexto dentro de cada síntoma, algo intencionado con el objetivo de confirmar dicha cuestión inicial.

¿Has sentido que tus problemas no se van a solucionar nunca? Analizamos los resultados obtenidos por la encuesta a diferentes jóvenes sobre salud mental, depresión, ansiedad, TCA

Gráfica obtenida de la encuesta realizada

¿Has dejado de hacer cosas que antes te gustaban? Analizamos los resultados obtenidos por la encuesta a diferentes jóvenes sobre salud mental, depresión, ansiedad, TCA

Gráfica obtenida de la encuesta realizada

 

Entrevista a estudiantes de la UCM sobre salud mental

 

Por otro lado, queremos aclarar, que la sintomatología de los trastornos psicológicos es muy amplia, y muchas veces se repite en muchos de ellos, por lo que intentar saber si es conocedor de lo que son las enfermedades mentales a nivel usuario podría ser incluso un poco beneficioso poco beneficioso a la hora de saber si realmente nos pasa algo, a quien podemos acudir, cómo solucionarlo.

 

Teniendo en cuenta dicho desconocimiento es necesario comparar esas respuestas con alguien que realmente conozca dichos síntomas, o en otras palabras, un profesional. Susana Bas Maestre, especialista en psicología clínica, nos guía dentro de los trastornos para conseguir ser conocedores de que significan realmente dichas enfermedades.

 

Entrevista Doctora Susana Bas

 

Una vez visto el punto analítico y profesional, quisimos hablar con personas que hubieran vivido éstos trastornos durante su adolescencia o juventud. Por privacidad, no saldrá el nombre de ninguna de estas personas, ya que son experiencias personales donde nos cuentan sus antecedentes, cómo vivieron ellos el trastorno y cómo han conseguido salir adelante. 

Primer caso: el trastorno depresivo

“Cuando era más joven no destacaba exactamente por unas notas excelentes, aunque siempre me sentí rodeada de amigos debido a mi forma de ser, que roza lo hiper-sociable, lo cual podemos vincular al problema que me generó esta característica de mí, que me hizo ser dependiente de la compañía de los demás. 

Aquellas notas que para nada rozaban la excelencia comenzaron a caer en picado cuando mi abuela enfermó de cáncer. Convivía con ella en casa y la situación con el resto de mi familia resultaba bastante mejorable. Esto me llevó a sentirme extraña, quitándome las ganas de salir , se me cerraba el estómago cuando me llamaban a la mesa y mis ganas por hacer casi cualquier cosa eran nulas. 

Al principio pensaba que eran reacciones normales a vivir una etapa distinta en mi vida a la que no estaba acostumbrada, pero poco a poco todo se fue haciendo bola y cada síntoma comenzaba a ser más y más insufrible cada día que pasaba. Tampoco ayudaba que mi círculo de amigos, que resultaban mi principal apoyo, desconocieran lo que me pasaba, haciéndome escuchar diariamente frases como: – ¡Nunca te apetece!- ¡No vas porque no quieres!- y terminando por provocar que me distanciara de lo único que en ese momento sentía que me quedaba. 

Comencé a ver la vida con una introspección que me hacía temblar de pánico. Solo pensaba en el futuro, en que sería de mí al pasar 5, 10 o incluso 30 años. Una burbuja en la que solo había cabida para mi, para sobreanalizar lo que hacía, lo que decía, lo que comía… Encerrada en mi cuarto conocí a través de un juego online a una chica que se encontraba experimentando lo mismo que yo, y que desgraciadamente me enseñó su forma de acabar con ese dolor, de acabar con ese sabor insípido que tenía para nosotras la vida, autolesionándose. Y lo puse en práctica.

  

La depresión mayor suele ir acompañada de una sensación de soledad irremediable y de un sentimiento de incomprensión por la gente que te rodea. La falta de ganas para levantarse y vivir el día a día suele ser uno de los síntomas más comunes.

Autorretrato de la depresión/ Edward Honaker

Era lo que veía que la gente hacía cuando se encontraba así de mal, así que en cierta manera lo vi normal.  Seguí alejándome más y más de la gente que me rodeaba y autolesionándome en silencio hasta que los vi alejarse y desaparecer. Me encontré sola, con el único apoyo de mi madre, para los demás era tan solo una rara, una loca o la chica que “había cambiado” y que ya “no tenía nada que ver con nosotros”.

Hasta que llegó la decisión que me ayudó a evitar aquel precipicio. Comencé a ir a terapia.

Allí me enseñaron que lo que yo sentía no era lo normal, ni parte de una fase. La presión con la que tomaba cualquier decisión o la anticipación con la que analizaba posibles hipotéticos problemas no era la forma común de pensar de la gente de mi edad. Eran problemas que ni siquiera tenían solución a corto plazo, y lo valioso que me enseñaron fue a sentirme cómoda con ello. Me demostraron que lo que verdaderamente debía preocuparme era vivir por mí misma, encontrar lo que me gustaba, lo que me hacía sentir bien hacer y no lo que hacía bien a mi familia que hiciera.

Tras años de terapia pude conseguir acercarme con éxito a ver la vida de otra manera, a entender realmente el problema que tenía y hace ya años que no me lesiono. Aún me persiguen, como a todos, sensaciones como el miedo al futuro, pero nada tiene que ver con aquel agujero negro que me absorbía cada día de mi vida. Mi historia os puede ayudar a entender que aquella experiencia que me hizo normalizar la autolesión como una válvula de escape y me hizo creer que esa sensación que me envolvía era más común de lo que pensaba lo único que hacía era alejarme más y más de una posible salida. Cortar relación con una persona que en aquel momento consideraba que era la única a quien podía llamar “amiga” resultó durísimo pero fue la mejor decisión que podía tomar, pues la forma en la que nos retroalimentamos era lo que más me frenaba a escoger la ayuda profesional.

El trastorno de ansiedad

“Fui diagnosticada con un trastorno de ansiedad generalizada hace dos años. Mis antecedentes eran una depresión, marcada por la sensación de no tener futuro y de que la vida se me estaba escapando. Llegué a la universidad y comencé a plantearme, con más frecuencia de la que quería, que futuro me esperaba y que futuro realmente quería. Empecé a encontrarme rara y las noches cada vez se me hacían más largas, casi haciéndose imposible que pudiera dormirme. Sentía un bucle de pensamientos constantes que a lo mejor ni existían, ni iban a pasar o ni siquiera estaban en mi mano en ese momento. 

El trastorno de la ansiedad afecta gravemente a tu manera de percibir las sensaciones cotidianas, reflejándose en angustia en el pecho y una preocupación constante por el futuro.

Retrato de la ansiedad/ Fundación Cadah

Durante el día rendía cada vez muchísimo menos, me impedía llegar a los objetivos que me imponía, lo cual me devolvía una sensación de angustia, impotencia y estrés constante. Lo peor de esto era que mi manera de luchar contra esa angustia era ponerme objetivos cada vez más exigentes que los anteriores, para poder demostrarme que podía con ello. 

Estaba todo el rato alerta, con la sensación de que algo iba a pasarme y que no estaría preparada para afrontarlo. Ese sentimiento de luchar constantemente contra una situación de peligro me terminó por llevar a sufrir ataques de pánico.  Ataques en los que no conseguía respirar ni mover mis extremidades, y que me podían ocurrir en las situaciones más cotidianas que podáis imaginar, haciéndome sentir que iba a morir que mi cuerpo no respondía porque me estaba hundiendo en el vacío. Pero conseguí salir de ahí. 

Comencé a ir a terapia con la ayuda de una psicóloga que me enseñó a ver que cada cuestión tiene su lugar  y que dicho lugar e importancia somos nosotros mismos los que se las damos. Entendí que aquel estrés y bucle de cosas que tenía en la cabeza eran la ansiedad, que mis problemas no dejaban de ser aspectos contra los que lidiaba también el resto, y que el problema residía en cuando permitía que aquel estrés se apoderase de mis decisiones y de mis pensamientos, enjaulándome en esa sensación de no saber cuando era yo quien estaba tomando las decisiones o cuando era el miedo quien lo hacía por mí.

Fue una batalla durísima pues contra quien me vi luchando fue contra mi, con aquella parte ansiosa que me hacía sobre analizar cada aspecto de mi vida enfrentada a la parte de mí que entrenaba en terapia y me demostraba que no poder tener algo hecho jamás sería el final del mundo. No somos conscientes hasta que no vemos esta burbuja explotar, a ese pánico aparecer en forma de ataque de lo común que es que estas situaciones de estrés a las que nos vemos sometidos pueden derivar en algo tan difícil como es la ansiedad.”

Trastorno de conducta alimentaria:

“Entre los 20 y 22 años fui diagnosticada con un trastorno de conducta alimentaria, concretamente de anorexia. En ese momento no reconocí una causa clara del origen de este, posiblemente todo comenzase por el hecho de tener que sufrir cierto tipo de comentarios acerca de mi físico y ver cómo otras personas o amigas mías no lo sufrían simplemente por el hecho de tener otra constitución física. Siempre se metían con mi físico porque no estaba socialmente aceptado. Cuando ocurrió realmente era completamente ignorante de ello, realmente yo no tomé ninguna decisión por mí misma. Tras una revisión de mi pulmón, el médico le habló a mis padres sobre mi estado de salud física. Desde ahí me ayudaron mucho, me llevaron a urgencias y al psiquiatra para curar el trastorno. 

Los trastornos de conducta alimentaria afectan a la propia visión de la realidad, deformando en muchos casos la visión física de quienes la sufren, que optan en ocasiones por prácticas como provocarse el vómitopara poder sentirse cómodos en su propio cuerpo. Una báscula puede convertirse en tu mayor enemigo.

Retrato de las TCA/ Clínica Samu

Creo que lo que aprendí después de esta experiencia es que a este tipo de personas los consejos no les suelen ayudar, no suelen hacer caso a los consejos de otros porque internamente piensan que lo que están haciendo está bien y que no lleva ningún tipo de riesgo. Es algo complicado porque siempre van a intentar verse más delgados, se ven gordos o no se ven como quisieran. Por ello es importante pedir ayuda a un profesional ya que en muchos casos hasta que no se llega a un punto realmente crítico no se toma con la importancia que debería en ciertos entornos.

Asimismo, considero que es un tema muy delicado para las personas que hemos sufrido este tipo de trastorno ya que nunca se llega a aceptar del todo. El cuerpo es muy cambiante y la cabeza siempre te genera alguna duda, lo más importante es aprender a no hacerle caso a esa duda, y darte cuenta de que vales mucho más por todo lo que eres, y no por forma física. Aun así, la única forma de conseguir acabar con ese trastorno es visibilizando, y poco a poco, haciendo que las personas que lo hemos vivido podamos hablar de ello para que, las próximas generaciones no se sientan tan solas durante el proceso.”

La incertidumbre que rodea la salud mental

Tras el análisis tanto objetivo como de forma personal y detallada de la investigación, solo nos queda terminar de disertar dando nuestro punto de vista sobre el tema. Lo primero que hemos remarcado es la facilidad con la que se habla de salud mental en contraste con la desinformación que hay entre la población. Es una paradoja que no estos tiempos de desconocimiento sean  los mismos que tengamos la capacidad de llegar a un conocimiento de una forma fácil y casi ilimitada.

Cabe destacar, aun así, que consideramos inaceptable y causa de que la población no sepa que vive cuando se encuentra de ciertas maneras, el hecho de que no tengamos una sanidad que cubre la salud mental de forma gratuita y universal. Los datos sobre los psicólogos en porcentaje a los habitantes es catastrófica, y da a entender los datos que hemos mostrado. Y es que terminar este análisis confirmando que los jóvenes tenemos un problema en términos de salud mental de nada sirve a estas alturas, teniendo en cuenta que es algo de lo que la sociedad y los datos confirman. En otras palabras el objetivo que hemos encontrado durante el camino de nuestra investigación es que después de ver qué ni nosotros mismos podemos llegar a identificar que no estamos bien, solo nos queda una solución y es la ayuda profesional.

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