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Mitos y riesgos del sinhogarismo en España

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Persona sin hogar durmiendo en España / Junta de Andalucía

  • En España hay aproximadamente 40 mil personas sin hogar.
  • El 40% de las familias en España destinan más del 40% de sus ingresos a los gastos de vivienda.

El sinhogarismo afecta aproximadamente a 40 mil personas en España y todas ellas tienen una historia diferente. Algunos han venido de otro país y se han encontrado solos y sin recursos, se han quedado sin trabajo y no han podido hacer frente a un alquiler o se han arruinado como consecuencia del COVID-19, entre otras muchas cosas.Una de las mayores dificultades acerca de este tema es lo común que se ha vuelto para el resto de la población ver a gente viviendo en la calle, hasta el punto de volverse invisibles a sus ojos. Los prejuicios y mitos acerca de por qué se encuentran en la calle hace que obtengan una visión negativa por el resto de personas, promoviendo que su comportamiento sea de indiferencia y poco empático. En este reportaje, tenemos la intención de dirigir la mirada de la sociedad hacia ellos y contar la difícil realidad que sufren las personas sin hogar en España.

Se considera persona sin hogar a aquella que no tiene acceso a un alojamiento que cumpla con los criterios de habitabilidad humana combinados aceptados, tanto si el alojamiento es legalmente de su propiedad como si es alquilado, ocupado de forma gratuita con permiso del propietario, o bajo contrato u otro acuerdo de naturaleza no temporal, s egún informa el Instituto Nacional de Estadística.

La definición de acuerdo a la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que trabajan con Personas Sin Hogar ( FEANTSA en sus siglas en inglés), una persona sin hogar es aquella que «no puede acceder o conservar un alojamiento adecuado, adaptado a su situación personal, permanente». «Y que proporciona un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas y otras barreras sociales, o bien porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma».

Los expertos distinguen entre el «sinhogarismo literal o restringido», que considera que las personas sin hogar son aquellas que no disponen de un domicilio, o el «sinhogarismo extenso», que tiene en cuenta no solo el hecho de no tener un hogar sino también vivir en alojamientos que no se reúnen unas condiciones mínimas.

El sinhogarismo tiene muchas caras y es consecuencia de un fenómeno social en el que intervienen muchos factores individuales de cada persona, y otros generales y estructurales que surgen de una combinación de causas socioeconómicas.

Según FEANTSA , hablamos de personas que son pobres, muy pobres y extremadamente pobres. Su nivel de vulnerabilidad es proporcional al estado en que se encuentran. Personas que malviven con un sueldo de 600 euros en ciudades como Barcelona o Madrid, otras que piden socorro a amigos o familiares porque ni siquiera cuentan con esos 600 euros y ya han agotado todas las prestaciones sociales, y finalmente los que se ven obligados a salir por la puerta con lo puesto y pensar cómo y dónde pasarán la primera noche en la calle.

Por ejemplo, en España hay aproximadamente 40 mil personas sin hogar, personas que duermen al raso o en algún albergue u hogar social cuando les toca o la suerte les acompaña, ya que en ocasiones no hay sitio para todos. 

El 35% perdió su hogar al quedarse sin trabajo, el 73% duerme en la calle, sólo el 4,5% consigue «remontar» la situación después de un mes. El 80% son hombres mientras que el 20% restante son mujeres. El 54% son españoles y el 46% extranjeros.

 

Datos básicos sobre el acceso a la vivienda en España según la Agenda 2030

  • Número de personas afectadas por situaciones de vivienda insegura y de vivienda inadecuada

En relación a la Encuesta de Personas Sin Hogar del INE de 2022, el 39,83% lleva más de tres años sin tener un alojamiento propio, siendo el grupo más numeroso por tiempo en el sinhogarismo. A estos les siguen las personas que llevan sin hogar entre uno y tres años, que componen el 26,52% del total. Esto implica que más de la mitad de las personas sin hogar, es decir, un 66,35%, llevan al menos un año sin tener alojamiento.

Entre hombres y mujeres, la cantidad de hombres sin hogar componen el 76,7% del total, superando a las mujeres. Respecto a la edad, representan las personas más afectadas son aquellas que tienen entre 45 y 64 años, las cuales el 43,3%.

Según los datos recopilados por el INE, las Comunidades Autónomas que más personas sin hogar registran son Andalucía con 5.539 (un 19,4% sobre el total), País Vasco con 4.456 (un 15,6%) y Madrid con 4.146 personas (el 14,5%). En cambio, las autonomías que menos personas contabilizan son Melilla con 136, (un 0,5%), La Rioja con 158 (un 0,6%) y Extremadura que alcanza las 305 (un 1,1%). Sin embargo, cabe destacar que no es proporcional la cantidad de personas sin hogar que hay en las autonomías y los centros que tiene en su territorio.

  • Esfuerzo económico requerido para el acceso a la vivienda.

El 40% de las familias que recurren al alquiler en el mercado privado destinan más del 40% de sus ingresos a los gastos de vivienda. Este incremento en los precios contrasta con el aumento de los ingresos familiares que, según la Encuesta de Condiciones de Vida se habrían incrementado en un 17,1% en el mismo periodo, pasando de 26.092 a 30.552 euros anuales.

  • Impacto de las dificultades relacionadas con la vivienda en las situaciones de exclusión social

La vivienda se configura como uno de los principales factores de exclusión, y crece el porcentaje de población en situaciones de vivienda insegura o inadecuada. El acceso a la vivienda constituye en España uno de los factores esenciales de exclusión social.

De acuerdo a la metodología que utiliza la Fundación FOESSA para la conceptualización y medición de la exclusión social en España, las situaciones de exclusión en la dimensión de la vivienda son, tras el empleo, las que afectan a un porcentaje mayor de la población (24 ,0%).

  • Evolución del número de desahucios practicados

Tras la relativa paralización de los lanzamientos de vivienda en 2020, en 2021 volvió a crecer el número de desahucios , que se mantiene en todo caso todavía por debajo de los niveles registrados durante la pasada crisis financiera. El peso específico de los lanzamientos por impago del alquiler ha ido aumentando. En los últimos años y en 2021 suponen el 70,1% de todos los realizados.

Sinhogarismo en España, mitos y realidades, invisibles

Manta en el suelo que simula una cama / Albergue San Juan de Dios

Riesgos que enfrentan las personas sin hogar

El sinhogarismo no es un problema vinculado únicamente a la carencia de trabajo porque hay personas que trabajan y, aun así, no tienen ingresos suficientes que les garanticen una vivienda digna. Las causas del sinhogarismo son diversas y normalmente incluyen una acumulación de factores: estructurales (vinculados a la situación económica, al precio de alquiler, desahucios…), pérdida de trabajo, separaciones y rupturas familiares, etc. 

Todo ello puede repercutir en la salud mental que es tan importante como la salud física; por ello, el Instituto Nacional de Estadística establece que el 59,6% de este colectivo presenta algún síntoma depresivo.

Las personas sin hogar sufren discriminación, insultos, agresiones y, en los casos más graves, incluso violaciones y asesinatos. Las mujeres son minoría en la calle hecho que, en algunos casos, se debe a una mayor predisposición a pedir ayuda ya no romper con los vínculos familiares y sociales. Aun así, las mujeres que están en la calle sufren peores condiciones que los hombres,  por el mero hecho de ser mujeres; y se enfrentan a mayores riesgos y formas de violencia, que hacen de la calle un territorio todavía más hostil para ellas.

Según datos de Cáritas, un total de 7.100 mujeres viven sin hogar en la actualidad y muchas se encuentran en la calle tras haber sido víctimas de violencia de género.

Están expuestos a la exclusión y marginación de la sociedad; se enfrenta a insultos, vejaciones y desprecios por parte del resto de la población. Carecen de acceso a un trabajo, a una vivienda ya los recursos económicos necesarios para su sustento. Son personas que se enfrentan a la soledad, a la ruptura de sus vínculos sociales y familiares y, en consecuencia, a la pérdida de la verdadera red social imprescindible para la vida.

Tienen una mayor exposición a las enfermedades; viven y duermen en la calle, por lo que pueden contagiarse de una gran cantidad de enfermedades, además de no poder tratarlas y curarlas en la mayoría de los casos. 

Por otro lado, según datos oficiales de la Estrategia Nacional de Personas Sin Hogar 2015-2020 y de la última Encuesta del INE sobre Personas Sin Hogar, la esperanza de vida de las personas sin hogar se sitúa en torno a los 50 años. Dichas personas tienen una mortalidad entre tres y cuatro veces superior a la de la población general. La calle arrebata 30 años de vida a las personas que viven en situación de sinhogarismo.

Además, las personas sin hogar tienen un mayor riesgo de sufrir accidentes, al no estar protegidos, no tener sentido de orientación, estar alcoholizados, drogados o presentar alguna enfermedad mental se eleva el riesgo de tener un accidente.

Algunos de los problemas de salud comunes que pueden tener las personas sin hogar incluyen, entre otros:

  • vih
  • Enfermedades pulmonares como bronquitis , tuberculosis y neumonía
  • Desnutrición
  • Problemas de salud mental
  • Problemas por consumo de drogas
  • Heridas e infecciones de la piel
  • COVID-19

Mitos y realidades de las personas sin hogar.

Cuando pensamos en la situación de personas sin hogar se nos vienen a la cabeza una serie de prejuicios acerca de porque viven de esa manera. Pero, ¿son realmente esos los motivos por los que deben vivir esa situación? ¿Nos influyen estos prejuicios a la hora de ayudarles? Lo cierto es que, en su mayoría, sí que afecta. La realidad es que muchas de las personas que acaban en situación de calle no tienen problemas por drogas ni con el juego, que son los mitos más comunes, sino que han tenido que hacer frente a una situación muy difícil que no han podido superar. Los mitos más comunes son: 

  • «Cada vez hay menos personas sin hogar, se está solucionando»

Según los últimos datos de la Encuesta de Personas Sin Hogar del INE de 2022, la realidad es que ha aumentado considerablemente el número de personas sin hogar en la última década, creciendo un 25% . En 2012 el número de personas sin hogar se estimaba en 22.938, en la actualidad el número ha alcanzado a 28.552 personas afectadas. 

  • «Muchos han acabado en la calle por consumir drogas o ser alcohólicos. Y por ello, gran parte del dinero que recaudan, se lo gastan en eso»

El alcoholismo o el consumo de drogas no son la única causa para que haya personas que tengan que vivir en la calle. Según datos de la encuesta a personas sin hogar de 2022 del Instituto Nacional de Estadística, el 28,8% de personas quedaron sin hogar por la necesidad de empezar de cero tras llegar desde otro país, el 26,8% debido a la pérdida del trabajo y un 16,1% porque fueron desahuciados. 

Omar, de 20 años, tuvo que emigrar desde Mali en 2015 en busca de oportunidades y ya lleva casi dos años en el Albergue San Juan de Dios. «Si no haces algo malo, puedes estar aquí hasta 2 o 3 años», explica el joven, ha comentado el joven refiriéndose a vender drogas, robar o buscar peleas. «Cuando llegué, yo hacía cosas malas, pero no tenía oportunidades, por eso dormía en la calle». Sin embargo, poco a poco Omar se ha ido integrando perfectamente y ahora colabora en las actividades y tareas del albergue. 

Albergue, Comedor Social, San Juan de Dios

Persona comiendo en un albergue / Albergue San Juan de Dios

 

  • «Si se hubieran buscado un trabajo no habrían terminado así»

Muchas personas que viven en la calle, han trabajado y aún así han acabado en esta situación. Muchos han trabajado y aun viviendo en la calle tienen un trabajo, pero los ingresos son muy bajos y no son suficientes para pagar un alojamiento, ni mucho menos poder salir de esa situación. Los precios del alquiler de vivienda superan el 30% del salario mínimo en todas las Comunidades Autónomas según los datos del Observatorio de Vivienda Asequible de Provivienda.

Miguel Ángel, el director técnico del albergue San Juan de Dios, explica que la mayoría de las personas que reciben en su albergue son inmigrantes ya los que llaman «trabajadores pobres», es decir, personas que aunque tienen trabajo, no pueden subsistir debido a los bajos sueldos y las condiciones tan precarias. Unido al precio de la vivienda en ciudades tan grandes como es el caso de Madrid. Miguel Ángel afirma que en su albergue, a fecha de 2023, hay 30 personas que tienen empleo. 

  • “Si quisieran de verdad, podrían salir de la situación”

Unido al punto anterior en referencia al elevado precio de la vivienda y la precariedad de los puestos de trabajo y los sueldos, también hay personas a las que la vida en la calle les ha afectado de tal manera, ya sea en salud o en cuanto al entorno social, que no pueden volver a trabajar. Incluso, en las situaciones más graves, hay personas que destinan todo su tiempo del día en buscar recursos para sobrevivir y satisfacer las necesidades básicas. 

En el caso de las personas inmigrantes, su situación en la mayoría de los casos es mucho más frágil. Algunas personas carecen de documentación y se les presenta dificultades administrativas, muchos carecen de una red de contactos, otros no controlan el idioma de la misma manera que un nativo y deben enfrentar en muchos casos discriminación. 

«No tuve oportunidades, por eso dormía en la calle»

  • «Si han terminado viviendo en la calle es porque han querido, porque reciben muchas ayudas»

Muchos motivos, razones y causas acaban empujando a una persona a vivir en la calle. Hemos mencionado los altos precios de alquiler y compra, como los trabajos precarios, a los que se puede sumar el propio paro y motivos personales para acabar viviendo en la calle. Unido a ello, se presentan dificultades para ser una de las personas que reciben ciertas ayudas. Y en el caso de recibirlas, las causas mencionadas anteriormente se mantienen muy presentes en la sociedad, lo que lo convierte en un ciclo cuya salida resulta muy complicada. Además, en la mayoría de los casos esas ayudas sirven únicamente para cubrir las necesidades básicas a corto plazo, no para conseguir escapar de dicha situación y cubrir las necesidades a medio y largo plazo.

Además, la persona está viviendo una situación difícil, por lo que el proceso para volverse a adaptar, reconstruir vínculos y recuperar la confianza para salir es complicado. Así como conseguir un hogar y unos ingresos estables y suficientes para mantenerse. 

«Para el resto de personas soy invisible. Es horrible como piensan que ya saben todo sobre mí solo por verme en la calle, sin saber nada de mi vida», nos contaba Laura Orduño, ex camarera que perdió el empleo a causa de la pandemia y que no pudo hacer frente al alquiler.

Ayudas que reciben del estado y políticas públicas en España

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Personas sin hogar esperando para entrar al albergue / Albergue San Juan de Dios

Para revertir la situación, se ha activado la Estrategia Nacional para la lucha contra el Sinhogarismo que muestra la realidad de las personas sin hogar en España.

  • Disponibilidad de viviendas de protección social

La política de vivienda en España fomenta la consideración de la vivienda como un elemento de inversión o factor de crecimiento económico, por lo que hay un escaso desarrollo de la política pública de vivienda. Esto quiere decir que hay muy pocas viviendas públicas, ya sea en régimen de compra o de alquiler. 

Según refleja la Estrategia Nacional para la lucha contra el Sinhogarismo , España es uno de los cuatro países de la Unión Europea con menor porcentaje de vivienda social en alquiler, representando tan solo un 1,1%, es decir, unas 290.000 viviendas. Mientras que en la UE este porcentaje alcanza el 7,5% y en ocho países de Europa llega a superar el 10%. 

“Para el resto de personas soy invisible”

  • Gasto público destinado a las prestaciones de protección social relacionadas con la vivienda y la exclusión social

En España, las Administraciones Públicas destinan un menor gasto público en las políticas sociales relacionadas con el sinhogarismo y la exclusión residencial que el resto de países de la Eurozona. 

En 2019, el gasto público destinado al ámbito de la exclusión y la vivienda en la Eurozona era de 217 euros por habitante y en vivienda de 130 euros por habitante. En España, sin embargo, el gasto público representa 64 y 30 euros respectivamente. 

  • Evolución de los recursos, especialmente de alojamiento, que se ofrecen a las personas en situación de sinhogarismo

En los últimos años se ha producido un crecimiento del número de alojamientos para personas sin hogar, entre ellos el mayor incremento se encuentra en los albergues, comedores sociales y centros que ofrecen servicios de acogida. Aumentando un 28,3% el total de centros ofrecidos.

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  • Número de plazas de los centros de alojamiento para personas sin hogar

Desde el año 2006, el número de plazas disponibles en centros de alojamiento para Personas Sin Hogar ha crecido bastante pasando de 13.490 en 2006 a 20.191 en 2020. Entre dicho total, dos tercios de las plazas pertenecen a albergues, residencias o centros de acogida. El resto de plazas están disponibles en pisos o apartamentos, y un pequeño número de ellas en pensiones u hoteles.

  • Presencia de los centros de titularidad privada

Existe una gran presencia de centros de titularidad privada, representando un 75,3% en 2020. Por su parte, un 37,7% pertenece a albergues y centros de acogida y un 32,6% son pisos y apartamentos. 

  • Financiación

El 83,7% de los centros para personas sin hogar dependen de dinero público, mientras que casi el 15% se financia con recursos propios y donaciones de particulares o de entidades sin ánimo de lucro. 

«A nivel financiero, mantener nuestra actividad, implica un sobrecoste que es difícil de sostener desde este tipo de centros», explicaba Amelia Oviedo, directora técnica del Albergue San Juan de Dios, en la página web del centro.

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Albergue / Cruz Roja España

  • Personas en el hogar perceptoras de rentas mínimas de inserción

Según muestran los Informes sobre Rentas Mínimas de Inserción que elabora anualmente el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, las personas sin hogar apenas son beneficiarias de este tipo de ayudas, en referencia a rentas mínimas de inserción. Las CCAA que ofrecen datos sobre el porcentaje de beneficiarios de estas ayudas que no tienen hogar representan tan solo un 0,8% de Andalucía, el 2,8% de Cataluña y el 4,1% de Madrid.

La última memoria del Sistema de Información de Usuarios/as de Servicios Sociales (SIUSS), publicada también por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, afirma que se realizaron 9.765 intervenciones a personas sin hogar en 2019, lo que constituye tan solo un 0 ,27% de los 3,6 millones de intervenciones totales que se registraron ese mismo año. 

  • Gasto y personal ocupado en los centros destinados a personas sin hogar

El gasto destinado a financiar los centros para personas sin hogar y al personal que trabaja allí ha aumentado desde los 144,6 millones en 2006 y alcanzando los 345 millones de euros en 2020, según informa la Estrategia Nacional para la lucha contra el Sinhogarismo. 

Las personas sin hogar son una población vulnerable desde el punto de vista individual y también social. Se trata de un problema que en sus causas es política, social y estructural pero no es así en sus consecuencias; ya que esas consecuencias no son compartidas. El sufrimiento nunca es social, ni político ni estructural.  

Una variedad muy grande de factores vigorizan el proceso de exclusión social y condenan a la invisibilidad a estas personas. Estos factores son personales pero también son estructurales y relacionales. Estos originan perfiles de personas sin hogar muy diferentes y muy alejados de la imagen clásica de persona sin hogar como individuo de conducta desviada, que requieren soluciones también distintas que sepan integrar las dimensiones de este problema.

La única forma de crear una sociedad unida es a partir de la creación de vínculos entre sus miembros; los cuales serán sólidos si se construyen de persona a persona mediante valores como el reconocimiento de la dignidad de la persona y sus capacidades, la hospitalidad, la compasión, la solidaridad y el cuidado.

Mientras se siga considerando la sociedad como la suma de individuos en lugar de hacerlo como un todo indiferenciado, miles de personas seguirán sin tener un hogar. El único crecimiento al que una sociedad debe aspirar es al crecimiento vital de cada uno de sus miembros. 

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