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50 años del asesinato de Carrero Blanco: anatomía de una conspiración

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Estado de la calle Claudio Coello tras la explosión que mató a Carrero Blanco.

  • El 20 de diciembre se cumplen 50 años del asesinato del presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, a manos de la banda terrorista ETA.

  • La sospecha de una conspiración para acabar con su vida estuvo presente desde el primer momento de la investigación.

El día 19 de diciembre de 1973, a las 10:30 de la mañana, estaba programada la entrevista entre Carrero Blanco y el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Esa misma mañana, tras la visita y aprovechando un hueco, Carrero recibió en su despacho al ex ministro de Obras Públicas, Federico Silva Muñoz, quien le reiteró su preocupación por las escasas medidas de protección de las que disponía el Presidente del Gobierno:

  • Luis, siempre me contestas que sí, pero luego se te olvida. Tienes que entender que eres objetivo prioritario de los terroristas
  • Te entiendo. No te preocupes. Te prometo que pronto toda mi familia y yo nos trasladaremos a la Quinta de El Pardo

Al finalizar la entrevista, Carrero, se acercó a la peluquería del hotel Palace a cortarse el pelo. Su peluquero era Manuel García Meana, el padre del director de cine José Luis Garci quien gracias a esa relación ha podido colocar a su hijo en el Banco Ibérico de la Gran Vía. Suelen entablar un diálogo fluido cuando hablan de una afición común: la pintura. El almirante no oculta que detesta a Picasso, a pesar de que conoce las preferencias del peluquero por la pintura cubista. Finalizado el corte, se despiden hasta después de Reyes.

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Entrevista día 19 de diciembre entre Carrero Blanco y Henry Kissinger / Foto de la cadena SER

El presidente almuerza en casa, como casi todos los días. A las cinco de la tarde está nuevamente en su despacho. Carrero está preocupado por la agenda de mañana: el inicio del juicio a los sindicalistas del Proceso 1001 y las elecciones a la presidencia del Colegio de Abogados de Madrid, donde Antonio Pedrol Rius es el candidato del Gobierno.

Finaliza su jornada en el despacho de Castellana 3 y llega a su casa a las 21:45. Cena en familia y luego escucha música en un transistor que le ha regalado Kissinger. Sigue con atención en televisión la serie del detective Cannon, algo que le apasiona, como la novela negra. Después, inicia su sesión de lectura: La vuelta de los Budas de Jesús Fueyo. Lo dejó en la página 149, le comentaría a Julio Merino seis meses después su viuda, Carmen Pichot. Después, apaga la luz de la mesita de noche y repite la frase de todas las noches: Un día más, un día menos.

A esas mismas horas, el comando etarra ha terminado la preparación del atentado y deciden darse un homenaje en una marisquería de la Gran Vía. Incluyen en el menú angulas y unos whiskies antes de irse a dormir también.

A primera hora de la mañana del día veinte de diciembre, mientras Carrero asiste a misa en la iglesia de los jesuitas de la calle Serrano 104, se produce un hecho insólito: una voz anónima llama al agregado de prensa de la embajada de Canadá y le comunica que se va a cometer un atentado en un lugar importante de Madrid. El informante tras rogarle que llame a la Policía y al diario Pueblo, cuelga el teléfono.

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Recorrido diario habitual del presidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco / Infografía de Alberto Marugán

A las 09:36, tras salir de misa, cuando el vehículo del presidente del Gobierno pasaba a la altura de la calle Claudio Coello 104, tras una enorme explosión, la tierra se abrió con un ruido ensordecedor dejando un cráter de más de dos metros de profundidad y del tamaño de un círculo oval de diecinueve metros por nueve. El presidente del Gobierno, su conductor y el policía de la escolta mueren asesinados.

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Recorrido del último día de Carrero Blanco / Infografía de Alberto Marugán.

 

Cincuenta años después, sigue sin respuesta la incógnita de si fue ETA la que eligió la fórmula del atentado con la bomba debajo de la calle Claudio Coello o alguien se lo sugirió, aunque se afirma que la idea de la construcción del túnel bajo la calle Claudio Coello la sacó Argala de la lectura del libro Operación Estrella. En él se narra la huida, en julio de 1971, de un grupo de mujeres tupamaras recluidas en el penal Cabildo en Montevideo donde se tuvo que horadar un túnel y conectarlo con la red de alcantarillado de la citada ciudad.

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Infografía del ABC sobre la trayectoria del vehículo del presidente Carrero Blanco tras la explosión en la calle Claudio Coello 104.

 

Tienen más cojones que cerebro

La sospecha de la existencia de una conspiración para acabar con la vida de Carrero Blanco, estuvo presente desde el primer momento de la investigación. Las piezas del puzzle no encajaban.

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Los miembros del comando de ETA que asesinó a Carrero Blanco / Foto de agencia EFE

¿Cómo fue posible que el explosivo colocado en el coche Austin Morris, aparcado en la calle Claudio Coello en doble fila, no hubiese estallado por simpatía y sí lo hiciera la Goma-2 colocada en el túnel excavado bajo la calle y que pertenecía al mismo lote? De hecho, los propios etarras, Argala y Ezkerra, mantuvieron días antes una acalorada discusión acerca de la calidad de la Goma-2 con la que iban a cometer el atentado, cuando el primero se enteró de su procedencia:

  • Iñaki, esto no es serio. Nos vamos a cargar al Ogro, al segundo hombre más poderoso de la Dictadura, y vosotros nos traéis una mierda de explosivos. Esa Goma-2 está ya vieja. No vale.

Ezkerra escucha con aplomo las quejas de su compañero y aunque sabe que tiene razón, tira de galones:

  • Esto es lo que hay. Nada de lamentos. Es lo que me han dado. Toca jodernos, apretar los dientes y tirar para adelante.
  • Pero, si además yo te pedí ochenta kilos y sólo llegan cincuenta y cada cartucho es de su padre y de su madre.
  • Te he dicho que no hay otra cosa. Creo que es suficiente si la colocáis bien en el túnel.
  • Iñaki, tú lo sabes, ¿cuánto dura la Goma-2 sin estropearse? ¿un año? ¿seis meses? Es como las medicinas, tiene fecha de caducidad.
  • Tiene una duración de cinco o seis meses. Ya lo sé. Pero no ha otra cosa. Hace unos días probamos unas muestras y funcionó. No te preocupes, que Carrero subirá a los cielos.

Los servicios secretos franceses, una vez cometido el atentado, avanzaron una hipótesis a la Policía española: a principios de 1973, llegaron a Torrejón diez potentes minas antitanque de última generación provistas de sensores acústicos y electrotérmicos. Tres de esas minas desaparecieron de los depósitos estadounidenses. El responsable de la inteligencia francesa llegó a afirmar de la banda terrorista ETA: tienen más cojones que cerebro.

Por otro lado ¿Cómo fue posible que los servicios de información de la embajada de Estados Unidos, situada a escasos trescientos metros del lugar del atentado, no hubiesen detectado la presencia de los terroristas teniendo en cuenta que el secretario de Estado, Kissinger, podía alojarse en ella?

De hecho, la visita de Kissinger a Madrid estuvo rodeada de improvisaciones y reajustes. En un principio estaba prevista para los días 21 y 22 de diciembre, pero fue modificada con tan sólo cuatro días de antelación. Los cambios solicitados por el Departamento de Estado norteamericano a las autoridades españolas trasladaron la visita a los días 18 y 19 de diciembre.

Esos cambios obligaron tanto a los servicios de inteligencia estadounidenses en Madrid (la antena de la CIA, la NSA -Agencia Nacional de Seguridad)- etc.) como a los servicios de seguridad españoles, a adelantar en setenta y dos horas todo el operativo de seguridad.

En vísperas del atentado, el día 16 de diciembre, Ezkerra trae nuevas instrucciones al comando de ETA: la operación se pospone un par de días. Arguye que Kissinger viene de visita a Madrid y con la embajada de Estados Unidos a trescientos metros, toda la zona va a estar acordonada y tomada por la Policía.

Kiskur, uno de los miembros del comando interpela a Ezkerra:

  • ¿Cómo que viene Kissinger ese día? Estás confundido. Yo leo la prensa todos los días y la fecha de llegada del secretario de Estado, según pone el ABC, está prevista para el 21 de diciembre.
  • Esa información es vieja. Hacedme caso a mí. Yo sí estoy al día y sin necesidad de tener que leer los periódicos.

Argala interviene:

  • Bueno, tú sabrás de dónde sacas esa información tan restringida. Sabes más que los periodistas y que el diario más importante de Madrid.

¿Cómo es posible que Ezkerra conociera estos cambios, algo reservado a muy pocas personas, antes de que se hicieran públicos?

Es conocida la vinculación del PNV con el FBI y la CIA desde los tiempos de la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos) precursora de la CIA y con sede en Langley. Agentes vascos, conocidos como Los tenebrosos, con la ayuda de la OSS estadounidense, volaron en 1946 la estatua del general Mola en El Arenal de Bilbao y colocaron dos bombas en el ayuntamiento de Guernica.

Por si todo lo anterior fuera poco, el día 19 de diciembre, cuando el secretario de Estado norteamericano, Kissinger, se dirigía a entrevistarse con el presidente del Gobierno español en el Paseo de la Castellana, en la embajada estadounidense en Madrid se recibe una comunicación del director de la CIA, William E. Colby, en estos términos:

El secretario de Estado debe abandonar España lo antes posible. Debe concluir su visita oficial tras el almuerzo en la embajada. El doctor Kissinger bajo ningún pretexto debe pasar la noche en Madrid”.

Kissinger apenas si tiene tiempo para despedirse de su homólogo español y dirigir unas breves palabras a la prensa. De hecho, no tiene tiempo ni de pasar por el Palace a recoger sus pertenencias. A las cuatro de la tarde, el Boeing 707 de la secretaría de Estado despega de Barajas en medio de una intensa lluvia con destino a París.

 

Día 21 de diciembre. Embajada de España en París

El ministro plenipotenciario, José María Álvarez de Sotomayor recibe una inesperada visita. El comisario de policía francés, Alain Botariga, le informa que su Gobierno ofrece a España la entrega de tres dirigentes etarras implicados en el atentado: Ezkerra, Wilson y José María Escubi Larraz.

Sotomayor lo comunica al embajador, Pedro Cortina Mauri, para que éste lo ponga en conocimiento de Madrid y se adopten las medidas oportunas. Recibe, sin embargo, una desconcertante respuesta de su superior:

  • ¿Ha perdido la razón? Eso es una tontería. No me haga perder el tiempo. No quiero saber nada de esa propuesta.

Días después, el nuevo presidente, Carlos Arias Navarro, nombraba a Cortina ministro de Asuntos Exteriores. Luis María Anson, en aquellas fechas subdirector de ABC y miembro del Consejo de don Juan, comentó: “¿Conocía o no, el falangista antimonárquico, antijuancarlista y ministro de la Gobernación, Carlos Arias Navarro, que un comando de ETA trabajaba en la calle Claudio Coello? He aquí una pregunta que difícilmente encontrará una respuesta en la Historia…” 

Una de las primeras decisiones de Arias Navarro, tres días después del atentado, fue adscribir al Mº del Ejército los servicios secretos del SECED y destinar a su jefe, el teniente coronel San Martín, a un regimiento de artillería autopropulsada con base en el Sahara Occidental, el destino más apartado del Ejército.

También la investigación judicial sufrió no pocos avatares. Al juez especial Luis De la Torre Arredondo, encargado de la instrucción del caso, alguien le puso sobre la pista de la CIA. Esas mismas fuentes le aseguran que la antena de estos servicios secretos estadounidenses de la embajada en Madrid, habrían manipulado a los terroristas vascos. Según parece la CIA hizo de ángel de la guarda de ETA despejándole los obstáculos. ETA tan sólo hizo el trabajo sucio.

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Embajada de Estados Unidos en Madrid, calle Serrano / Foto de Fundación Docomomo Ibérico.

De la Torre se convirtió en un juez incómodo. Cuando el Gobierno y la Fiscalía deciden que la causa pase a la jurisdicción militar, no duda en enfrentarse con su amigo y ministro de Justicia, Ruiz Jarabo. Le costó el puesto en el Tribunal Supremo y fue el final de su carrera judicial. De la Torre declaró en 1984 que la CIA sabía que iban a matar a Carrero.

En el auto de procesamiento de los integrantes del comando Txikia que asesinó al presidente del Gobierno, el juez Gómez Chaparro afirmaba: “hacen explotar una mina de gran potencia que habían situado a la altura del 104 de Claudio Coello”. El magistrado se sumó a la hipótesis, de la que no consta ni un dato en el sumario, sobre la utilización en el atentado de unas minas de procedencia norteamericana, que había llegado a Madrid procedentes de la base de Torrejón.

 

Cui bono?

El sector más involucionista del Régimen, ante el deterioro en la salud del Jefe del Estado (el 4 de diciembre de 1973, Franco cumplió 81 años y tenía un complejo historial médico: un parkinson avanzado, cicatrices de otras heridas, etc.) desde hacía más de un año, se había puesto de acuerdo para iniciar una conspiración contra el presidente del Gobierno, Carrero Blanco, y sus colaboradores del Opus Dei.

López Rodó, el ministro sin cartera encargado del Plan de Desarrollo y posteriormente, Mº de Asuntos Exteriores, habla en sus Memorias de que los enemigos del Ejecutivo, en sus cenáculos, tenían como objetivo defenestrar a Carrero. Entre ellos estaban José Antonio Girón de Velasco y el yerno del Jefe del Estado, marqués de Villaverde.

Advertido Carrero de las intenciones de este grupúsculo, ordenó al jefe del Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno (SECED), teniente coronel San Martín, que iniciara una investigación: la Operación Esmoquin merced a la cual se descubrió la vinculación del marqués de Villaverde con la masonería

Aunque Carrero logró desactivar la trama, esta prosiguió, como se vería tras su asesinato, cuando lograron que el principal responsable de la seguridad del almirante, el ministro de la Gobernación Carlos Arias Navarro, fuera promocionado al cargo de Presidente del Gobierno en detrimento del candidato del propio Franco, el almirante Pita da Veiga.

Carrero era la eminencia gris del Régimen. En Franco encontró la encarnación de sus ideales y Franco encontró en él, al hombre que le paraba los golpes. Aunque no era falangista, representaba la filosofía del 18 de Julio. Era el poder en la sombra y partidario de una monarquía autoritaria, no de una monarquía constitucional como la actual. Y por supuesto, sin D. Juan, el padre del rey Juan Carlos I.

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Nube de conceptos del reportaje

Pincha aquí para ver una línea de tiempo de los últimos años de Carrero Blanco.
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