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periodismo universitario en internet

Becarios invisibles: la brecha de oportunidades

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Estudiante recién graduado frustrado / Foto: Getty Images

  • Muchos jóvenes no pueden darse el lujo de dejar de trabajar, pues su carga económica va mucho más allá de sus necesidades básicas

  • La falta de experiencia proyecta sombras significativas en la trayectoria profesional

El dilema del huevo y la gallina emerge cuando se observa cómo la falta de experiencia en prácticas puede convertirse en un obstáculo significativo en la búsqueda de empleo. En el centro de la narrativa, cada estudiante tiene sus propias versiones cuyas ambiciones profesionales se ven entorpecidas por la barrera económica impuesta por el convenio de prácticas no remuneradas, o en tal caso, mal remuneradas. ¿Cómo se puede hablar de igualdad de oportunidades cuando la experiencia se vuelve un privilegio reservado para unos pocos? Estos individuos, motivados y talentosos, se enfrentan a la difícil encrucijada de equilibrar sus responsabilidades académicas y económicas, con la necesidad de adquirir experiencia práctica para entrar a un mercado laboral cada vez más competitivo.

 

Entre el deber, la necesidad y la aspiración profesional

En el laberinto de la educación superior, nuestros estudiantes se enfrentan a un desafío financiero que va más allá de los límites del aula. Nos referimos a un escenario donde las condiciones económicas, personales o familiares imponen una realidad ineludible: muchos de nuestros jóvenes no pueden darse el lujo de dejar de trabajar, pues su carga económica va muchos más allá de sus necesidades básicas. Esta encrucijada financiera se convierte en un obstáculo crucial cuando se trata de buscar prácticas.

Para estos estudiantes la realidad de tener que sostenerse financieramente a sí mismos o a sus familias se convierte en una barrera significativa para acceder a oportunidades de prácticas que no solo son esenciales para el crecimiento personal, sino también para construir una base sólida en sus respectivos campos de estudio.

Natalia, estudiante del último año de carrera en Derecho de la UAM, nos comenta que el sustento familiar de su casa lo encabeza ella y su hermana, pues sus padres, emigrantes venezolanos, no tienen la posibilidad de tener un trabajo estable teniendo en cuenta sus edades avanzadas y las condiciones de salud de uno de ellos.

En este escenario, las prácticas no remuneradas o las oportunidades de baja remuneración se vuelven un dilema. ¿Cómo pueden estos estudiantes comprometerse plenamente en roles que no ofrecen compensación suficiente, o en algunos casos, ninguna? El 90% de los jóvenes españoles considera que las prácticas laborales deben estar remuneradas, aunque sea una cantidad simbólica, pues consideran que se trata de un trabajo, según un estudio realizado por Círculo Formación, consultora especializada en formación y estudios de postgrado.

Para muchos de ellos, la realidad implica compaginar los estudios con empleos a tiempo parcial en sectores como el comercio y la hostelería. Estos trabajos no solo representan una fuente crucial de ingresos para su subsistencia diaria, sino que también actúan como el equilibrio financiero necesario para afrontar los gastos relacionados con la educación universitaria. «Es un trabajo por necesidad básicamente, y que considero totalmente temporal» indica Natalia.

Sin embargo, esta situación plantea otro dilema: ¿En que momento pueden estos estudiantes dedicarse a realizar prácticas profesionales que exigen un compromiso mínimo de horas? La realidad es que la demanda de tiempo por parte de sus trabajos remunerados y las clases universitarias deja poco espacio para la incorporación de prácticas.

David, graduado recientemente de Ingeniera en Informática, debido a que desde su llegada a España ha tenido que compaginar sus estudios con trabajo parcial para subsistir, al momento de entrar en el mundo laboral nos comenta lo difícil que es conseguir experiencia, «No hay ninguna empresa que ofrezca prácticas con una buena remuneración, o por lo menos, que cubra la cesta básica o el vivir solo», lo que ha dificultado su progreso profesional ahora ya graduado.

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Los estudiantes compaginan estudios con trabajo parcial / Foto: Getty Images

Este desafío financiero no solo plantea dificultades a nivel individual, sino que también contribuye a la perpetuación de desigualdades en el acceso a oportunidades profesionales. La falta de experiencia puede convertirse en una barrera para el avance profesional, a pesar del arduo trabajo y la dedicación demostrados durante los años académicos.

 

El mundo laboral: Quien compite más

La ausencia de prácticas en el currículum de un estudiante o recién graduado, lejos de ser simplemente una barrera temporal, proyecta sombras significativas en la trayectoria profesional. Al entrar al mundo laboral sin experiencia se encuentran en desventaja al competir por roles más avanzados o directamente, en puestos de entrada. Esta preferencia por los estudiantes con experiencia crea una dinámica desafiante para los candidatos que buscan ingresar al mundo laboral.

De esta forma, se convierte así en un obstáculo evidente en la construcción de un currículum que cumpla con las expectativas del mercado laboral actual. Los empleadores, al enfrentarse a un mar de solicitudes, utilizan la experiencia como un criterio de selección.

La constatación de que la falta de prácticas puede obstaculizar el progreso profesional puede generar desmotivación y frustración en el estudiante. La percepción de una carrera estancada puede generar un ciclo de desánimo que afecta la motivación y la capacidad para perseguir activamente oportunidades profesionales.

 

El Parlamento Europeo insta a prohibir las prácticas sin remunerar, pero ¿Y España?

En los últimos años, la Unión Europea, debido a la presión de los sindicatos y del movimiento estudiantil, ha tomado consciencia de que los periodos de prácticas pueden constituir un grave abuso para los jóvenes. Por ello, ante la ausencia de un marco regulador común, el pasado 17 de febrero, condenó las prácticas no pagadas, señalándolas como “una forma de explotación” y una violación de los derechos de los trabajadores jóvenes.

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La resolución europea insta a mejorar el acceso de los jóvenes a prácticas remuneradas / Foto: Getty Images

El pleno del Parlamento Europeo ha aprobado un informe en el que insta a la Comisión Europea y a los Estados miembros a que «mejoren el acceso de los jóvenes a periodos de prácticas de calidad, remunerados e inclusivos».

El documento destinado a regular las prácticas no laborales de estudiantes en empresas e instituciones busca combatir el abuso de esta figura en España, aunque en nuestro país, no obliga a la remuneración. Este enfoque contrasta con la votación en el Parlamento Europeo, donde la mayoría de los eurodiputados respaldó la prohibición de prácticas no remuneradas y abogó por establecer un salario mínimo para prácticas extracurriculares.

En la actualidad, las prácticas remuneradas en España presentan un escenario problemático para los estudiantes o ya graduados, ya que en muchos casos, no permiten sustituir de manera efectiva la necesidad de trabajar parcialmente para costear su vida. La realidad es que los ingresos ofrecidos por estas prácticas suelen oscilar entre los 150 y 200 euros, cifras que se sitúan en el extremo inferior del espectro y que dificultan enormemente la subsistencia independiente de un estudiante. “Todo implica dinero, que las prácticas bien sean remuneradas o no, no cubren lo necesario” comenta Natalia.

La problemática radica en que, aunque las prácticas remuneradas buscan ofrecer a los estudiantes una experiencia laboral que complemente su formación académica, los bajos niveles de remuneración o sin ella, no permiten que los estudiantes prescindan de otras fuentes de ingresos. En consecuencia, se crea una situación de precariedad económica que puede afectar negativamente tanto el desempeño profesional como la calidad de vida de los estudiantes.

 

Búsqueda de la equidad

Las empresas, como pilares fundamentales de la construcción de carreras profesionales, deben asumir un papel crucial en la redefinición de la equidad y la valoración de la diversidad de experiencias y habilidades.

En una entrevista realizada a Marta Lora, Scout & Chief Happiness Officer de Manfred, comenta la visión que tiene la empresa al momento de una entrevista, «Básicamente lo que se mira en un entrevistado siempre dependerá del sector en el que quiera trabajar, y claramente, las habilidades y experiencias de la persona que estás entrevistando, ya que serán las competencias que puede usar en su día a día y que como empresa, se pueden reforzar».

Marta aconseja a aquellos que van a realizar una entrevista sin experiencia previa, investigar siempre sobre el puesto a optar, la empresa y la persona que se encarga de entrevistarte, «Aunque no tengas experiencia siempre puedes demostrar que eres un buen candidato, al momento de la entrevista solo debes argumentar el interés que tienes en la empresa y en querer formar parte del proyecto, eso será clave para tu selección».

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Equipo de trabajo Foto: Getty Images

Es imperativo que las empresas reconozcan que la experiencia práctica no debería ser un privilegio reservado para unos pocos, sino un derecho accesible a todos los candidatos. Esto implica cuestionar y reformar los requisitos de experiencia, superando la tradicional demanda de experiencias previas que perpetúa desigualdades en el acceso al empleo.

La construcción de una cultura laboral equitativa requiere que las empresas brinden oportunidades de desarrollo a todos los becarios sin distinciones económicas o de otro tipo. Esto no solo implica ofrecer prácticas remuneradas, sino también crear programas de capacitación y crecimiento profesional que estén disponibles para todos, independientemente de su situación financiera.

Desde el acceso a oportunidades iniciales hasta el desarrollo profesional a largo plazo, abordar este problema no solo es una cuestión de equidad, sino también una inversión en la construcción de un entorno laboral más enriquecedor y sostenible. La diversidad de experiencias no solo beneficia a los individuos, sino que también enriquece la dinámica de los equipos y promueve la innovación.

Es necesario que las empresas se conviertan en agentes del cambio, desafiando las normas establecidas y abogando por un enfoque más inclusivo en el desarrollo de talento. Este cambio no solo transformará la vida laboral de los individuos, sino que también contribuirá a la creación de una sociedad laboral más justa y equitativa.

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