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periodismo universitario en internet

Violencia obstétrica: una realidad invisible

Embarazo, violencia obstétrica y salud perinatal

Piel con piel de madre y recién nacido / Fuente: Mi Bebé y yo

  • Casi el 40% de las mujeres asegura haber sufrido algún tipo de violencia obstétrica a lo largo de su vida.

  • La mala praxis en el parto puede provocar secuelas irreversibles en la salud física y mental de madre e hijo.

La violencia obstétrica es una realidad desconocida y poco estudiada, pero que afecta a alrededor del 40% de mujeres a lo largo de su vida. Perpetuada por los protocolos de actuación tradicionales durante el parto, puede afectar de forma muy negativa a la salud física y mental de la madre y el bebé. Para erradicarla, es importante identificar el tratamiento de la salud perinatal desde la sanidad pública, así como las clínicas de maternidad especializadas y plataformas preparatorias que han surgido para garantizar un parto respetado y positivo.

 

¿Qué es la violencia obstétrica?

Embarazo, violencia obstétrica y salud perinatal

Nacimiento de un bebé / Fuente: Getty Imágenes

Puede que el término violencia obstétrica no sea demasiado conocido por la mayoría de la gente: de hecho, aún no existe un consenso global para definir esta violencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia obstétrica como una forma de violencia ejercida por sanitarios que constituye una violación de los derechos reproductivos. Podemos decir que nos referimos a este concepto cuando hablamos de ciertas prácticas y conductas llevadas a cabo por profesionales de la salud y sufridas por las mujeres durante la atención del embarazo, el parto y el postparto en centros de salud y hospitales, ya sean de ámbito público o privado, y que por acción u omisión pueden catalogarse como violentas o pueden ser percibidas como tales. 

En este sentido, lo primero que puede llamarnos la atención es precisamente la catalogación de violencia, ya que normalmente es una palabra que asociamos más al maltrato físico aunque habría que tener muy en cuenta también el factor psíquico. En concreto, en la denominada violencia obstétrica ambos maltratos van de la mano ya que igual incluye prácticas como las episiotomías sin consentimiento, intervenciones dolorosas sin anestésicos, tactos realizados por varios profesionales… como también dar a la usuaria un trato autoritario, despectivo, incluso insultos verbales, humillaciones o vejaciones, prácticas todas ellas que pueden tener consecuencias tanto para la madre como para el bebé y que suponen la vulneración de derechos reconocidos tanto en Convenios internacionales como en nuestra Constitución (Artículos 15,17 y 18). 

«Esto te marca para el resto de tu vida y para todas aquellas intervenciones ginecológicas que pueden venir después» señala Alba G., una madre que sufrió un parto con violencia obstétrica. Esta clase de violencia es derivada de sociedades patriarcales que otorgan prioridad y poder a los y las profesionales de la salud por encima de las pacientes. «El parto siempre tiene que ser respetado y sobre todo cuando el objetivo no es tener un bebé vivo sino lo contrario», sigue diciendo esta madre que afirma que en su caso no se le ofreció ayuda psicológica aun estando al borde del colapso tanto mental como físico. 

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Mujer en parto/ Autor: Adriana Martínez

En opinión de algunos expertos en la materia, se trata de un viejo problema transformado en un concepto novedoso debido a la aparición de nuevas asociaciones activistas, entre ellas, la plataforma denominada El Parto es Nuestro. La primera referencia al término violencia obstétrica apareció en el año 1827, con la finalidad de criticar las prácticas llevadas a cabo en los paritorios. Este fenómeno ya fue denunciado en la década de 1950 tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido así como en Brasil en los años 80. La OMS emitió en 2014 una declaración destinada a alertar e intentar erradicar la falta de respeto durante la atención al parto en los centros de salud a nivel mundial considerándola una auténtica violación de los derechos de las mujeres. En 2019 la Organización de Naciones Unidas (ONU) la calificó de fenómeno generalizado y en febrero de 2020 España fue condenada por el Comité Antidiscriminación Contra la Mujer de Naciones Unidas (CEDAW) al pago de una indemnización a una mujer víctima de este tipo de violencia, considerada por algunos como violencia machista

Este tipo de violencia de género ha permanecido invisible, y no precisamente por las bajas tasas de incidencia sino tal vez por desconocimiento o falta de información, siendo un problema poco abordado y del que no se encuentran demasiados estudios. «No pude denunciarlo porque no había ningún registro escrito sobre lo que pasó» afirma otra madre acerca de su mala experiencia en el parto, lo que le ha impedido tomar la decisión de algo tan importante como hacer crecer su familia. 

En nuestro país se ha abierto un gran debate social en torno al tema que nos ocupa y sobre si debe o no regularse a nivel legal. Algunos especialistas no están a favor de regularlo, mientras que otros también parten de la opinión de que no hay formación suficiente, ya que la salud no es solamente salir con vida del paritorio, sino también salir con el menor número de secuelas posibles, tanto físicas como mentales. Por ello, sería bueno contar con especialistas en psicología perinatal que ayuden a las madres así como también a los distintos profesionales de la salud. «Necesitas que alguien te transmita seguridad, paz cariño, acompañamiento… y yo no sentí nada de estas cosas» sigue siendo el testimonio de la primera madre a la que hicimos referencia. 

«Pido que se hable sobre el tema, que las mujeres no se callen» continúa. Y es que el reconocer la existencia de cualquier tipo de violencia, en este caso la no demasiado conocida violencia obstétrica, puede ser el primer paso para lograr una sociedad más justa y equitativa.

 

¿Cómo se ejerce la violencia obstétrica? Tipos y técnicas

Personal sanitario sacando al bebé durante un parto por cesaria.

Bebé naciendo mediante cesaria / Autor: Amit Gaur

La violencia obstétrica se manifiesta de diversos modos, de forma tanto física como psíquica, y durante todo el periodo perinatal.

Silvia, matrona que ha trabajado para el sector privado y público, relata con crudeza cómo vivió una situación de clara violencia obstétrica hace algunos años en un paritorio. Un parto que estaba yendo muy bien se truncó por la actuación de tres ginecólogos que decidieron intervenir con ventosa. «La madre suplicaba que la dejaran intentarlo otra vez, que podía hacerlo mejor y no quería que a su bebé le hicieran eso. Tuve que salirme del paritorio con lágrimas en los ojos», declara la matrona. La niña quedó con un problema irreversible de visión a raíz de que en el parto le realizasen la técnica de la ventosa obstétrica sin previo aviso, solo para que un residente nuevo practicara.

La ventosa es una técnica que se realiza en el tracto vaginal y sirve para ayudar a mover al bebé a través de la vía de parto una vez haya avanzado. Se utiliza una copa plástica suave que se acopla a la cabeza del bebé por succión y lleva incorporado un mango para poder mover al bebé a través de la vía del parto. Esta técnica solo es necesaria cuando el bebé no avance después de estar empujando durante varias horas, cuando la mujer ya no pueda pujar más porque esté muy cansada, cuando el bebé muestre señales de estar en peligro y necesite salir lo antes posible y cuando un problema de salud pueda poner en peligro a la mujer que puje. Pero en el caso mencionado anteriormente no era necesario, ya que todo iba bien según la matrona: el bebé estaba avanzando y la madre solo llevaba diez minutos empujando.

Los riesgos que acarrea esta técnica son sobre todo para el bebé. Entre los no graves, está el sangrado bajo el cuero cabelludo del bebé, que puede causar que este sea propenso a tener ictericia (lucir un poco amarillo). Otro tipo de sangrado se produce por debajo de la cubierta del hueso del cráneo. El sangrado dentro del cráneo puede ser muy grave y que el bebé pueda tener una “protuberancia” temporal en la parte posterior de la cabeza, debido a la bomba de succión que se utilizó para que el bebé naciera. 

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Maniobra de Kristeller / Fuente: El Parto es Nuestro

De esta forma, podemos calificar la alteración del proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso o informado de la mujer, como un tipo de violencia obstétrica. Esto se da también en otras técnicas como el uso de fórceps, una especie de utensilio muy parecido a dos grandes cucharas que es utilizado para guiar la cabeza del bebé hacia fuera el resto del trayecto, que se utiliza en el mismo caso que en el de la ventosa y que conlleva riesgos tanto para la madre como para el bebé. Otra maniobra muy violenta es la de Kristeller, prohibida en algunos países, que consiste en presionar con los dos puños o con el antebrazo sobre el fondo del útero de la mujer cuando la cabeza del bebé ya esté encajada y la madre no tenga fuerzas para empujar. 

La episiotomía de forma rutinaria es otra técnica invasiva que consiste en una incisión en el perineo (el tejido entre la abertura vaginal y el ano) durante el parto. También se dan muchos casos en el que se raspa el útero sin anestesia, se realizan cesáreas sin verdadera justificación médica, se realizan tactos por más de una persona y se suministra medicación innecesaria. 

Aparte de estas prácticas físicas durante el parto hay muchas otras formas en las que se manifiesta la violencia obstétrica y una de ellas es la no atención oportuna  y eficaz de las emergencias obstétricas. A veces se obliga a la mujer a parir en una posición que le resulta incómoda cuando existen otras alternativas. También la obstacularización del apego precoz del niño con su madre, negándole la posibilidad de cargarlo y amamantarlo, sin ninguna causa justificada.

Muchas mujeres también afirman recibir un trato infantil, paternalista, autoritario, despectivo, humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con vejaciones por parte del personal sanitario.

 

Tratamiento de la maternidad desde la sanidad pública

Equipamiento preparatorio al parto.

Parto instrumentado / Autor: Tania Losada

Alba afirma haber sufrido violencia obstétrica durante su parto en un hospital público: «Yo me sentí infantilizada, ninguneada, se me trató con una actitud patriarcal en todo momento», a lo que prosigue: «Entraban y decían ¡todo el mundo fuera!, me quedaba sola con todos ellos, sin saber que hacer, tragando saliva y llorando, no me decían lo que me iban a hacer, sino que lo hacían y punto»

Tal y como explica la víctima, la violencia obstétrica no se produce solo durante el parto, sino también en el transcurso del embarazo, durante revisiones de ginecología, en el posparto etc. En su caso, cuenta que al día siguiente del parto le llevaron unas pastillas sin previa explicación de para qué eran: «Al final me enteré que eran las pastillas para cortar la leche, pero si yo no hubiera preguntado nadie me hubiera dicho nada». 

Silvia, la matrona que presenció el caso de violencia obstétrica con ventosa que relatamos anteriormente, asegura que, a pesar de su mala experiencia en la sanidad pública, no cree que el sector privado sea mejor: «Muchas mujeres piensan, o se les hace creer, que una sanidad privada se les atiende mejor en el parto y están muy equivocadas». 

Un reciente trabajo publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health revela tras hacer más de 17.500 cuestionarios entre enero de 2018 y junio de 2019, que el 38,3% de las madres percibió haber sufrido violencia obstétrica; el 44,4 % percibió que se habían sometido a procedimientos innecesarios o dolorosos, de los cuales el 83,4 % no fueron aceptados en un consentimiento informado. 

Jesús Pelegrino, médico de familia y pediatra del hospital público de Don Benito (Badajoz), ha ejercido durante más de 30 años y dice no haber visto nunca ningún caso de violencia obstétrica: «Todo lo que he visto siempre ha estado plenamente justificado», a lo que agrega: «La mortalidad materna hoy en día es mucho menor que la de hace años, entonces parece que no todo se ha hecho mal». Comenta, además, que si las mujeres se quejan tendrán sus motivos pero que «hay que ver hasta dónde esas quejas tienen un fundamento científico y médico verdadero».

 

 

Cuando el Gobierno anunció que iba a incluir el concepto de violencia obstétrica en la modificación de la Ley del Aborto levantó algunas suspicacias. El Ministerio de Igualdad anunció su intención de incluirlo como delito en la reforma de esta ley, y la medida ha sido rechazada por ginecólogos que consideran que esta medida puede criminalizarlos, ya que se trataría de negligencias médicas que ya están penadas. Este fue el caso del Colegio Oficial de Médicos, que emitieron un comunicado en el que se expresaba que el término «no se ajusta a la realidad de la asistencia al embarazo, parto y posparto en nuestro país y criminaliza las actuaciones de profesionales que trabajan bajo los principios del rigor científico y la ética médica». El organismo garantiza «la inexistencia de actos violentos en la atención a las pacientes» y asegura que, en todo caso, todas las acciones están guiadas por el principio de beneficencia. 

Algunas asociaciones de matronas han rechazado la posición de los Colegios de Médicos y reconocen la existencia de esta violencia. «Queda demostrado que en nuestro país se ha ejercido, se ejerce y se seguirá ejerciendo violencia obstétrica si no actuamos de forma contundente y firme. Es hora de dejar de mirar para otro lado y que todos los profesionales implicados en la obstetricia atajemos de raíz el problema, llamando a la violencia obstétrica por su nombre, sin eufemismos», dice la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME).

 

Violencia obstétrica y salud mental: secuelas psicológicas

La violencia obstétrica, como cualquier otro tipo de violencia, no va únicamente asociada a un maltrato físico, sino que también se refiere a un maltrato psicológico, una falta de respeto y consideración que hace mella en la salud mental. «No una falta de respeto verbal, sino de no respetar tus decisiones como mujer en el momento en el que te encuentres», comparte Alba.

Aunque la violencia obstétrica no siempre es la causa directa del desarrollo de trastornos psíquicos y mentales, sí que se considera lo que en psicología se denomina como factor potencial. Las madres que han sufrido algún tipo de violencia obstétrica y que han tenido una mala experiencia durante su parto son más propensas a desarrollar sentimientos de inseguridad, temor y ansiedad durante la crianza de su hijo y en un posible segundo embarazo, tal y como asegura Ángela Rodríguez, psicóloga perinatal. Así, el shock postraumático y la depresión posparto son síntomas muy recurrentes en este tipo de situaciones violentas -aunque no las únicas- y requieren, en la mayoría de los casos, tratamiento terapéutico. 

Crece la violencia obstétrica hacia mujeres y personas gestantes.

Bebé acaba de nacer / Fuente: El Destape

Pero muchas víctimas de violencia obstétrica viven su trauma en silencio. En el caso de Alba, asegura, en ningún momento se le ofreció ayuda psicológica, ni se le preguntó cómo se encontraba anímicamente. Ni siquiera le contaron las decisiones médicas que se iban tomando, lo que le hizo sentirse infantilizada y maltratada en todos los sentidos. «En esos momentos te sientes como cuando ves una película y te quedas dormida, y luego te despiertas y te acuerdas de fragmentos. Realmente no eres consciente plenamente de lo que está sucediendo ni de cómo se están desarrollando los acontecimientos», relata acerca de su experiencia de parto.

Desde el primer momento en que se quedan embarazadas, las madres tienen que enfrentarse al estigma que existe en torno al parto, como si se tratara de una patología: «A la mujer se le meten miedos que no son racionales, que no son reales. Yo creo que esto no pasa en ningún otro ámbito de la sanidad, es muy paternalista. En la pandemia teníamos estadios llenos y las embarazadas seguían solas en las ecografías, recibiendo noticias bonitas o tan terribles como que habían perdido a su bebé», declara Silvia, matrona de la clínica Mamá Mimada

Y es que, además de los problemas físicos y psicológicos que puede acarrear una mala experiencia en la etapa perinatal, las madres cargan con un peso añadido: la presión social de tener que cumplir con los requisitos que se les exige a las madres por el hecho de ser madres. Aunque la maternidad ideal no existe -y, asegura Ángela, es una etapa llena de luces, pero también de sombras- la sociedad sigue perpetuando ese estereotipo inalcanzable de la buena madre, la que no se cansa y no se queja. La invalidación de las emociones negativas en la maternidad que se ejerce desde la opinión pública puede llevar a la víctima de violencia obstétrica a mantener en silencio su sufrimiento, provocándole sentimientos de angustia y de incapacitación para maternar. 

Tampoco podemos olvidar que los propios neonatos también quedan marcados por su experiencia de parto. Esther Ramírez, psicóloga perinatal, lleva años estudiando el impacto de la violencia obstétrica sobre la dupla madre-bebé. «Situaciones como ser empujado por el canal de parto a través de una presión externa como la maniobra de Kristeller, sentir la presión de la ventosa o los fórceps, haber sido pinchado en el cuero cabelludo para medir su PH, etc. son experiencias nada gratas que les agreden físicamente y estresan su cuerpo. Estos bebés nacen sintiendo que para venir al mundo han de pagar un precio, el de su bienestar», asegura.  

 

Aunque los neonatos no pueden expresar su estrés ni materializar su trauma, algunos de ellos pueden desarrollar lo conocido como síndrome de estrés postraumático en el bebé. Es cierto que estos recién nacidos no tienen el córtex cerebral desarrollado, pero sí que lo está la amígdala, la región cerebral responsable de las memorias emocionales. Esto significa que, efectivamente, los neonatos son capaces de recordar emociones como las que les provoca el tacto de su madre o el estrés que viven durante un parto violento. De hecho, la experiencia traumática quedará registrada en su cuerpo y el estrés se acumulará en las memorias implícitas, que se desarrollan incluso antes del pensamiento simbólico. Así, al igual que su madre, el bebé también puede considerarse víctima de violencia obstétrica.

 

El parto positivo, una alternativa cada vez más extendida

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Ilustración de maternidad y parto positivo / Fuente: Dreamstime

Como ya hemos visto, algunas de las prácticas tradicionales se han quedado obsoletas, y son muchos los profesionales de la sanidad y obstetricia los que se forman en otras técnicas y luchan por acabar con esta realidad.  En estos últimos años han surgido muchas clínicas especializadas en el denominado parto respetado o parto positivo. En ellas, profesionales de la maternidad trabajan para ofrecer a las madres recursos para afrontar su periodo perinatal, que van desde cursos preparatorios para el parto hasta la propia asistencia y acompañamiento en el postparto.

La clínica privada Mamá Mimada, de la que ya hemos hablado antes, atiende a mujeres embarazadas para preparar su parto y su postparto. Silvia, que sigue trabajando a tiempo parcial en la sanidad pública, decidió emplear sus esfuerzos en crear un espacio seguro para las madres tras haber trabajado en hospitales donde pudo ser testigo de cesáreas innecesariamente programadas y partos no respetados. «En la mayoría de los hospitales van a decidir por ti y no te van a informar. Eso, para las personas que hacemos preparación al parto, es duro, porque te encuentras mujeres que han tenido malas experiencias por pedir cosas que son derechos suyos», nos cuenta Silvia.   

También hemos hablado con la especialista Carmen Moreno, directora de la plataforma Parto Positivo. Carmen es una de las pioneras del llamado hipnoparto, un tipo de preparación al parto que se basa en el empleo de información, herramientas y recursos tácticos para acabar con los miedos y creencias negativas asociadas al parto.  En su libro Hipnoparto: Preparación para un parto positivo recoge algunas de las técnicas que enseñan en su espacio para aprender a gestionar las emociones, desde la respiración controlada hasta la meditación. 

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Preparación al parto / Fuente: Shutterstock

Además, la era digital ha hecho posible que muchos padres y madres tengan la posibilidad de acceder a este tipo de clínicas y espacios online especializados en el parto respetado. Una de las más conocidas es Ya Eres Madre, plataforma multidisciplinar que ofrece cursos preparatorios, asistencia al parto, terapia y recursos informativos de todo tipo para madres que hayan pasado por un episodio de violencia obstétrica.

Sin duda, parte de la solución a este problema tan extendido pasa por aumentar el suministro de información de todo el proceso a las madres que pasarán por la experiencia de parir, promovido por profesionales de la obstetricia comprometidos con el parto respetado. Tener en cuenta todos los imprevistos que puedan surgir y marcar una serie de pautas para enfrentarse a ellos es la manera de acabar con los estigmas y el miedo que puede provocar el parto.

La violencia obstétrica es un problema que se puede abordar desde diferentes perspectivas, y por tanto, su solución requiere de varias líneas de actuación, desde el marco legal hasta el estrictamente sanitario, pasando por la educación y la concienciación de la sociedad acerca de este tema. Lo que está claro, sin embargo, es que parte de ella podría pasar por informar debidamente a las madres de sus derechos, de modo que se enfrenten a un parto realista y, sobre todo, respetado.

 

10 Comments

  1. Aunque hsce bastantes años que fui madre, no he olvidado los momentos de los partos y el comentario que me hizo mi ginecóloga cuando fui a la revisión del el de mi priner hijo: cómo se nota,que te asistió un hombre: por la episiotomía que me hizo y la forma de “coserme”. Sin ánimo de ser feminista a extremos, pero de esto hace veintiseis años, no digo nada…

  2. Una noticia 3scrita desde la realidad,muy bien explicada. Gracias

  3. Muy interesante

  4. Excelente trabajo!

  5. Felicidades por este trabajo.Comparto que hay un gran desconocimiento sobre este tema, yo la primera y he tenido dos hijos. Gracias y mucha suerte en esta gran labor

  6. Estupendo

  7. Felicidades por este trabajo.Comparto que hay un gran desconocimiento sobre este tema, yo la primera y he tenido dos hijos. Gracias y mucha suerte en esta gran labor

  8. Muy interesante

  9. Muy interesante todo el artículo. Ya es hora que se ponga freno a estas practcas violentas.

  10. Un muy buen trabajo, muy interesante. Buen texto y buen material audivisual.

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